Un buen trabajo de toda la familia

Me gustan mucho los vinos que salen de Bodegas Meler, una empresa familiar barbastrense 'de toda la vida' que ha sabido superar todas las dificultades que se han puesto por delante desde que hace casi una década decidieron hacer realidad su sueño de elaborar sus propios vinos, partiendo de una larga tradición en el cultivo de la viña, que se remonta a varias generaciones. 

Y a partir de una finca ubicada en Las Almunietas, muy bien aireada y con unos suelos ideales favorecidos además por el clima de esta parte del Somontano, los Meler han creado con mimo, poco a poco, un completo abanico de referencias, entre las que se pueden destacar los tres vinos que catamos esta semana. El blanco es uno de los más golosos de cuantos se elaboran en el Somontano, con cuerpo, con fragancias elegantes y con llamativas referencias a frutas blancas, como la pera, y tropicales, como la piña.

Igual de refrescante es el rosado, que elaboran a partir de uvas de cabernet, y que presenta un color fresa muy brillante y una nariz intensa, en la que sobresalen las fresas en caramelo y fondos anisados de hinojo. La rica acidez en la boca es una nota que se agradece mucho en los rosados en esas épocas de calor.

Y con las mejores uvas de cabernet hacen el vino que luego se vende con la etiqueta del producto más personal y ambicioso de la casa: el Andrés Meler, que ha conseguido situarse entre los mejores caldos de esta zona elaboradora. Tiene una personalidad muy marcada por las notas típicas de la variedad, como pimiento verde y aceitunas, rodeadas por una sedosidad agradable que culmina con persistencia en el posgusto. De lo más recomendable.

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