Un Dakar para el 'ángel'

El transcurso de la presente edición del rally recuerda a lo vivido en 2013, cuando el aragonés Paco Martínez se olvidó de competir para salvar a varios pilotos en peligro.

El aragonés Paco Martínez ayudó a sus rivales en el Dakar 2013.
El aragonés Paco Martínez ayudó a sus rivales en el Dakar 2013.
Dakar.com

El transcurso del Dakar, con dos jornadas suspendidas y alrededor de 1.500 kilómetros sin disputar, está resultando más complicado de lo esperado. La pasada semana, la entrada del rally en Bolivia trajo lluvias torrenciales y la imposibilidad de completar el tramo Tupiza-Oruro; este martes, un gigantesco desprendimiento de tierra también provocado por las tormentas obligó a suspender la etapa reina. El paso de los pilotos quedó bloqueado en Jujuy (Argentina) y no hubo opción de encarar la distancia entre Salta y Chilecito, en un episodio que trajo a la memoria la edición de 2013.


Era la quinta ocasión en que la carrera se desarrollaba en Sudamérica. Los días se sucedieron con aparente normalidad en el primer intérvalo, hasta que un tremendo temporal sorprendió a la organización en la octava etapa, ubicada, precisamente, entre la provincia de Salta y San Miguel de Tucumán (Argentina). El agua caída con violencia sobre la cordillera de los Andes derivó en ríos de fango que descendieron hasta llegar a las pistas y hacer que un buen número de motociclistas quedasen atrapados. Ahí apareció la figura del aragonés Paco Martínez, conocido desde entonces como el 'ángel del Dakar'.


Había viajado como mochilero de Kawasaki -concretamente de Juan Ortiz, Diego Demelchori y Patricio Cabrera- y acabó siendo el guardían de una decena de pilotos que luchaban por salvar sus vidas. "Cuando vi lo que estaba sucediendo no dudé ni un segundo: la competición había terminado para mí. No entendía otra cosa que no fuese ayudar a los compañeros, fuesen de la escudería que fuesen", explica el de las Parras de Castellote, recordando una hazaña que duró más de 15 horas. "La chilena Gardulski es la que más me viene a la cabeza. Atravesaba una situación dramática, cubierta completamente por una ola. Si no llego a tiempo no sé qué hubiese pasado", señala, y reconoce que su actuación cambió en parte la mentalidad competidora.


"Considero que se abrió la puerta hacia la solidaridad, aunque siempre va a haber quien piense únicamente en llegar el primero a la meta y no tenga en cuenta los peligros", continúa Martínez, que acabó recibiendo el reconocimiento de todos. "Al principio mi equipo me abroncó por colaborar con los rivales, pero el enfado se les pasó al comprobar la repercusión que había tenido. Fui el hombre del día; poco importó el ganador de la etapa porque alguien se había dedicado a salvar a los demás", ensalza, antes de valorar lo que está siendo el Dakar 2017.


"Las condiciones climatológicas son similares a las que vivimos nosotros; la organización no tiene nada que ver. A nosotros aquel día se nos dijo que continuáramos, y en eso consiste la prueba de motor más dura del planeta. Este año están suspendiendo las etapas y todo parece aburrido. No es que defienda que se ponga en riesgo la seguridad de los pilotos, pero tampoco es normal tanto parón. No beneficia al espectáculo", lamenta este albañil de 39 años que no deja de soñar con una nueva oportunidad.


"Mi primera vez fue en 2012, cuando construí una moto -base de una Kawasaki, motor de arranque de enduro, embrague automático, sujeciones en polietileno y cola de una Yamaha- con mis propias manos y marché para cumplir mi gran reto. Después, en 2013, viví una de las experiencias más maravillosas de mi vida ayudando al resto. Entiendo que mi ambición ya no es la misma, pero nunca se sabe. No me cierro en banda, aunque sé mejor que nadie lo que cuesta -hacen falta unos 70.000 euros- participar y que no será fácil", concluye.

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