Crónica desde el Everest

Pauner alcanza el campo 3 en la conquista del Everest

Con la expedición en el Himalaya, que comenzó hace un mes, el aragonés pretende completar los catorce ochomiles sin oxígeno.

Carlos Pauner en su ascenso al Everest
Carlos Pauner en su ascenso al Everest

El deportista aragonés, Carlos Pauner, narra en su página web el día a día de su ascenso al Everest, una expedición que comenzó hace un mes junto a Raúl Martínez y Carlos Sanz.


"Nuestras caras fatigadas y nuestros cuerpos vacíos de energía demuestran el gran esfuerzo que hemos realizado en estos tres días. Comenzamos cruzando de nuevo la cascada de hielo, con sus pasos delicados y peligrosos. Llegamos al campo 2 tras atravesar el Valle del Silencio y nos refugiamos en nuestra tienda que ya habíamos montado con anterioridad.


Pasamos una buena noche, mejor que la anterior como es lógico, puesto que la aclimatación ha ido creciendo con el paso del tiempo. Al día siguiente, nos levantamos para poner rumbo al campo 3. Desde el campo 2 se van subiendo unas lomas inclinadas que marcan el final del Valle del Silencio, para ir a topar directamente con la gran rimaya de la pared del Lhotse, una profunda grieta que marca el cambio de pendiente. Una vez superada, nos encontramos con unos muros helados, más o menos verticales, pero que gracias a la cuerda instalada, no revisten de dificultad especial. Eso sí, el cansancio de los 7.000 metros se hace notar y cada paso cuesta una eternidad en lo físico y en lo mental. Llegamos a la exígua plataforma que supone el emplazamiento del campo 3 y preparamos la plataforma para instalar la tienda. Ya dentro, como siempre, fundir nieve, hidratarnos lo mínimo y nada de hambre. La noche no fue mala, aunque sí fría (Unos 28 grados bajo cero).


A la mañana siguiente, viento helador que nos atenazó en el descenso del muro. Poco a poco llegamos a cotas más agradables y proseguimos el descenso hasta el campo base. Al llegar hasta aquí no pudimos dejar de sentir que estábamos como en casa. Calor, oxígeno y comodidades como una ducha que nos hicieron barrer de un plumazo todas las miserias acumuladas en estos días de esfuerzo titánico.


Hoy luce el sol, nuestros cuerpos descansan de la paliza y los dolores poco a poco se van curando. Es una tregua tras el trabajo cumplido. Hemos aclimatado en el campo 3, por encima de los 7.000 m y esto es un paso importantísimo en el transcurso de la expedición. Ahora lameremos nuestras heridas y nos prepararemos para la siguiente batalla, seguramente más cruenta que la que hemos soportado. Ya no hay tregua.


La siguiente salida será más arriba, donde el ambiente es irrespirable, donde traspasaremos la llamada línea de la muerte".