¿Por qué el café de oficina cuesta un euro menos que en el bar?

El lugar de cultivo, el modo de recogida y su tratamiento posterior son fundamentales para diferenciar un buen café de uno no tan recomendable.

La cantidad de café que se prepara influye en el grado de cafeína.
El aroma del café cuenta con miles de millones de fieles.

Tomar café en la oficina es una tendencia cada vez más habitual, pero ¿realmente es café?  “Existen dos familias de café en grano. Por un lado está la arábica, que crece en la alturas, un café delicado y sabroso. Y por el otro la llamada robusta, que crece en bajura y necesita menos cuidado”, explica Miguel Lamora, director de café y head roaster de Onna Coffee (Barcelona), además de coordinador nacional de la Speciality Coffee Association (SCAE) en España, a La Vanguardia.

Este café de bajura tiene más cafeína y además "se cosecha con máquinas, lo que provoca que se recolecten también hojas, palitos, etc.". Por si esto fuera poco, hay factor que influye en la calidad del café que tomamos: el tueste. “Si ya tienes una planta de mala calidad, de una cosecha regular, recogida con máquinas… lo único que puedes hacer para disimularlo es tostar mucho el grano”.

De ahí vienen los “granos recubiertos de una capa de caramelo quemado”, muy amargo, negro y rasposo. Este tipo de café se encuentra en buena parte de máquinas de 'vending' por dos motivos: su precio y que el consumidor no sabe qué es exactamente lo que está tomando. De este modo se explica que los establecimientos cobren entre uno y dos euros por un café y en la oficina cueste unos 40 céntimos. 

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