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Ferias para consumidores y jubilados, una historia de amor en Alemania

Azuzados por la curiosidad y con la cartera lista, los miembros de este coelctivo invaden la 'Semana Verde' de Berlín, la mayor feria agropecuaria para consumidores, ávidos de delicias gastronómicas.

'Semana Verde' de Berlín
'Semana Verde' de Berlín
EFE

Ejércitos de jubilados, azuzados por la curiosidad y con la cartera lista, invaden la 'Semana Verde' de Berlín, la mayor feria agropecuaria para consumidores, ávidos de delicias gastronómicas, folclore y presentaciones de productos.


Pertrechados con mochilas, botellines de agua, zapatillas cómodas y cámaras de fotos, como salidos del manual del perfecto turista, miles de alemanes retirados pasean de puesto en puesto, disfrutando por igual de la carne curada de bisonte canadiense, los camarones tailandeses en salsa agridulce, las mandarinas 'kinnows' de Pakistán y los vinos argentinos.


Todo parece interesarles profundamente; desde los pabellones dedicados a la agricultura ecológica, a los puestos de especialidades regionales, pasando por las áreas para animales -ya sean domésticos, de granja o exóticos-, los de electrodomésticos, y el aplaudido "Hall de las flores".


Observan y escuchan con atención, comen, beben y tocan, comentan entre ellos sin parar y, en muchas ocasiones para alegría de organizadores y expositores, también compran.


La organización de la 'Semana Verde' estima que el 75 por ciento de las más de 400.000 personas que van a visitar este año la feria son público no especializado -curiosos, en otras palabras- que le dedican a la muestra una buena porción de tiempo y no sólo los doce euros que cuesta la entrada normal.


Los cafés y restaurantes de la feria son un hervidero de visitantes, en su mayoría canosos y sin prisas, apenas hay mesas libres, y la mayoría de expositores cuenta a su vez con concurridos puntos de venta de los productos agrícolas y gastronómicos que promocionan.


Según las cifra de la organización, en las últimas dos ediciones, el visitante medio se dejó 106 y 110 euros, respectivamente, lo que supuso unas ventas agregadas para los expositores durante los diez días de la muestra de 42 y 45 millones de euros.


Algo más del 20 por ciento de este dinero, unos 24 euros, va directamente a comida y bebida, explica la organización; el resto, a la compra de productos.


El potencial de la feria es tal que, más allá de su área temática original, varios de sus pabellones se dedican este año a todo tipo de bienes, desde los presuntamente relacionados con la agricultura y la gastronomía, como tarteras y cuchillos, hasta lujosos "jacuzzis", mosquiteras, alarmas para el hogar, escaleras plegables y velas de olor.


Comerciales de licuadoras, planchas de vapor, sillones de masaje, limpiacristales, pegamentos de contacto y hasta escobillas de baño de mango flexible realizan demostraciones de sus productos en directo ante grupos de jubilados que no pierden detalle de las explicaciones.


"Funciona muy bien", reconoce a Efe una vendedora de los ralladores de verduras y hortalizas "Genius" mientras su responsable, Volker Gozemba, explica con micrófono ante unas personas mayores las bonanzas de su producto.


"La gente ve las demostraciones y se queda admirada. Lo compran en el acto y luego se lo cuentan a sus amigos y conocidos para que vengan. Estamos muy contentos", agregó la comercial, que prefirió no dar su nombre.


Las oportunidades que ofrece esta feria berlinesa son tan favorables que incluso partidos políticos, como La Izquierda, e instituciones nacionales e internacionales, como las Fuerzas Armadas alemanas y la Comisión Europea (CE), cuentan con puestos propios en el recinto.


En Alemania hay alrededor de diez millones de jubilados en la actualidad, según datos oficiales, y para los que han cotizado el máximo de años, a pensión media ascendía el año pasado a 1.236 euros mensuales.