Medio siglo del primer triunfo de etapa de un aragonés en la Vuelta

Tras una cabalgada en solitario desde Lérida Ángel Ibáñez en uno de los lugares más emblemáticos para los aragoneses, la plaza del Pilar de Zaragoza

La primera victoria en una etapa de la Vuelta a España de un ciclista aragonés cumple cincuenta años el próximo martes, 9 de mayo, y la logró tras una cabalgada en solitario desde Lérida Ángel Ibáñez en uno de los lugares más emblemáticos para los aragoneses, la plaza del Pilar de Zaragoza.

"Aquel día me había marcado el intentar la escapada en solitario y ya en los primeros kilómetros me metí en el grupo que se fugó y después al paso por Binéfar conseguí quedarme solo", explica desde la tienda de bicicletas de Torredembarra (Tarragona) que montó tras finalizar su periplo profesional en el ciclismo. Ángel Ibáñez, nacido en la población zaragozana de Bárboles el 13 de enero de 1939, abrió el palmarés de los aragoneses en una de las tres grandes pruebas del calendario ciclista.

El triunfo en la plaza del Pilar siempre le trae "muy buenos recuerdos" y de hecho le viene a la memoria, "aunque cada día falla un poco más", cada vez que se desplaza a la capital aragonesa y rinde la obligada visita a la Basílica pilarista.

"Hoy sería imposible de repetir y creo que ya no volvió a haber ese final en ninguna edición de la Vuelta, ya que empezó a llegar al Parque Grande. Además ese año se estrenó el paso por el puente de Santiago para cruzar el Ebro y llegar a la plaza", recuerda. De su victoria reconoce que "no fue fácil" y tuvo que estar "muy fuerte en los últimos kilómetros de la etapa para poder conseguirlo", de hecho por Huesca pasó con "dieciséis o diecisiete minutos y el pelotón venía a por mí", aunque finalmente logró su objetivo.

De sus comienzos en pruebas ciclistas rememora que fueron en Escatrón (Zaragoza), -localidad a la que se marchó para trabajar como carnicero con catorce años-, porque le gustaba mucho el ciclismo. Allí ya corría en algunas de las carreras de las fiestas de pueblos como La Puebla de Híjar (Teruel) y otras poblaciones de los alrededores, y tres años después terminó emigrando a Cataluña donde continuó su formación ciclista hasta que llegó a la élite.

"Mi primera bicicleta, con manillar plano, me la compró mi madre en un taller de Alagón y era con la que empecé a correr. Desde luego no tenía nada que ver con las bicicletas de carbono que hay hoy en día y que valen tanto o más que algunos coches", dice. Ibáñez tuvo claro desde sus comienzos que su labor en el pelotón ciclista profesional iba a ser la de "gregario"·, a la que se adapté bien.

Su trayectoria deportiva entre los mejores comenzó en 1960 y se prolongó hasta 1969. En los primeros años compitió como independiente en la máxima categoría y entre 1966 y 1968 defendiendo los colores del equipo Ferrys, con los que obtuvo su gran victoria y donde coincidió con el catalán José Pérez Francés y el valenciano Angelino Soler, mientras que en su último año compitió con el equipo Pepsi-Cola. En la Vuelta a España participó en cuatro ocasiones y la consiguió acabar en las ediciones de 1967 (puesto 41) y 1969 (puesto 50), mientras que en las de 1966 y 1968 abandonó.

También recuerda que en el Tour del Porvenir de 1965 compitió con la selección española que arrasó en todas las clasificaciones con el triunfo final de Mariano Díaz, el segundo de José Manuel López Rodríguez y en el que acabó "en el puesto 18". En su breve palmarés figuran la victoria en una etapa de la Vuelta a Andalucía en 1966 y otra en la Bicicleta Eibarresa, "una carrera -recuerda- en la que se me escapó el triunfo final el último día al que llegué líder con 22 segundos pero se disputó en un circuito muy peligroso de 29 kilómetros y no pude conseguirlo".

Sobre el ciclismo actual, "que ha cambiado mucho", reconoce que le sigue gustando verlo, aunque sobre todo los finales de etapa y los últimos kilómetros de carrera, porque con lo que de verdad sigue disfrutando es arreglando y poniendo a punto las bicicletas que llegan a la tienda-taller que en la actualidad regenta su hijo. Tras su paso por el profesionalismo, su vida quedó ligada a la costa mediterránea, aunque siempre ha mantenido vínculos con Aragón, sobre todo Zaragoza, a donde regresa con frecuencia.

Sin embargo, para una gran mayoría es bastante desconocido y los homenajes no han sido muy habituales, algo en lo que reconoce tener parte de culpa porque siempre ha sido "bastante retraído y vergonzoso". De hecho en su pueblo natal, hace unos años, se pusieron en contacto con él para ponerle su nombre a una de las calles pero les hizo desistir de la idea.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión