Kajuki, la estampa oriental junto a Torrero, cambia de ubicación

El gimnasio abierto hace 41 años sigue en activo en sus nuevas instalaciones de Arzobispo Morcillo, 18.

Antiguo emplazamiento del gimnasio Kajuki, en el paseo Cuéllar
Antiguo emplazamiento del gimnasio Kajuki, en el paseo Cuéllar
C. D. Kajuki

De camino a Torrero, en el paseo Cuéllar, 22, llama la atención el arco oriental del Club Deportivo Kajuki, entre el antiguo cine Torrero y la iglesia de San Antonio de Padua. Ese anacronismo arquitectónico lleva allí desde hace varios lustros, donde hasta el mes pasado se impartían clases de artes marciales. Y se siguen impartiendo, pero en una nueva ubicación, en Arzobispo Morcillo, 18.


El Kajuki ha echado el cierre en Cuéllar después de 41 años. Su fundador, Enrique Bermudo inauguró allí el gimnasio en abril de 1975. Desde entonces, el club es un referente en las artes marciales dentro y fuera de Aragón. En sus vitrinas se acumulan decenas de trofeos ganados en competiciones nacionales e internacionales. Tras su jubilación, sus hijos y su yerno están ahora al frente, aunque a sus 75 años sigue en forma y lleno de vitalidad. Bermudo es un referente en las artes marciales en Aragón, aprendió de una leyenda del kárate, Luis Zapatero, y fue pionero en traer a esta Comunidad el kendo, una modalidad que se caracteriza por el uso y manejo del sable de bambú.


“Se enseñan artes marciales: kárate, aikido, kendo, krav maga, full contact... En un principio solo dábamos clases de kárate, y después aikido, kendo..”, explica Bermudo.

De las bellas artes a las artes marciales

“En realidad, lo mío eran las bellas artes. Mi familia tenía un taller de decoración, mi padre era pintor, hizo los murales de la iglesia de San Lorenzo de Huesca. En fin, lo del arte venía de familia”, cuenta.


“Las artes marciales eran una afición. Había empezado a dar clases en Judo Karate Club, pero lo cerraron para hacer una guardería. Como ya tenía una cantidad de alumnos considerable quería hacer algo... Un día vi un local de más de 300 metros cuadrados disponible en el paseo de Cuéllar y pensé que sería ideal para montar un gimnasio. Aquello estaba destartalado porque era un taller de marmolería con el suelo lleno de agujeros... pero me gustó la estructura. Era una nave diáfana y allí es donde comenzamos. En 15 días montamos el gimnasio y empezamos a funcionar con el mismo vestuario que había sido de los operarios, con solo cuatro duchas: primero entraban las chicas y después los chicos. Hasta que después hicimos otro vestuario”, recuerda.


Bermudo subraya que la idea de abrir el club deportivo Kajuki (palabra japonesa cuyo significado filosófico es 'espíritu libre') surgió “un poco la necesidad de no dejar a los alumnos colgados porque llevaban conmigo ya un tiempo en López Allué y había que hacer algo. Lo que para mí había sido una afición hasta ese momento pasó a ser mi modo de vida”.


En la actualidad, el 75% de los alumnos del Kajuki son niños. “En un principio el kárate no estaba permitido para los menores de edad. Solo podrían tomar clases los mayores de 18 años y se exigía el certificado de penales. Pero cuando lo autorizaron me volqué con la educación infantil, quería preparar a los chavales para este deporte, que hicieran un poco de vida sana, enseñarles que las cosas cuestan esfuerzo y que hay que trabajar para conseguirlas”, cuenta.


“Mi yerno Javier, mi hija y mi hijo me han ayudado y hemos seguido siempre en esa tesitura de hacer deportistas, no campeones. Los campeones sale a la larga, depende del trabajo, las necesidades y aptitudes de cada uno, pero nosotros lo que queremos es formar deportistas y personas a las que les sirva el deporte”.


En cuanto al cambio de ubicación, Bermudo revela que “el ciclo de paseo de Cuéllar se acabó porque es un local que pertenece a la Confederación Hidrográfica del Ebro, pero lo tiene en cesión una familia desde finales de los años 30, más o menos”. En todo ese tiempo las instalaciones se han ido deteriorando: “Hemos tenido que marcharnos porque allí ya no se podía entrenar. El día que llovía aquello era una pista de patinaje”.

La tradición continúa

Los hijos de Enrique Bermudo se han criado prácticamente en el tatami del gimnasio. Y sus nietas: “Mi nieta ya se ha quedado campeona de España dos veces; mi nieto, otras dos tercero y ambos han sido campeones de Aragón. La tradición sigue en ese sentido. Una de mis hijas se quedó octava en Japón y ha formado parte de los equipos de España en Europa y en los mundiales ”.


Una de las artes marciales japonesas que se imparten en este centro que más llama la atención es el kendo, donde los oponentes se enfrentan portando armadura y un sable de bambú. Fue introducido en Aragón por Bermudo. “Empecé haciendo kendo porque fui a hacer un cursillo en Bruselas, en la Universidad de Lovaina, aunque es de minorías porque requiere mucho esfuerzo y técnica, -matiza-. Para puntuar la técnica tiene que estar realmente bien realizada, bien ejecutada y que los árbitros valoren que en verdad querías hacer un determinado movimiento. Es muy difícil pero sin embargo muy sutil”.

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