El Mundial del Pollo de Chodes: 120 vueltas con mucha historia

En esta prueba, una carrera que se disputa en la singular plaza del pueblo, han participado atletas como Abel Antón o Mariano Haro. Es una de las pocas corridas de pollos que se mantienen en Aragón.

La plaza de Chodes, preparada para el Mundial del Pollo
La plaza de Chodes, preparada para el Mundial del Pollo
José Antonio Ostáriz

En el palmarés de Abel Antón, entre sus campeonatos del mundo de maratón y sus medallas en pruebas internacionales, aparece un resultado que llama la atención: segundo puesto en el Mundial del Pollo de Chodes. Pero el soriano, uno de los atletas españoles más reconocidos de las últimas décadas, es tan solo una pequeña parte de la gran historia de esta prueba deportiva histórica, que se celebra este domingo (16.30) en la plaza del pueblo coincidiendo con las fiestas en honor de San Miguel Arcángel. Nadie sabe con exactitud cuándo nació, pero en la localidad se habla de más de un siglo e incluso alrededor de dos. Sí hay referencias de esta tradición a principios del siglo XX y se da por hecho que existía ya en el XIX, cuando las corridas de pollos experimentaron su auge en Aragón.


Por aquel entonces, casi todos los pueblos tenían su propia carrera popular de carácter festivo, aunque la inmensa mayoría desaparecieron con el paso de los años. “Se llamaban corridas de pollos porque el premio para el ganador eran tres pollos, dos para el segundo y uno para el tercero, que se colgaban en la meta. También solía haber una cebolla que se llevaba el último o el cuarto, dependiendo de la costumbre de cada lugar”, explica Celedonio García, profesor, investigador y excorredor de cross y carreras pedestres. Junto a José Antonio Adell, también corredor y rival en estas carreras de pollos, ha escrito tres libros en los que profundizan en la historia de esta tradición en Aragón.


Mundial del Pollo de Chodes


Los corredores, preparados en la salida. Foto: José Antonio Ostáriz


“Hay pruebas de que existían en el siglo XVI y a finales del siglo XIX y principios del XX eran habituales en todos los pueblos. La gente corría en ropa interior y descalzos, porque no tenían otra ropa, y solían celebrarse en el camino de entrada al pueblo y más tarde en la era, el campo de fútbol o la plaza. Eran tan populares que la gente de una localidad iba a animar al corredor de su pueblo cuando corría en los alrededores. Incluso tenían su propia música que se interpretaba durante el transcurso de las mismas”, explica García, quien ha participado al menos 20 veces en el Mundial del Pollo de Chodes, conocido así porque gracias a sus importantes premios se convirtió en el referente de estas pruebas.


“Han venido atletas como Mariano Haro, que en aquella época era el atleta más importante de España, Jordi García, campeón del mundo de cross, o Abel Antón, que años después sería campeón mundial de maratón”, asegura José Antonio Ostáriz, vecino de Chodes que ha recopilado mucha información sobre esta prueba. De hecho, cuenta con testimonios que revelan que comenzó a celebrarse en la plaza del pueblo tras la Guerra Civil, ya que antes tenía lugar en una era. Poco a poco, mientras muchas localidades perdían sus corridas de pollos, la de Chodes fue ganando relevancia. “Los premios eran importantes, por eso venían tan buenos corredores”, asegura Mario Blas Jimeno, de 80 años, quien recuerda la carrera pedestre desde que tiene uso de razón.


Mundial del Pollo de Chodes


Un corredor, durante el Mundial del Pollo de Chodes. Foto: José Antonio Ostáriz


La pedestre de Chodes es historia viva del atletismo y la tradición aragonesa. Se trata de una prueba especial y diferente por muchos motivos, desde su localización, en la curiosa plaza poligonal de doce lados, declarada Bien de Interés Cultural, hasta su ambiente, su recorrido y su formato. Consiste en dar 120 vueltas a la plaza, que suponen una distancia de unos 11 kilómetros, aunque también hay una prueba más corta, en la que los participantes dan 60.


La simpleza de su recorrido es, precisamente, una de las causas de su dureza, ya que correr constantemente girando en la misma dirección produce un gran desgaste en los participantes, que tienen que apoyar todo su peso sobre una sola de sus piernas durante toda la prueba. Otra es el formato de la carrera, ya que el único objetivo de los atletas no es llegar a la meta los primeros, que también, sino que durante toda la prueba hay diferentes primas que les obligan a elegir bien su estrategia y estar constantemente alerta.


Mundial del Pollo de Chodes


La banda de música ameniza la carrera. Foto: José Antonio Ostáriz


Para animar la carrera se mantiene la animación musical y hay premios que los corredores pueden ir ganando si cumplen determinados objetivos, como cruzar la línea de salida los primeros en una determinada vuelta -algo parecido a las carreras de ciclismo en pista en las que suma puntos el primero que cruza la meta en determinadas vueltas-, doblar a un rival o evitar ser doblado. De esta forma, los atletas no pueden mantener un ritmo constante y tienen que dosificarse para lograr acabar la prueba en el mejor lugar posible mientras acumulan premios cumpliendo los objetivos que les propone la organización. “Es una carrera diferente en la que el público también tiene su papel. Aunque en los últimos años se ha ido perdiendo y ahora las primas las ponen empresas o comercios a modo de patrocinio, antes eran los propios espectadores los que ponían dinero durante la carrera para retar a los corredores”, explica Ostáriz.


Pero el Mundial del Pollo no solo es especial para los espectadores, sino que muchos de los que lo han corrido mantienen vivas en su memoria las 120 vueltas a la plaza de Chodes. “Es una carrera especial, diferente a todas, con personalidad propia. Es una tradición, el santo y seña de Chodes, que incluso ha puesto al pueblo en el mapa, ya que la prueba es muy conocida. En la época en la que participé yo tenía un gran tirón”, recuerda el campeón del mundo Abel Antón, que corrió en dos ocasiones: “Fui por primera vez cuando tenía 18 años y todavía era junior, en el año 81, y participé en la carrera corta. Decidí ir porque conocía a corredores de Soria que acudían y me habían hablado mucho de Chodes. En el 85 ya corrí la larga porque fui contratado por la organización”.


Como a casi todos los que la han visto o corrido, a Abel Antón le marcó esta carrera de pollos. Tanto que, tras haber competido en cientos de pruebas, muchas de ellas de primer nivel internacional, recuerda perfectamente sus dos participaciones en Chodes. Incluso regresó una tercera vez, aunque en aquella ocasión lo hizo para disfrutar desde la barrera. “Me divertí más como espectador que como corredor, ya que cuando competí acabé con ampollas de correr girando constantemente. La recuerdo como una prueba dura, pero es un espectáculo digno de ver que le recomiendo a todo el mundo. Tanto me gustó que volví a verla años después, cuando ya era campeón de Europa”, explica Antón.


Pero como le ocurrió al campeón del mundo de maratón, para muchos ha sido una de las pruebas más duras que han corrido. “Tengo recortes de prensa de diferentes épocas en las que muchos de los atletas que la corrían decían que era una carrera para masoquistas y que no iban a participar jamás. Uno incluso dijo que tras correr en Chodes no pensaba volver a competir en todo Aragón”, asegura Ostáriz.

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