CRISIS ECONÓMICA

Rebelión en los bancos europeos

Alertan de que depreciar la deuda y exigir más capital impedirá relanzar el crédito y reactivar la economía.

Los presidentes del Banco Pastor, José Mª Arias (d), y del Banco Popular, Ángel Ron, el pasado lunes
Rebelión en los bancos europeos
AFP

Los bancos privados de la zona del euro se oponen a la nueva vuelta de tuerca que se avecina. Bruselas, alentada por destacados mandatarios europeos, quiere imponerles una nueva recapitalización por el potencial deterioro causado por una depreciación de la deuda soberana de países periféricos que atesoran en las respectivas carteras. Los directivos bancarios han hablado alto y claro. El presidente ejecutivo de Deutsche Bank, Josef Ackermann, declaró que prefiere vender activos estratégicos y adelgazar el banco antes que verse obligado a aceptar capital público. En España, el presidente del Banco Popular, Ángel Ron, denuncia que, de salir adelante, la iniciativa «tendrá consecuencias gravísimas, devastadoras».


Todo el sector cree que obstaculizará el relanzamiento del crédito y con ello la deseada reactivación de la economía. La vicepresidenta económica Elena Salgado apuesta por esperar hasta que se concreten las propuestas, con el propósito de negociar su aplicación. Su actitud no tranquiliza a las entidades, temerosas de que la capacidad de influir sea mínima.


Nuevas exigencias


En julio se publicaron los resultados de las pruebas de solvencia de la banca europea.


¿Qué mueve a realizar cambios con esta urgencia?: La constatación de que Grecia no puede devolver todo lo que debe y será preciso aplicarle una quita elevada ha llevado a pensar que otros países contagiados durante la crisis -Portugal, Italia, España- pueden pasar por un trance parecido. Los bancos tendrían que hacer frente a los correspondientes impagos. Para adelantarse a esa eventualidad, debieran tener un colchón de capital reforzado con el que cubrir las pérdidas cuando los resultados no alcancen. Los test de estrés difundidos en julio se realizaron sobre datos del cierre de 2010 y las carteras de bonos soberanos apenas se tomaron en cuenta. Otros problemas como el riesgo inmobiliario de España captaban toda la atención.


¿De qué porcentaje de recorte se estaría hablando?: No hay nada decidido todavía. Pero en medios próximos a la Comisión y también a la Autoridad Bancaria Europea se especula con recortes de valoración del 60% para Grecia, y también se habla del 40% para Portugal e Irlanda y del 20% para Italia y España. Los bancos con bonos de estos países en sus carteras tendrían que aplicar esos descuentos y realizar las correspondientes provisiones -tomando en cuenta los plazos de vencimiento-, como si de pérdidas latentes se tratara.


¿Es la consideración de la deuda la única propuesta destacada?: El otro gran cambio, estrechamente relacionado con éste, consiste en elevar la exigencia de capital de la mejor calidad. En medios de Bruselas y Londres se habla de una horquilla que va del 7% al 9% respecto a los activos de que una entidad disponga, evaluados a su vez en función del riesgo. El 'salto' es más que notable porque en las últimas pruebas de solvencia se exigió el 5%. Entonces no se tomaron en cuenta ni las provisiones genéricas realizadas ni las obligaciones convertibles en acciones ya emitidas, y cinco bancos y cajas españoles no alcanzaron ese nivel. Aunque el Banco de España matizó estos resultados, dos de las entidades 'suspendidas' en julio -Catalunya Caixa y Unnim- están temporalmente nacionalizadas, el Banco Pastor va a ser absorbido por el Popular y se intenta vender la intervenida CAM en una subasta.


¿Por qué los bancos critican las exigencias de capital basadas en la deuda soberana?: Denuncian que se está planteando un cambio crucial. En la actualidad, la deuda soberana es, en términos contables, el activo de 'riesgo cero' por excelencia. En una unión monetaria, los bancos han considerado la deuda de los países socios como refugio. Por eso defienden que no se puede exigir mayor capitalización por el deterioro de las carteras de bonos públicos. Apuntan, eso sí, que habría que considerar la situación de Grecia una cuestión aparte, porque en este caso se trata de un problema de solvencia de un país, sin penalizar al resto de los países que, por ser los más vulnerables, están sufriendo el efecto contagio.