FÚTBOL REGIONAL

¿En qué se gastan su presupuesto los clubes de fútbol aragoneses?

Arbitrajes, desplazamientos, instalaciones, material? Las partidas son comunes en los balances, aunque cada entidad tiene sus particularidades.

Imagen del San Gregorio-Balsas Picarral, de División de Honor Cadete
Imagen del San Gregorio-Balsas Picarral, de División de Honor Cadete
M. S./BIQÚBICA

José Antonio Velilla está cortando el césped. Le acompaña un vocal de la directiva. El presidente del CD Garrapinillos no se encuentra en su jardín. «El mantenimiento del terreno de juego lo llevamos nosotros. Es costoso, también desde el punto de vista económico. Hemos pedido una subvención de 12.000 euros al Ayuntamiento de Zaragoza. Irá destinada por completo al campo y a los vestuarios», explica Velilla. La entidad zaragozana es de las pocas que conserva un terreno de juego con hierba natural, lo que obliga a destinar un buen pellizco del presupuesto del club a este menester.


La partida referente al mantenimiento de las instalaciones no es exclusiva del Garrapinillos. Mantener las instalaciones limpias y cuidadas forma parte del cometido de los clubes. En algunos, esta tarea la realizan los propios integrantes de la entidad. De forma altruista, claro. En otros, por falta de voluntarios, ésta se asigna a empresas especializadas. Es el caso del Oliver. «La limpieza de las instalaciones nos supone un gasto relevante, de unos 16.000 euros anuales. En cuanto al mantenimiento, en algunas cosas no podemos recurrir a voluntarios. Y no nos queda otra que contratar empresas, como con el aire acondicionado», señala Luis Soguero, su presidente. En el Giner, la situación es distinta. «Afortunadamente, en nuestro club quedan directivos y algún colaborador que, sin tener ningún tipo de vinculación directa −hijos o nietos jugando−, se desviven. Su labor es importantísima», subraya José Luis Hernández, su máximo dirigente. Porque, ¿en qué se gastan los clubes aragoneses su presupuesto? La pregunta no es trivial.

Todo cuesta

Aunque cada entidad tiene sus particularidades, los desembolsos que recogen sus balances tienen numerosas similitudes. Gastos en arbitrajes, desplazamientos, mantenimiento y limpieza de instalaciones, material deportivo… Y también, lo que cuesta el personal. «En esto se nos va más o menos el 35 por ciento del presupuesto anual. Todos los entrenadores, a partir de infantiles, reciben una contraprestación económica. Además, contamos con la labor de dos fisioterapeutas», señala Luis Soguero, del Oliver. «Nosotros tenemos 19 equipos, cada uno dirigido por dos entrenadores. La mayoría son titulados. Sabemos que, si lo hacen, es porque les gusta. Pero se les remunera para que no les cueste dinero. Lo que ocurre es que, esa pequeña paga, multiplicada por tantos entrenadores, acaba convirtiéndose en un gasto importante», comenta Santiago Vela, presidente en funciones del Balsas Picarral. Para hacerse una idea, el dato que desvela José Antonio Velilla: «Los entrenadores cobran unos 80 euros al mes en Garrapinillos».


450 euros de media es lo que le cuesta de media cada desplazamiento al Giner. En el Balsas Picarral, además de las pequeñas subvenciones que se reciben para afrontar los viajes, los padres juegan un papel fundamental: pagan cada vez que se suben al autobús. La Federación Aragonesa de Fútbol es destinataria de otra jugosa cantidad de dinero. O el Colegio de Entrenadores. «Sanciones, fichas, mutualidad… En total, unos 6.000 euros», afirma Luis Soguero, del Oliver, club que desembolsa una gran cantidad de dinero cada año en la renovación del material deportivo: «Le damos una importancia máxima a esto. Por eso, no somos nada rácanos en la compra de balones. A los jugadores se les entrega una vestimenta personalizada. También hemos adquirido material de trabajo de élite. En total, unos 40.000 euros».

Un lamento habitual

También es común a todos los clubes un lamento: cada vez cuesta más encontrar a personas que, desinteresadamente, tiren del carro. «Se ve una evolución hacia la profesionalización de la gestión en los clubes deportivos. El voluntariado está desapareciendo en nuestro ámbito y eso nos dificulta implicar a nuevos directivos. Hace diez años, cuando yo empecé, todo era voluntario. Ahora, pocos quieren trabajar de forma altruista. Si la gestión se profesionaliza, el fútbol base será más caro», opina Soguero, en comunión con sus homólogos. José Luis Hernández ha vivido algo similar en el Giner: «Cuesta mucho encontrar a gente dispuesta a invertir su tiempo en esto. Por suerte, nosotros hemos estrenado esta temporada la figura del directivo-delegado. Cada uno de nuestros equipos tiene uno. Es una especie de Butragueño. Pero no ha sido sencillo». Por suerte, aún quedan personas con esa loable disposición. Que se lo digan a José Luis Velilla. Al colgar el teléfono, siguió con el césped.