El Huesca se queda a un punto de la salvación

Los oscenses lograron igualar el encuentro ante el Real Zaragoza pese a tener un hombre menos.

SD Huesca - Real Zaragoza
SD Huesca - Real Zaragoza
Rafael Gobantes

Anquela insiste una y otra vez en que el sufrimiento es el sino de su equipo, y el encuentro contra el Real Zaragoza puso a prueba su capacidad para hacerlo. Remar contracorriente en el marcador desde el minuto 26 y hacerlo con un jugador menos toda la segunda parte por la expulsión de Machís fue la penitencia del Huesca en su enfrentamiento contra el equipo vecino. Pese a esos condicionantes, los oscenses demostraron aquello que tanto repite su entrenador, que este equipo “tiene mucho fútbol”, más de lo que puede indicar su posición en la tabla, y rescataron un punto que complica mucho las aspiraciones de su oponente.


Un potente disparo de Samu puso la luz en un camino que se le enturbiaba por momentos a la SD Huesca, y que tenía como destino conseguir la permanencia matemática en el derbi aragonés, a dos jornadas del final de la liga. El madrileño salió del banquillo para igualar la contienda, demostrando que no ha perdido su capacidad de revolucionar, pese a sus tres semanas lesionado, y para acercar la salvación a su equipo, que al término de la jornada queda a un solo punto.

Un partido divertido

Cuando mezclas la rivalidad de un derbi con las urgencias de sus protagonistas, el resultado puede ser un partido vistoso, incluso divertido si no tienes especial simpatía para ninguno de los conjuntos, o bien un encuentro bronco marcado por el miedo al error. Como ya ocurriera en el partido de ida, el Huesca y el Zaragoza optaron por la primera opción, la de entretener a los casi 5.000 aficionados que hicieron que este jueves El Alcoraz luciera la mejor entrada del año, y ninguno quiso renunciar al balón, pese a que las decisiones arbitrales influyeron demasiado en lo meramente deportivo.


Los avisos de los primeros compases, como una aproximación de Dongou, que no supo aprovechar el regalo de Leo Franco, o un lanzamiento lejano de Luis Fernández en la meta contraria, dieron paso a las acciones de claro peligro, cuando a punto estaba de cumplirse la media hora de juego. Así, a modo de correcalles, una disparo de Camacho que impactó sobre Dongou, desembocó en el contrataaque del Zaragoza, que aprovechó a la perfección el despiste de los jugadores del Huesca reclamando el penalti en la acción anterior, para hacer el primero, obra del propio camerunés, que únicamente tuvo que ajustar el disparo, solo frente a Leo Franco.


El Zaragoza se encontró así con un escenario favorable, cuando sus méritos no le estaban conduciendo a ello. Pero el marcador adverso, que les condenaba a sufrir todavía por continuar en Segunda, no arrugó a los de Anquela, que buscaron con empeño el empate, especialmente mediante Luis Fernández, que repitió titularidad ante la lesión de Arruabarrena. Lejos de recibir tal premio, los oscenses se encontraron con la expulsión de Machís, que vio la segunda amarilla al intentar frenar una internada de Lanzarote en el área.


Una nueva piedra en el camino que Anquela intentó sortear desde el banquillo al inicio de la segunda parte. Samu recuperó su condición de revulsivo y volvió a demostrar que se siente cómodo en ese papel. El madrileño dio frescura a la ofensiva oscense, y el gol del empate.


Con las fuerzas igualada y un público más que satisfecho con la imagen que estaba dando su equipo, el Huesca apeló más a la garra y al orgullo que al orden táctico. Íñigo Ros sustituyó a un lesionado Íñigo López, y Morillas fue el último cambio, en lugar de Tyronne, que había salido de inicio para cubrir el puesto de Alexander González, que se encuentra con su selección en la disputa de la Copa América.


Las sustituciones fueron efectivas para frenar las acometidas de un Zaragoza que sentía la soga al cuello. Leo Franco resultó decisivo en este tramo final, con varias intervenciones cruciales cuando su rival se movía ya en el área pequeña. El último arreón de los zaragozanos no dio para más, y todavía tuvo Samu ocasión, sin éxito, de inquietar a Manu Herrera, pero para la afición oscense no fue necesario, que se fueron del estadio viendo a su equipo casi salvado, y aplaudiendo la entrega de sus jugadores.

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