Natalia Moreno: "Ara Malikian y yo estamos enamorados de la vida"

Actriz, guionista, realizadora, mujer de un genio del violín que recorre el mundo, y, sobre todo, una artista a la que le apasiona contar historias.

Natalia Moreno acaba de rodar un corto reinvindicando la Cultura, junto a Felype de Lima, Javier Cámara y Miguel Rellán, entre otros.
Natalia Moreno acaba de rodar un corto reinvindicando la Cultura, junto a Felype de Lima, Javier Cámara y Miguel Rellán, entre otros.
Enrique Cidoncha

Hay algo en ella que inspira ternura, y confianza, mucha confianza. Algo que te llega dentro cuando te explica cómo es su vida, plagada de proyectos, con una tremenda fuerza y unas inmensas ganas de exprimir cada segundo. Natalia Moreno (Zaragoza, 1978) se bebe la vida y araña de ella instantes que convierte en Arte. Porque esta mujer menuda, de intensas raíces aragonesas, es mucho más que una artista que aun hoy sigue formando una vocación que siempre tuvo y alentó. Es actriz, realizadora; es, dice, una contadora de historias desde que era niña. Alguien de personalidad única que moldea junto a un grande como Ara Malikian, compañero vital, un extraordinario fenómeno del violín que triunfa por el muindo, de origen libanés y ascendencia armenia, nacionalizado español, capaz de crear un espectáculo único de la música clásica, envolverte en ella y lograr ese imposible, que la sientas hasta en las entrañas. Dice que su vida es una historia de amor constante, "porque me enamoro todos los días. De una luz, una persona… Tengo la suerte de haber entendido que uno tiene que hacerlo de algo cada día para comenzar a vivir, para poder levantarse con ganas y para dejar un mundo más bonito". Como actriz, ha trabajado en numerosas películas –‘Manolete’, ‘Manolito gafotas’ o ‘Una de zombies’–; en series como ‘Hospital Central’ o ‘Impares’;ha hecho infinidad de cortos, y teatro, mucho teatro, pero ahora está centrada en la realización, está enamorada de ese mundo que ve detrás de la cámara y que le permite hablar en un lenguaje diferente. Madre de un niño de dos años, no siente ni de lejos que su vida pierda protagonismo frente a un genio como Ara, todo lo contrario, porque ambos, dice, se encuentran en un mismo mundo, cómplice, plagado esencias de sí mismos.


¿Cómo lleva vivir con alguien que es reconocido en el mundo?


Su reconocimiento es justo y normal. Estamos en una época que por desgracia que la fama no es aval de/o consecuencia del buen hacer. Yo vivo la fama de Ara con el máximo orgullo, es un trabajador incansable y un hombre que merece todo lo bueno, ¡cómo lo voy a vivir!. Además, he de decir que la gente es muy respetuosa y muy amorosa, ¡mucho! Todo ese cariño es bueno y lo vivimos como bueno.


¿Ha tenido que hacer renuncias?


Nunca he sentido que renunciara a nada, jamás. Todo lo que he hecho en mi vida ha construido este momento. Tengo una vida familiar rica, muchos amigos con los que convivo, soy mamá de Kairo, viajo por todo el mundo...


Tiene una larga carrera y en muchos ámbitos, actriz, guionista, realizadora.


Estudié Arte Dramático, he trabajado en cine, teatro, pero en los últimos tres años, a raíz de que el embarazo me limitara mi vida de actriz, me he volcado en la dirección. Arranqué con un documental y estoy enamorada de la dirección, creo que me voy a ir por este camino. Se llama ‘Ara Malikian al habla’, estuvo nominado a los Grammy y yo dirigí la parte que aparece en los extras sobre la vida personal de Ara, el concierto es de otro realizador, y para ser honestos creo que la nominación debería haber sido para Ara. Ir con la bandera de ese artista abre puertas. Ahora llevo tres años y medio haciendo un documental sobre el genocidio armenio, vinculado al personaje de Ara, que es quien da la voz. En un principio era sobre él, pero me pareció que era muy joven, que aún le queda mucha carretera. Me metí en la gira que está haciendo y acabaré el documental en Marsella, donde viven sus padres.


La presencia de Ara Malikian en su vida es muy intensa.


Es que trabajamos juntos, tenemos un hijo juntos y hemos hecho un buen tándem. Es inevitable, Natalia de Ara, Ara de Natalia. Para él también ha sido bueno el encuentro, porque se ha llenado de matices míos. Lo conocí hace seis años en uno de sus concierto en Madrid donde fui de espectadora, por casualidades de la vida, porque fui junto a una amiga común. Ella nos presentó y la vida siguió su curso.


Usted comenzó de niña, en Zaragoza, ¿siempre se ha sentido inclinada por ese mundo artístico?


Desde que nací. Lo veo claro al echar la vista atrás, porque le doy sentido a todo lo que hice. Entonces no se entendía que quisieras dedicarte a un área no muy conocida socialmente como puedan ser las artes, pero ahora veo que todo indicaba que iba a acabar así, contando historias, reflejando realidades. Me apasiona la vida en todas sus manifestaciones y el arte es un vehículo maravilloso para poder narrarla.


Es muy sensible y expresa de manera bella lo que siente y piensa.


Bueno.... He usado la cámara como vehículo, un vehículo hermoso. Yo venía de la actuación y los actores siempre tienen una comunicación específica, a la que debe unirse la espontaneidad, y algo debe de influir ahora en lo que hago, porque haber sido actriz ayuda para ser intuitiva, para saber ver qué puede contar cada persona. Además, la cámara es un filtro bello porque te protege, también me permite ser personal porque con ella yo elijo qué realidad quiero contar, a la vez que discrimino otra. Los grandes directores, fotógrafos, pintores, tienen la responsabilidad de quedar impresos en sus obras y eso es por las elecciones que se toman, y por cómo lo cuentan.


Por la forma de interpretar, Ara parece un hombre tan sensible como usted.


Ahora tenemos puntos muy comunes, somos trabajadores y a la vez grandes soñadores, y nos gustan las culturas del mundo, las queremos ‘mixturizar’ con lo que traemos de casa. Estamos enamorados de la vida y la belleza.


Usted hizo ballet con María de Ávila.


Una maravillosa mujer. Empecé bailando en Huesca de niña y después estuve con María de Ávila, poco tiempo, un par de años, porque enseguida, con 20, me fui a Madrid. La danza ha sido un regalo vital porque te hace sentir tu vibración, y, ahora que me dedico a contar historias en casi todas intento que lo estético y los plástico tenga entidad, y eso lo aprendí de la danza.


También imprime mucha disciplina.


Por supuesto, porque, además, es la base del arte. A veces se mal entiende que el artista es alguien que debe llevar una vida más bohemia, cuando detrás de él hay un ser muy disciplinado que llega a través de su trabajo, de su esfuerzo a unas metas; se construye con una dedicación muy dura.


Apesar de los años que lleva fuera, sigue muy ligada a su ciudad, a Zaragoza.


Toda mi familia es de Zaragoza, aunque durante un tiempo viví en Huesca porque mi padre trabajó allí. Estoy en Madrid, pero mi hogar es Zaragoza. Vivía en Vía Hispanidad, allí sigue estando mi mundo, están mis padres, y mi casa. Cada vez me siento más unida a mi tierra, la tengo muy arraigada, como nuestra cultura, porque esta tierra imprime el alma. Tenía un maestro que decía que aquí somos de blanco o negro, que no vemos los grises, y hay algo de honesto en quien defiende una idea, aquello en lo que cree. Voy mucho, cada vez más porque estoy vinculada a Las Armas y nuestra oficina está ahí, trabajamos con ellos. Además, Zaragoza es una ciudad en ebullición y para mi es una fuente de inspiración tremenda. A ello le uno la logística, porque tengo un hijo de dos años al que a veces no puedo llevármelo a las giras y lo dejamos con mi familia. En Zaragoza están mis padres, mis dos hermanos, siete tíos e infinidad de primos.


Por eso Ara Malikian siempre incluye Zaragoza en sus giras.


¡Ja, ja, ja!, sí, desde luego. Ara dice que es ‘armaño’. El año pasado estuvimos tres veces, y ahora vamos a por la cuarta. El público, además, nos trata con mucho mimo y es muy agradable.


También comenzó aquí sus estudios de teatro.


En el Teatro de la Estación, pero además pasé por la universidad. Comencé Magisterio en inglés, algo que me ha venido muy bien por mi vida por el mundo con tanta gira. Me escapaba mucho para irme a clases de teatro y me colaba en las de Filosofía, porque me fascina la filosofía y la psicología, y conocí un mundo de poetas y gente muy interesante. Zaragoza es una ciudad en la que el arte se cocina de forma muy profunda, porque Aragón da artistas muy peculiares, fíjese en Bunbury, Carmen París, Iñaki Villuendas, Paula Ortiz.... y lo que se cuece en Las Armas es fascinante.


¿Le costó que admitiera su familia su vocación?


Me costó horrores. No es fácil que un hijo de la nada se dedique a esto, y en mi época pocos decidían irse con 20 años a Madrid a ser actriz, además, en mi familia no hay nadie vinculado al arte y fue chocante. Yo empezaba ese año 2º o 3º de Magisterio, ya no lo recuerdo, y mi padre me dio el dinero para la matrícula, pero unas semanas antes me había ido a Madrid a hacer las pruebas para entrar en la Escuela de Arte Dramático sin que supieran que las hacía, y cuando estaba en la cola de Magisterio me llamaron para decirme que estabas admitida, así que ahí mismo decidí matricularme pero en Arte Dramático y en Madrid. Fue un gran disgusto para mi familia Me fui y fueron unos años maravillosos porque lo hicimos un grupo grande de Zaragoza y que compartimos piso, como Miguel Ángel Lamata, Nacho Rubio, Salomé Jiménez, Mayte Navales.... Eso ayuda a ir con parte de su hogar en la maleta. Quedé seducida por el Arte, dejé Magisterio y no creo que lo retome.


Viaja por el mundo, trabaja en lo que le gusta, ¿qué sueño tiene?


Me gustaría poder seguir contando historias. Es algo que siempre he hecho y me ha gustado, porque al hacerlo encuentro una gran intimidad a través de la realización, y la escritura también. Me gusta la observación de la vida, qué me pasa con ella. Creo, además, que cuando se siente el latido artístico no debería limitarse a un campo. No sé por dónde irá el mío, pero ahora la cámara me tiene muy seducida.


Su hijo tiene un nombre singular.


Kairo. Nos lo inventamos, no tiene una raíz. Nos gusta mucho la ciudad de El Cairo, un sitio muy loco, creativo, y supimos que su significado es ‘el que llega a tiempo’ y Kairo llegaba en el momento idóneo, por eso nos pareció que era bonito para él. Kairo me ha hecho todos los regalos que pueda darte un hijo y desde el plano artístico me abre lugares que nunca había llegado.

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