AGRICULTURA

Los elevados costes y los bajos precios obligan a colgar la azada a 1.074 agricultores en Aragón

Las organizaciones agrarias calculan que el sector agropecuario español perdió 36.600 agricultores en 2009.

La grave situación del sector llevó a los agricultores a protestar con sus tractores en las carreteras el pasado mes de noviembre
Los elevados costes y los bajos precios obligan a colgar la azada a 1.074 agricultores en Aragón
JAVIER BROTO

Unos elevados costes de producción -por el encarecimiento desorbitado de las materias primas, los carburantes o los fertilizantes- y una caída en picado de los precios que perciben agricultores y ganaderos por sus producciones están provocando la pérdida de rentabilidad de numerosas explotaciones agropecuarias aragonesas.

 

Además y por si fuera poco, el año pasado la crisis económica que recorre todos los sectores productivos hizo parada también en el sector primario en forma de descenso del consumo y, como consecuencia, hizo paganos a los profesionales agrarios de una guerra de precios abierta por las grandes distribuidoras en la carrera por arañar clientes y aumentar las ventas. Así, y aún teniendo un mayor volumen de producciones, el sector ingresó en Aragón un total de 2.777,73 millones de euros, casi 100 millones menos que los 2.874,54 conseguidos un año antes, lo que provocó un descenso de la renta agraria del 3,71% respecto al año anterior.

 

Esta complicada situación hizo que en 2009, un total de 1.074 agricultores y ganaderos aragoneses colgaran la azada y echaran el cierre a sus explotaciones. Según los datos facilitados por la Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón (UAGA), 2009 se cerró con 20.698 afiliados al régimen especial agrario, lo que supone un descenso del 4,94% respecto a los 21.774 que se contabilizaban en 2008.

 

No es un tendencia nueva. El campo aragonés lleva perdiendo efectivos desde hace años. En 2008, según los datos de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de Aragón (UPA), el sector perdió en la comunidad 19 agricultores al día, incidiendo así en una tendencia que ha provocado que en la última década dejasen la actividad más de 7.000 profesionales agrarios y ganaderos.

Cifras demoledoras

No solo para Aragón, también para el conjunto del territorio español, los datos del Ministerio de Agricultura, Medio Rural y Marino son demoledores: la renta agraria neta -descontados costes de producción- registró el año pasado una caída interanual del 5,6%, al sumar 11.404 millones de euros, frente a los 12.080 millones de 2008. No se trata, como puede parecer a primera vista, de un descenso puntual de ingresos fruto de la crisis. Esta cifra es un 26,4% inferior a la media de los últimos cinco años y un 17,2% menor que la de 1990, año en el que el campo español generó 13.765,70 millones de euros en ingresos.

 

El Instituto Nacional de Estadística también realiza un cálculo anual de la producción del sector primario, en este caso a precios de mercado y que engloba a la agricultura, ganadería y pesca. Su resultado dibuja un panorama igual de desolador: una caída del 2,4% en el volumen de producción, un descenso de precios del 4,6% y un desplome del valor global de los productos del 6,9% en comparación con los resultados 2008.

Efecto indirecto

Las estadísticas confirman también que las negativas cuentas de resultados del sector han hecho mella en los bolsillos de los agricultores y ganaderos y explican la pérdida el año pasado de 36.600 empleos a tiempo completo, o lo que es lo mismo, un descenso del 3,9% en el número de trabajadores con dedicación exclusiva al campo, según datos de Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas (COAG) -en la que está integrada la aragonesa UAGA-.

 

Los efectos de esa pérdida de negocio y de empleo afectaron también a otros sectores de forma indirecta, pues los profesionales que se mantuvieron activos tuvieron que recortar un 29,4% el consumo de fertilizantes; un 5,6% el de gasóleo y lubricantes para sus tractores, cosechadoras y recolectoras; y otro 5,6% el de piensos para el ganado.

 

Para entender la verdadera causa de esa ruina hay que observar la diferencia entre los precios pagados en origen por las grandes distribuidoras de alimentos y los que luego dichas firmas cobran en sus establecimientos a los consumidores.

 

Según los índices de precios en origen y destino que publican las organizaciones agrarias en colaboración con las asociaciones de consumidores, en enero de 2009 un agricultor recibía 11 céntimos por cada kilo de cebollas que después se vendían en el súper a 1,1 euros el kilo (una diferencia del 1.000%). Por un kilo de limones, que costaban 1,78 euros en tienda, el productor percibía 13 céntimos (un 1.369% menos). Así con todos los productos, que en su conjunto registraban una diferencia media de precios del 403% entre la huerta y la mesa a comienzos de año. Ese desfase llegó a alcanzar el 603% en junio, y cerró 2009 en el 416%.

 

"Lo que vendemos no vale nada, y lo que necesitamos para producir está por las nubes", así resumen los dirigentes agrarios el enojo y la ruina de miles de agricultores y ganaderos.