Colgados en el hielo

Los aragoneses Manu Córdova y Javi Bueno son dos de los mejores escaladores sobre hielo del país.

La escalada sobre hielo suma cada vez más adeptos.
La escalada sobre hielo suma cada vez más adeptos.
HA

Técnica, fría, estética… y arriesgada. Muy arriesgada. Hablamos de la escalada sobre hielo, modalidad que empezó a profesionalizarse a finales de los 90 con las primeras competiciones oficiales y no deja de captar adeptos. La misma consiste en ascender por cascadas congeladas o correderos como los que se localizan en el Pirineo oscense. El valle de Pineta, el de Canal Roya (cabecera del río Aragón) o el de Izas (Sallent de Gállego) son algunos de los puntos más conocidos a nivel amateur. En alta montaña, está el pico Peña Telera (Sierra de la Partacua) o el Taillón (también llamado Punta Negra).

Para practicar este tipo de escalada, resulta imprescindible ir bien equipado -dos piolets, dos cuerdas, tornillos especializados, trampones, arnés y casco- y contar con cierto de grado de experiencia en alpinismo. Además, los expertos ensalzan la importancia de conocer el entorno. Las zonas aptas son muy remotas y ejecutar los rescates en caso de accidente se convierte en tarea ardua. “Siempre digo que hay que estar en el momento justo y en el lugar exacto”, señala Manu Córdova, actual presidente del Grupo de Alta Montaña Español (GAME) y uno de los alpinistas más reconocidos del país. Se inició con esta particular disciplina con solo 15 años y ahora, con 31, exhibe un dominio al alcance de muy pocos.

“Mis primeros pasos fueron junto a Óscar Acín -antiguo director del Centro Especializado de Tecnificación Deportiva de Alta Montaña- y, conforme fui adquiriendo experiencia, comencé a acudir a las competiciones. Con 17 años completé más de 16.000 metros en escalada sobre hielo y al poco de cumplir los 18 participé en un torneo de relevancia en Colorado (Estados Unidos)”, recuerda Córdova, que entre 2006 y 2011 disputó el grueso de las copas mundiales. “Llegué a ser cuarto del mundo y después dejé de competir al más alto nivel. Ahora hago menos escapadas, pero con el espíritu de paladearlas”, valora el zaragozano, que en los tres grandes retos que ha enfrentado este invierno ha estado acompañado del oscense Javi Bueno y de Jonatan Larrañaga, afincado desde hace tiempo en Benasque.

El primero transcurrió por el valle de Izas y consistió en abrir una vía de 250 metros a partir de escalada mixta (roca y hielo). “Fue de una dificultad M9 y lo completamos a mediados de diciembre de 2016. Seguidamente (finales de ese mismo mes), atacamos el llamado tercer muro del circo de Gavarnie, que está cerca pero ya pertenece a Francia”, prosigue su compañero y amigo Bueno, y destaca la dificultad de esa expedición: “Está a 3.000 metros de altitud y se basó en repetir una vía que fue abierta hace unas dos décadas. Es uno de los lugares más remotos que se pueden encontrar, con dificultad de WI5+ sobre hielo”, valora, antes de entrar a definir el tercer y último reto.

“En febrero llevamos a cabo la apertura de una nueva vía en Fonfría que recorre un desplome con colmillos de hielo. Nos costó cuatro días y es de las más difíciles (M11) que hay en el Pirineo”, comenta el de Huesca, que, coincidiendo con Córdova, entiende que el invierno que está a punto de concluir ha sido “muy productivo”. La llegada del deshielo impedirá que prosigan con la actividad, pero ya se marcan nuevos objetivos para la próxima campaña. “Con el paso del tiempo, seleccionas más los desafíos, pero tenemos en mente varios lugares a los que acudir”, concluye.

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