Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Aragón investiga con EE. UU. para transformar el trigo y la cebada en plantas perennes

Siembra directa de trigo en un campo aragonés
Siembra directa de trigo en un campo aragonés
AGRACOM

Es un proyecto internacional financiado por el Joint Genome Institute (EE. UU.) en el que participan Pilar Catalán, coordinadora del grupo Bioflora de la Universidad de Zaragoza, y Bruno Contreras, coordinador del grupo Biología Computacional y Estructural de la Estación Experimental de Aula Dei (CSIC), junto con colegas de las universidades norteamericanas de Harvard, Wisconsin-Madison, Vermont y Michigan. Con él se pretende profundizar en los mecanismos que regulan el cambio de plantas anuales a perennes, una transición que, aunque ha aparecido a lo largo de la evolución de muchos grupos de plantas, todavía supone una incógnita ya que no se conocen bien los mecanismos que han podido producirla", destacan los investigadores.


Por eso, el objetivo final es conocer las posibilidades de transformación de plantas anuales en perennes, lo que permitiría que cereales anuales como el trigo, la cebada o el centeno pudieran desarrollarse durante más años. Con ello se reducirían las labores de siembra y los costes del cultivo. Eso desde el punto de vista agronómico, porque según los investigadores, el estudio tiene también un "gran interés económico" ya que las principales gramíneas bioenergéticas (de las que se extraen combustibles verdes como el etanol) son plantas perennes muy robustas que producen una elevada cantidad de biomasa.


Los estudios van a realizarse en gramíneas de tipo Brachypodium, "plantas silvestres que se reproducen fácilmente en campo e invernadero, capaces de crecer en condiciones controladas y que germinan adecuadamente", señala Pilar Catalán, investigadora y profesora de la escuela Politécnica Superior de Huesca. Hay otro motivo. "Su genoma es más pequeño que el de los cereales templados, aunque evolutiva y genéticamente guarda similitudes con los cereales", apunta Catalán, que explica que el objetivo es trasladar los resultados que se obtengan en estas plantas modelo a los cereales y a otras gramíneas, analizando cómo se expresan los genes y cómo responden las plantas ante el estrés ambiental o los patógenos. "Después los comparamos con los del trigo o la cebada para ver si se reproduce la misma respuesta génica en unos y otros y facilitar la selección de líneas tolerantes", matiza la investigadora.


Para ello, detalla Catalán, con las gramíneas modelo se realizarán, entre otros, estudios de tolerancia y sensibilidad a estrés (sequía, frío/calor, metales pesados), resistencia a fitofago, enraizamiento o tiempos de floración.

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