¿Sabes qué es el decrecimiento?

Esta corriente de pensamiento político, económico y social que aboga por reducir de forma controlada la producción económica y por el equilibrio entre el ser humano y la naturaleza cada año está ganando más adeptos. Aquí tienes unas claves para poder entenderla mejor.

Numerosos teóricos sostienen que es necesario consumir menos recursos y propiciar un cambio de valores para hacer el mundo de hoy en día sostenible.
Numerosos teóricos sostienen que es necesario consumir menos recursos y propiciar un cambio de valores para hacer el mundo de hoy en día sostenible.

Esta premisa es conocida por todos: los recursos del planeta son limitados y las sociedades occidentales se basan en el consumo y la producción económica. No obstante, es posible que no haya el mismo grado de acuerdo en que estos medios vayan a acabarse dentro de unos años si se sigue viviendo al ritmo actual ni en que sea necesario un cambio de valores para hacer el mundo de hoy en día sostenible.

Este es uno de los postulados que defiende el decrecimiento: una corriente de pensamiento político, económico y social que aboga por reducir de forma controlada la producción económica con el fin de establecer una nueva relación de equilibrio entre el ser humano y la naturaleza. Lo hace ante la posible falta de recursos naturales dentro de unas décadas y está ganando cada vez más adeptos en los últimos años.

Esto es debido a una mayor concienciación medioambiental y a fenómenos como el cambio climático, cuyos efectos ya se perciben con claridad en ciertas partes del mundo. Aquí puedes encontrar unas claves para entender mejor el decrecimiento.

Las necesidades humanas: el economista Max Neef sostiene que las necesidades humanas fundamentales "son pocas, delimitadas y clasificables". Las de un individuo que pertenece a una sociedad consumista son las mismas del que pertenece a una sociedad ascética, según el autor. "Lo que cambia es la cantidad y calidad de los satisfactores elegidos y las posibilidades de tener acceso a los satisfactores requeridos", afirma. El crecimiento limitado: el estadístico Nicholas Georgescu-Roegen propuso en los años sesenta una teoría económica alternativa llamada bioeconomía. Tras estudiar la economía clásica, puso en duda los movimientos reversibles que no cuentan con factores como el espacio y el tiempo, basando sus pensamientos en la termodinámica y la biología. Así, contemplando el uso de las materias (también finitas), percibió la termodinámica como una ley incompleta, inventando así la ‘Ley de Georgescu-Roegen’, que establece que "la materia disponible se degrada de forma contínua en materia no disponible de forma práctica". Así, la termodinámica fundamentaba para él "la realidad insostenible de la economía neoclásica en términos ecológicos, así como la imposibilidad de un crecimiento ilimitado". Las desigualdades latentes: el filósofo francés Serge Latouche sostiene que en la actualidad asistimos a un crecimiento ilimitado de las técnicas que permiten la creación de medios cada vez más avanzados y accesibles que permiten "desposeer a los ciudadanos del dominio de sus propias vidas” así como acrecentar las desigualdades entre el norte y el sur. Unas premisas que, en opinión del autor, hacen que la sociedad del crecimiento "repose sobre la acumulación ilimitada de riqueza, la destrucción de la naturaleza y la generación de desigualdades sociales". El consumo continuado: en España, teóricos como el profesor de Ciencia Política Carlos Taibo también abogan por estas tesis. "El crecimiento económico no provoca necesariamente cohesión social, lo que se demuestra a menudo en las agresiones medioambientales literalmente irreversibles que se llevan a cabo, facilitándose así el agotamiento de recursos escasos que no van a estar a disposición de las generaciones venideras y situándonos en el marco de un modo de vida esclavo que nos aconseja concluir que seremos más felices cuantos más bienes acertemos a consumir", afirma Taibo. Unas ‘verdades’ que para el profesor merecen ser cuestionadas "hipercríticamente".

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