Buen gusto y un sello de cocina personal en Morroputa

El recetario de esta taberna está cargado de detalles y de propuestas muy singulares, como la crema de marisco y bogavante que va en una hogaza.

Eduardo Lisón, Pablo Casals y Eduardo Sánchez, en la taberna Morroputa.
Eduardo Lisón, Pablo Casals y Eduardo Sánchez, en la taberna Morroputa.
Vanesa Castellano

Lo primero que llama la atención es el nombre de esta taberna, Morroputa, que está relacionado con el buen gusto y el aprecio por las cosas exquisitas. Se asemeja a la expresión 'morro fino' y, en general, a la inquietud por disfrutar de propuesta nuevas, diferentes, creativas... Esta descripción se ajusta bastante a lo que uno se encuentra al entrar en este establecimiento. Su cocina no busca la excentricidad ni sorprender con rebuscadas elaboraciones. Más bien se basa en la tradición para crecer desde ella con pequeños detalles.

El punto de elaboración de sus platos va más allá de lo que se puede entender por una taberna clásica, aunque tampoco es un restaurante al uso. Eso sí, prácticamente todo lo que aparece en la carta, o en el apartado de sugerencias, está pensado para compartir.

El local es amplio, con una zona a la entrada con mesas altas y un espacio de comedor al fondo que da mucho juego.

La sensación de cocina con un punto diferente ya se tiene al probar el pincho de la casa: el 'morroputa', una brocheta de tres medallones de pulpo con su aliño, envuelta en jamón de la D. O. Teruel, y pasada ligeramente por la plancha. Pero hay más, mucho más. Por ejemplo, los mejillones con salsa chanante para quienes aguantan bien el picante y, a la marinera, para los menos atrevidos. Otra receta muy lograda es la del risotto al nero di sepia, cuya singularidad viene marcada por el alioli, que se presenta en forma de helado.

Entre las raciones más clásicas, las hay de quesos y curados, con una amplia variedad para elegir entre los primeros. Una combinación interesante es la cecina de León con pecorino trufado. Además, en esta taberna ofrecen unos pimientos caseros trabajados con mucho mimo, confitados en aceite o en salsa de ostras.

La carta recoge preparaciones más actuales como el tataki. Por supuesto, no falta el más conocido, de atún rojo, pero el que llama la atención es el de solomillo de cerdo, marinado con cítricos y presentado a la mesa para combinar con dos salsas.

Propuestas singulares

Entre las ensaladas, la denominada Aránzazu es algo así como la propuesta verde de la casa, con queso de cabra, nueces y arándanos. Todo un clásico. Más atrevidos resultan el rabo de toro guisado con salsa de chocolate y vino Oporto, una de las últimas incorporaciones, y el 'chowder', una crema de bogavante y marisco que se sirve los viernes en una hogaza de espelta y centeno haciendo las veces de cuenco. Una delicia portuaria.

En la carta llaman la atención muchos más platos, como la fondue de longaniza en la que la crema de puerros y parmesano suaviza el sabor intenso del embutido, y los huevos rotos, elaborados a baja temperatura con espuma de patata, cebolla crujiente y dados de longaniza. Como colofón, en el apartado de postres caseros, hay que probar el platatone, una curiosa y lograda combinación de tiramisú y tarta de plátano. Lo dicho, muchos detalles que marcan la diferencia.

Taberna Morroputa

Calle de López Allué, 2. Zaragoza. Teléfono: 976 978 439 Horario: miércoles a sábado, de 12.30 a 16.00 y de 20.00 a 0.30. Domingo, de 12.30 a 16.00. Descanso: cierra los domingos por la noche, lunes y martes.-Ver otros restaurantes recomendados

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