Alpinismo

La voluntad de hierro de Carlos Sanz conquista el helado campo base del Everest

El deportista aragonés se ha convertido en la primera persona con cuatro trasplantes de hígado y dos prótesis de cadera que alcanza el campo base del Everest.

Carlos Sanz en el campo base con la bandera de Aragón
Carlos Sanz en el campo base con la bandera de Aragón

Hace apenas un mes Carlos Sanz Hernández, con cuatro trasplantes de hígado y dos prótesis de cadera, se embarcó en uno de los retos más importantes de su carrera, llegar al campo base del Everest y convertirse en la primera persona en sus condiciones en lograrlo.


Después de nueve días de lucha contra hielo, nieve, mal de altura, largas jornadas de marcha, etc., la voluntad de este aragonés, que ha demostrado ser de hierro, conquistó el helado campo base del Everest y llegó hasta los 5.500 metros.


"Ha sido una experiencia increíble, humana y deportivamente, -explica Sanz-. Deportivamente por ser la primera persona en mis condiciones en llegar hasta allí y humana porque ves cómo vive el mundo sherpa y los pueblos de la zona que no tienen prácticamente de nada y, sin embargo, son felices".


Con un objetivo propio, Carlos Sanz acompañó al alpinista Carlos Pauner en su proyecto de ascender los 14 ochomiles sin oxígeno, hasta el primer campo base. Junto a ellos Raúl Martínez y otros cinco montañeros participaron en la expedición que aún no ha terminado para ellos. "La relación con los sherpas y con dos montañeros andorranos que estuvieron ayudándonos y tirando de nosotros es otra de las grandes cosas que me llevo de este viaje", asegura Sanz.


Tenacidad frente a la adversidad

Lo más duro para el árbitro, atleta, nadador y, por supuesto, montañero, fue el mal de altura, que le afectó a los 4.200 metros, a la par que a Pauner, causándole una "tarde y noche horrorosas" con náuseas, vomitos, fiebre y diarrea.


Además, recuerda especialmente el segundo día, cuando alcanzaron los 3.450, tras hacer dos etapas en una con un intenso frío y una gran nevada. "Llegué reventado y pensando que todavía quedaba una semana por delante, pero feliz por conseguir una etapa más", explica el zaragozano. "Fue duro -añade-, pero nunca pensé en abandonar, en que no lo lograría".


Lo mejor para él fue, sin duda, "demostrar a la gente que lo está pasando mal que con fuerza de voluntad todo se puede superar, y que si algo no se consigue no debe ser por uno mismo". Aunque sin despreciar las fabulosas vistas que ofrece esta maravilla de 8.000 metros. "Sentarse en el campo base viendo la nieve, el sol, las montañas, la cascada de hielo y los aludes cayendo, es algo increíble. Sientes que somos unos privilegiados, que todo el esfuerzo ha merecido la pena", cuenta Sanz.


Un mes después el aragonés valora la experiencia como uno de los retos más importantes de su vida aunque sin desmerecer al de convertirse en campeón del mundo de atletismo tras sus cuatro trasplantes ni al de ser campeón latinoamericano de natación después de que le implantaran dos prótesis de cadera. Respecto a la montaña había escalado picos de 3.000 en los Pirineos, "pero poco más".


A por el récord del mundo

La satisfacción de la hazaña conseguida lleva a Carlos a pensar ya en su próximo objetivo: los 6.000 metros en el Aconcagua. Algo que espera realizar en enero de 2014 o 2015.


En el Everest se quedó a 300 metros del récord de altura de una persona trasplantada logrado en el Kilimanjaro, por ello asegura: "El estar tan cerca de algo que nunca pensabas que podrías conseguir, te lleva a querer hacerlo realidad".


Su objetivo principal, además del reto personal es seguir sensibilizando a la sociedad sobre "el triunfo de la voluntad" y elevar la donación de órganos, algo por lo que lleva luchando desde hace años desde la fundación que lleva su nombre.