Se aseguraba en las quinielas previas que, este año sí, España iba a recibir una auténtica 'lluvia de estrellas' en la nueva 'Guía Michelin', publicación francesa que hace en cada edición de su capa un sayo poniendo y quitando distinciones según el insondable proceder de los inspectores que pasean sus narices y paladares por la zona que tienen asignada. Pero tras conocerse el veredicto, volvían a hacerse notar las críticas de siempre: rácanos, cicateros, injustos, eran algunos de los calificativos que recibían los resultados. Ni siquiera fue ascendido al generalato de tres estrellas alguno de los que ostentan dos desde hace tiempo y se eternizan como aspirantes al Olimpo hispano de la alta gastronomía, ocupado por solo ocho restaurantes. Han sido unas calificaciones, otra vez, a todas luces incomprensibles, tanto en lo global como en lo particular, si centramos el foco en territorios determinados.

Así, en Aragón, nos hemos quedado como estábamos, con cinco restaurantes en posesión de una estrella, aunque Zaragoza ha perdido una y Huesca ha ganado la tercera, al haberla recibido el Tatau Bistro, que lidera un joven cocinero catalán, Tonino Valiente, que se estableció con su mujer en el Tubo oscense hace poco más de dos años. Allí está haciendo una cocina muy actual con unas bases muy sólidas que se traduce en una fórmula cada vez más demandada por la clientela: platillos y tapas con productos de calidad y con un tratamiento divertido que resalta las cualidades de los alimentos. 

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