MONTAÑISMO

Pauner abraza el Manaslu

El alpinista jaqués conquista su décimo ochomil y desciende hasta el campo base, donde se recupera del esfuerzo.

Pauner abraza el Manaslu
Pauner abraza el Manaslu

Carlos Pauner puede presumir desde ayer de tener un nuevo ochomil a sus espaldas. A las nueve de la mañana (hora española), el alpinista jaqués logró acariciar con sus propias manos el punto más elevado del Manaslu (8.163 metros). "Me llevo la décima cima a España; estoy cansado, pero muy contento y muy emocionado", comunicó por teléfono desde el campo base (4.950 m), donde llegó a última hora de la tarde tras 17 horas sin descanso.


El aragonés cierra de esta forma un 2010 mágico. Por segunda vez en su carrera ha conseguido hacer cumbre en dos ochomiles durante un mismo año. Tras subir el Annapurna en julio, el Manaslu engrosa ya la relación de colosos hollados por Pauner. En esta lista, en la que con la de ayer son ya diez las tachaduras que tiene, solo restan cuatro rayas, cuatro borrones, para clausurar el proyecto de conquista de las 14 cimas más prominentes del planeta.


Esta vez sí. Ni las incesantes lluvias, ni las copiosas nieves, ni las intensas rachas de viento. Ningún elemento de la madre naturaleza tuvo en esta ocasión más fuerza que Carlos Pauner. La energía, la garra y el brío del montañero aragonés volvieron a ser clave para plantar ayer por la mañana una bandera de Aragón sobre un firme que sobrepasa los 8.000 m de altura. Fue en el punto donde se acaba el Manaslu, donde ya no se puede seguir caminando o escalando hacia arriba porque ya no existe suelo que pisar o pared que trepar. Ese lugar, inhóspito e inalcanzable para la mayoría de seres vivos, ya lo descubrió el desaparecido Pepe Garcés en el año 2000.


Era ahora o nunca. La meteorología, esa que tanto ha zarandeado la expedición de Pauner durante los últimos 23 días, no aprobaba más intentos. Y el alpinista del club Montañeros de Aragón no desaprovechó la ocasión. Tras cumplir seis horas de ascensión y salvar 700 metros de desnivel desde el campo 4 (7.400 m), Pauner abrazó la cima. Lo hizo junto a Carlos Soria y los dos sherpas que les acompañaban. El veterano montañero madrileño de 71 años se convirtió, casi sin quererlo, en el compañero invitado a compartir el éxito de Pauner. En la madrugada del viernes, durante el ascenso desde el campo 2 (6.400 m) al campo 4, el montañero oscense vio cómo se quedaba sin la ayuda de Unai Llantada y de Xavi Arias, los otros dos himalayistas de la expedición que seguían adelante tras el regreso anticipado del zaragozano Javier Pérez al campo base.


Pauner y Soria, en compañía de sus dos sherpas, gozaron durante la jornada de ayer del triunfo que supone asomarse a un balcón a 8.163 metros sobre el nivel del mar. Fueron unos instantes para disfrutar y saborear dentro de 17 horas de desgaste extremo. A las tres de la madrugada de ayer (hora española) partieron desde el campo 4 con la intención de superar los 700 metros de desnivel y llegar a la cima siete horas más tarde. Las condiciones meteorológicas fueron, esta vez sí, más favorables. "El día fue espectacular", manifestó Pauner antes de emprender el descenso. El viento amenazante que durante las horas previas azotó la tienda en la que durmieron los alpinistas había amainado. Este factor contribuyó a la buena visibilidad del terreno y facilitó en cierta medida el último esfuerzo. En estas circunstancias, a las nueve de la mañana (hora española), Pauner conquistaba su décimo ochomil rodeado de un manto blanco y de un horizonte azul.


La satisfacción era máxima, pero el camino de vuelta era largo y todavía quedaba mucho día por delante. Todavía no estaba claro si Pauner dormiría en el campo 2, previo paso por el 4 para recoger la tienda de campaña e hidratarse, o si por el contrario lo haría en el campo base.


Con una voz que denotaba cansancio, Pauner avisaba a media tarde de que ya se encontraba en el campo 2 y de que se sentía con fuerzas para caminar las tres horas que le separaban del base. Las noticias continuaban siendo buenas, ya que el tiempo no podía ser más óptimo en esa zona de la cordillera del Himalaya.


Finalmente y tras casi 17 horas desde que partiera del campo 4 para hacer cumbre, el alpinista jaqués llegó al campo base, donde le esperaban Javier Pérez y el resto de compañeros de expedición. En el lugar más seguro, Pauner pudo por fin descansar, comer e hidratarse tras un prolongado descenso de más de diez horas de duración.


Dulce regreso

Pauner y Pérez abandonarán el Manaslu en los próximos días y, si todo va según lo previsto, entre el 8 y el 10 de octubre llegarán a la capital aragonesa. Será un regreso muy diferente al que tuvieron en abril del año pasado. No tanto para el zaragozano, que tuvo que abandonar la presente aventura por unos problemas de garganta, y sí más para el jaqués. Ambos tenían una espina clavada con el Manaslu, una montaña de la cual se tuvieron que volver de vacío en la primavera de 2009. A escasos 60 metros para tocar el cielo se esfumaron entonces sus posibilidades de alcanzar la cima. Una ventisca terrible les obligó a optar por la renuncia de aquel reto. La nieve ocultó en aquella experiencia los campos 2 y 3, y pese a que ni Pauner ni Pérez sufrieron secuelas físicas, la victoria en aquella ocasión consistió en regresar a casa.


En los próximos días tomarán el mismo camino, repetirán la ruta, pero para Pauner la experiencia resultará mucho más dulce, una vez añadido el Manaslu a su brillante y creciente expediente. De momento, ya van diez ochomiles.