Restaurante

Soul Kitchen: una crepería con un aire nada convencional

Desde su condición inicial de crepería, este restaurante ha crecido alrededor de sugerentes propuestas y de unos menús muy competitivos.

El eterno femenino de Goethe, la representación de la feminidad en su sentido poético, podría tener su traslación en diferentes ámbitos de la vida. También en los asuntos gastronómicos, por qué no. Calculo que durante mi visita a Soul Kitchen, SK, o La Cocina del Alma, el 70% del público que cruzó la puerta era femenino, lo que, de entrada, algo quiere decir.


Tal vez la cuidada estética del local tiene mucho que ver; la presentación de los platos también influye. Si estos argumentos se meten en una coctelera y se agitan aliñados con un planteamiento poco convencional a la hora de comer y con un interesante punto de distinción, seguramente ahí surgen algunas respuestas.


El caso es que el SK nació hace poco menos de un año como una crepería, pero con la idea de innovar, de incluir productos diferentes a los tradicionales en las crepes, como risottos de hongos y de quesos con cristal de cebolla. Pero en tan poco tiempo el establecimiento ha evolucionado mucho. Por ejemplo, ha aparecido un buen muestrario de ensaladas como la César original que creó Alex Cardini a finales de los años 20 o la de bacalao en aceite de oliva, salmón ahumado y vinagreta.


Sugerencias

 

Difícilmente un negocio se sustenta hoy en día sobre un surtido de crepes, por muy interesante que resulte, así que también se ha incorporado en Soul Kitchen una carta de sugerencias donde además de algún revuelto, clásicos como el jamón o la parrillada de verduras, destacan los fideos rossos, tostados con langostinos al horno y servidos con alioli.


Este planteamiento convive con varios menús en los que de alguna forma se intenta plasmar el ideario de esta peculiar cocina del alma. De lunes a viernes se ofrece una propuesta en la que por 11,50 euros (bebida incluida) hay ocho primeros y otros tantos segundos a elegir, muy en la línea de plasmar la idea que se puede comer de muchas maneras diferentes. Así, por ejemplo, pueden aparecer los ya reseñados fideos, unos garbanzos estofados, plantearse iniciar la comida recurriendo a un surtido de tapas frías y calientes o recurrir a un brick de queso y vieira. Entre los segundos, las crepes son las grandes protagonistas.


Se trata de un menú muy competitivo por la zona, las características del local y el buen trato que recibe el cliente. En esa línea también va a ir el menú ejecutivo (15,50 euros) que va a ver la luz en breve, donde las crepes todavía subirán un poco más de nivel con propuestas como la de changurro y la presencia de carnes como el entrecot.


El fin de semana se ofrece un menú por un 1 euro más, y para la noche se ha articulado otro alrededor de un interesante surtido de tapas en el que me quedo, por distintas, con las croquetas de chipirón, pero en el que también tienen un gran protagonismo los medallones de solomillo, bacalao y foie a la plancha. La oferta de menús se cierra con los de grupos, a partir de ocho personas, que oscilan entre los 18 y los 35 euros.


Y todo ello en un ambiente en el que en las pantallas de televisión aparecen fotografías muy sugerentes, nada de programación convencional, y la música envuelve la comida, la cena y las copas de después a ritmo de blues, jazz y soul.



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