Frutas, hongos y mucha fantasía en la gastronomía afrodisíaca

No hay productos afrodisíacos si estos no van acompañados de grandes dosis de imaginación.

Los expertos aconsejan consumir más frutas en esta época del año.
Frutas, hongos y mucha fantasía en la gastronomía afrodisíaca

Alimentos como los espárragos, los plátanos, las fresas, los melocotones, los higos, las trufas, el caviar, las ostras, el azafrán, las berenjenas, los pistachos y un largo etcétera de variopintos productos han sido catalogados más o menos recientemente como afrodisiacos. A ellos habría que añadir los que forman parte de la cocina de los aromas, cada vez más trascendente en el ámbito de la gastronomía afrodisiaca, basada en el uso de hierbas, flores y especias, que además de conferir exóticos aromas a los guisos, pretende, basándose en antiguos rituales y tradiciones, aporten a sus consumidores efectos de alta tensión amatoria. La albahaca, la menta, el romero, el tomillo, el cilantro, son una buena muestra. Y para preparaciones más suaves y románticas, los pétalos de rosa, el azahar, el jazmín, y una rareza, el ylang o flor de cananga, de color amarillo, propia de un árbol oriundo de las selvas de Indonesia y Filipinas.Drogas, nunca

Las hojas de marihuana y coca y las semillas de estramonio se valoran como potentes afrodisiacos en muchos pueblos de Sudamérica y Asia, pero su alto contenido en alcaloides y su uso como droga una vez sintetizadas, hacen que no se consideren como tal en el apartado gastronómico. Criterio igualmente aplicable a dos importantes afrodisíacos del medievo: la mandrágora solanacea cuyas raíces recuerdan a la figura humana –se dice que se les oía gritar cuando se las troceaba para preparar los bebedizos amorosos– y la cantárida, especie de escarabajo que convenientemente seco y machacado proporcionaba vigor viril gracias a su contenido en cantaridina, compuesto venenoso capaz incluso de producir la muerte y que se dice fue una de las causas del óbito de nuestro Rey Fernando el Católico. A la cantárida, recientemente, un grupo de biólogos la han relacionado con la avutarda macho, indicando que este pájaro la ingiere, a pesar de su efecto venenoso, para limpiar sus intestinos de parásitos y mejorar su presencia ante la hembra en el momento del cortejo nupcial.


Quizás, uno de los mas importantes afrodisiacos del siglo XIX y principios del XX ha sido la absenta, licor extraído del ajenjo, de alta graduación alcohólica, bebida preferida de pintores y artistas. Su consumo, como en el caso del té en Japón, iba acompañado de un ritual consistente en quemar un terrón de azúcar sobre la copa que contenía el licor, para que este adquiriese turbiedad y dulzor. Se le consideraba un agradable estimulante por ser final de copiosas comidas y amenas veladas, pero el hecho de ser alucinógeno y adictivo al alcohol ha motivado la prohibición de su consumo.

Para reflexionar

Un intento de análisis con el fin de conocer cómo se valora hoy la gastronomía afrodisiaca nos obligaría a establecer cuatro puntos de reflexión. Primero: lejos de que el tema haya perdido interés y quede como asunto perteneciente a pasadas generaciones dadas a la incultura y la superchería, este se agranda y la cocina erótica aparece por doquier. Segundo: por fin se inician trabajos serios de investigación que tratan de deslindar causas y efectos científicamente probados de lo que solo es palabrería sin fundamento.


Tercero: fenómenos sociales como la publicidad y el cine se convierten en importantísimos motores sociales, capaces de conferir la más alta carga erótica al alimento más humilde. Y cuarto: aceptación, casi unánime, de que no hay productos afrodisíacos si estos no van acompañados de importantes dosis de fantasía, imaginación y romanticismo, y de que cualquier alimento puede ser considerado afrodisíaco si se consume con el talante y la forma adecuada.


La publicidad y el cine han sido los más poderosos instrumentos de invención y difusión de los actuales iconos de la gastronomía afrodisíaca. Asignar a un producto el halo y la intriga que los espacios eróticos y las satisfacciones hedonistas conllevan resulta un extraordinario márquetin de promoción y lanzamiento. En tantas ocasiones, y de forma tan arbitraria, han acudido las campañas publicitarias al señuelo de lo afrodisíaco para aumentar el interés por un producto, que ya resulta difícil determinar si es el producto el que nos lleva al erotismo o es el erotismo lo que nos lleva al producto.Sugerencias en el cine

El cine ha sido un importantísimo generador de imágenes afrodisíacas consiguiendo dar a muchos productos fama de tales propiedades gracias a las escenas en las que aparecen. Así, en el ‘Cartero siempre llama dos veces’ se imprime carácter afrodisiaco a la harina. En ‘Nueve semanas y media’ a las sensaciones táctiles. En ‘Prety Woman’ al champagne con fresas. En ‘Como agua para chocolate’, a las codornices con pétalos de rosas. En ‘Jamón jamón’ de Vigas Luna, el ajo. Y así hasta completar un largo etcétera.


Hora es ya de alcanzar conclusiones aunque no va ser tarea fácil determinar el porcentaje de fiabilidad que todo este mundo de los afrodisiacos nos ofrece. Para ello, permítanme que proponga, una vez más, la aportación al tema de una mujer, la insigne escritora Isabel Allende, que en su obra ‘Afrodita’ nos viene a decir, como resumen y conclusión, que si bien el amor es el principal motor de la relación erótica, pero como quiera que estar enamorado es privilegio del que no siempre se disfruta, o del que no siempre podemos estar seguros, cuando este falta o disminuye, solo la variedad (entendiéndose variedad no como cambio de pareja sino de actitud), es decir, la imaginación y la fantasía, podrán hacernos recuperar el interés por nuestro ser querido.


¿Y qué fantasía puede ser más asequible para los humildes mortales que la gastronomía? El glamour y las buenas formas en el comer están al alcance de casi todos. La ambientación de una estancia o de un comedor íntimo, la presentación y el lujo de manteles y vajilla en la mesa, los guisos exquisitamente elaborados e inteligentemente combinados, los aromas, y hasta el rumor de las conversaciones, del fuego en el hogar o el de los vinos al escanciarse en las copas, son un excelente preámbulo para el enamoramiento y el despertar de la atracción erótica.


Con este enfoque, no solo aportamos nuevos puntos de vista al tema que hemos venido analizando, sino que, aceptándolo en su máxima amplitud, podríamos llegar a afirmar que toda la gastronomía tiene valor afrodisiaco porque una buena comida siempre produce euforia y satisfacción y predispone a las buenas relaciones.Solo algunos tienen aval científico

Informes científicos serios hacen referencia a la capacidad de algunos alimentos de aumentar la secreción de estrógenos y endorfinas, así como de mejorar la circulación sanguínea, aspectos todos ellos favorables a un aumento de la libido, de la euforia y del bienestar anímico de las personas. Las verduras, el ajo y la cebolla, y el picante, gozan de tales propiedades. Las ostras y los mariscos son ricos en zinc cuya carencia en nuestro organismo rebaja significativamente su tono sexual. El chocolate contiene un alcaloide la thebronine que eleva el tono vital del que lo consume. Del regaliz y la zarzaparrilla, dos golosinas infantiles, se obtienen extractos de estrógeno y testosterona.


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