Blanco y tinto de Solar de Urbezo hechos para gustar

Solar de Urbezo, la bodega de la D. O. Cariñena galardonada en los Premios Con Mucho Gusto, presenta sus nuevos jóvenes.

Los vinos de la Bodega Solar de Urbezo, Viña Urbezo 2016 y Urbezo Chardonnay.
Los vinos de la Bodega Solar de Urbezo, Viña Urbezo 2016 y Urbezo Chardonnay.

Una vez más, los nuevos vinos de Bodegas Solar de Urbezo están a un gran nivel. Ya han salido al mercado las nuevas añadas del joven blanco varietal de chardonnay y del Viña Urbezo, el tinto de maceración carbónica preferido por quienes gustan de los aromas primarios más puros, en forma de frutas frescas típicas de las variedades de las que está hecho este tinto: garnacha, tempranillo y syrah.

El blanco monovarietal de chardonnay tiene el gran reto de igualar, por lo menos, a su predecesor, el Urbezo Chardonnay 2015, que alcanzó una medalla de oro en el concurso Chardonnay du Monde, obteniendo una puntuación que lo colocó como el octavo mejor chardonnay de todo el planeta, un puesto más que meritorio para un vino joven ecológico, que se medía con grandes vinos blancos, muchos de ellos con crianza y de precios muy superiores, elaborados en las zonas más reputadas del mundo.

El de la añada 2016 mantiene el estilo y la honestidad del de 2015. En la copa, presenta un bonito y luminoso color amarillo pálido limón, con tonalidades verdes. Sus aromas vuelven a ser elegantes y fieles a la expresión de esta variedad en el Campo de Cariñena, con notas de cítricos y frutas tropicales, maracuyá, peras, manzanas y ciruelas, y referencias de flores blancas. En su paso por la boca es suave, fresco, sabroso y armónico, con un largo y atractivo final.

Las uvas se vendimiaron por la noche, a finales de agosto del año pasado, y tuvieron una maceración pedicular en frío de entre ocho y diez horas. El mosto se fermentó a temperatura controlada para conservar sus aromas y el vino se embotelló en el pasado mes de diciembre.

Es un vino con unas grandes posibilidades de combinación con los más variados alimentos, como pescados, mariscos, quesos cremosos, flan de foie, carnes blancas y verduras a la plancha o gratinadas. Sus creadores han constatado que armoniza perfectamente con platos de lubina, ostras, langosta, bogavante, carpaccio de bacalao ahumado y estofado de pulpo con patatas. Y, por supuesto, con raviolis de tinta de calamar rellenos de salmón y bañados en una salsa de finas hierbas con gambas en una reducción del propio vino.

Fermentado en sus lías

Junto al Chardonnay 2016, se ha puesto a la venta una pequeña partida de Uberzo Chardonnay 2015 Criado en sus Lías. Es una magnífica oportunidad de disfrutar del campeón del mundo pero con la complejidad y el cuerpo que le otorga el haber pasado dos meses de crianza en contacto con sus lías, después de la fermentación alcohólica.

Se embotelló en noviembre de 2015, por lo que ha pasado un largo periodo de tiempo redondeándose en la botella y refinando sus matices de referencias pasteleras, frutos secos y frutas de hueso, además de los aromas propios de la variedad, sobre todo frutas, algunas en almíbar.

Tiene un grado alcohólico del 14% y acompaña muy bien platos de pescado, marisco y quesos cremosos. Un maridaje atrevido sería también un plato de alcachofas guisadas previamente pochadas en la sartén con el propio vino, hasta facilitar su reducción.

El precio de cada botella es el mismo que la del Urbezo Chardonnay 2016: 7,20 euros.

Maceración carbónica

El otro vino de esta bodega recién llegado al mercado es el Viña Urbezo 2016, un tinto de maceración carbónica, método con el que se elaboran muy pocos vinos en toda España.

Es ecológico, como todos los que se elaboran en esta bodega desde hace dos años, y combina vinos de las variedades garnacha, tempranillo y syrah.

Como corresponde a un vino de estas características, su color es intenso, rojo cereza picota muy madura con tonalidades violáceas, púrpura y tinta. Destacan los aromas florales –de violetas y pétalos de rosa– y silvestres de montaña, balsámicos, regaliz, frutas rojas y negras: frambuesa, mora, cereza y ciruela. Son estos últimos los que más nos remiten a la fruta de la uva, dejando un posgusto similar al de haber comido unas uvas en el adecuado momento de maduración, justas de acidez, dulzor y tanino.

Es un vino muy apropiado para la barra del bar, donde combina estupendamente con tapas y raciones, aunque también juega un buen papel en la mesa, con platos de carne, pescados blancos y azules, e incluso con quesos.

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