"En la etapa de 91 kilómetros me guardé los mensajes de ánimo por si pensaba en abandonar"

Jorge Jordán, un zaragozano que ha acabado el Marathon des Sables, relata la dura y gratificante experiencia de recorrer 250 kilómetros por el desierto.

Jorge Jordán, antes del inicio de una de las etapas del Marathon des Sables
Jorge Jordán, antes del inicio de una de las etapas del Marathon des Sables
CIMBALY/Covadonga Cué © MDS 2015

El primer día corrió 36,2 kilómetros por el desierto. El segundo, 31,1 más. El tercero, otros 36,7. El cuarto, nada más y nada menos que 91,7 y el quinto, un maratón (42,2 km.). Y aún le quedaron fuerzas (no muchas) para correr los 11,5 kilómetros solidarios de la etapa de Unicef con la que acababa la trigésima edición del Marathon des Sables, una de las pruebas de autosuficiencia más duras del mundo. En total, Jorge Jordán, un zaragozano de 34 años, ha recorrido 249,4 kilómetros por el desierto del Sáhara para cubrir la distancia que separa las poblaciones de Tamanrasset e In Guezzam.


Una experiencia tan dura como increíble que no muchos han tenido la oportunidad de vivir, y de la que este aragonés ha regresado con un meritorio puesto 161, acabando como el octavo mejor español de los 56 que participaron, tras invertir 34 horas y 20 minutos en completar las cinco etapas. Pero Jordán no solo ha tenido que luchar contra la distancia y el tiempo, sino también contra el calor sofocante del desierto, contra las dunas y los desniveles, contra el peso de su mochila (9 kilos) y contra la incomodidad de tener que preparar su propia comida al final de cada etapa y de dormir en el suelo de una jaima, las tiendas de campaña de los pueblos nómadas del norte de África.


“Llevaba mucho tiempo soñando con esta aventura y al principio no me creía que estuviera allí, con la de veces que lo había visto en fotos”, asegura Jorge Jordán, ya en Zaragoza. “Ha sido una experiencia increíble. Sabía que iba a ser algo especial, pero hasta que no lo vives no te lo puedes imaginar”, indica el aragonés, que una vez pasado el cansancio ya solo recuerda las cosas positivas. Además, Jordán no solo acabó la prueba, sino que lo hizo en una posición inesperada. “Iba con la intención de acabarlo, pero no esperaba quedar tan bien, ya que no tenía experiencia en pruebas por etapas tan duras”, indica.


En pleno desierto ha compartido aventuras con atletas de prestigio como Chema Martínez, con el que los españoles que participaron entablaron una gran relación. “Al principio lo mirábamos con mucho respeto, pero al poco tiempo era uno más”, indica el zaragozano, quien destaca la amistad surgida a lo largo de esos 10 días como uno de los aspectos más positivos de la prueba.


Otra de las cosas que ha aprendido, además de que querer es poder, es que el desierto no es tan llano como cualquier persona que no ha atravesado las dunas se puede imaginar. De hecho, los corredores han tenido que superar grandes dunas y desniveles del 25% de media, llegando incluso al 30% en determinadas zonas. Tras un centenar de kilómetros en las tres primeras etapas, llegó la gran prueba, la temida y respetada jornada de 91,7 kilómetros.


“Después de cada etapa nos daban los mensajes que nos había mandado la gente a través de la web, tanto de nuestros familiares y amigos como de desconocidos que lo habían visto en las redes sociales y nos daban ánimos. El día anterior a esta etapa decidí guardarme los mensajes por si en algún momento pensaba en abandonar”, asegura Jorge, quien finalmente no tuvo que recurrir a este truco. Su mente fue más fuerte que el cansancio. “Los primeros 50 kilómetros los hice con las piernas, pero a partir de ahí corres con la cabeza”, confiesa el zaragozano. Durante la prueba, hubo momentos en los que tuvo que recurrir a la música para no pensar demasiado, pero no pudo evitar preguntarse que por qué se había metido en ese lío.


“Tan pronto se sientes con fuerzas para correr lo que haga falta como te hundes y piensas que no puedes dar ni un paso más. En algunos momentos incluso pensé que me iba a desmayar. Cuando llegué y me quité las zapatillas pensé que no me habían dolido los pies tanto en mi vida. Estaba tan cansado que me tuve que tomar un analgésico para poder dormir”, recuerda el aragonés, al que le duró poco el pensamiento de no volver a pisar el desierto. “Dos días después ya estaba pensando que me gustaría volver. Pero, desde luego, no este año ni el que viene”, bromea Jorge Jordán.