Miércoles por la tarde. En cierto modo, el Real Zaragoza comienza su semana. Debido a la peculiaridades del calendario, los aragoneses poseen una semana más larga que el resto de sus competidores. El próximo partido liguero se encuentra programado para el lunes, a las 21.00 en La Romareda, por lo que la rutina se ha desplazado un día.

Tras el partido disputado, y ganado, el domingo por la mañana, los aragoneses realizaron el lunes una sesión de recuperación que, a modo excepcional, transcurrió a puerta cerrada. Después, los pupilos de Manolo Jiménez han gozado de casi 48 horas libres, tiempo para descansar y empezar a concentrarse en el siguiente compromiso.

El trabajo del técnico hispalense acostumbra a ser progresivo. Por ello, salvo en casos excepcionales, como a su llegada, no suele meter excesiva carga táctica en los primeros días de la semana. Algo que suele trabajar sin la presencia de observadores externos. Durante el entrenamiento, el equipo se ha dividido en cuatro grupos. Cuatro equipos que han competido entre sí en espacios reducidos. Pases cortos, disparos a puerta y algo de carga física. Así, mientras dos jugaban los otros dos aprovechaban para trotar alrededor del terreno de juego. Ejercicios combinados, introductorios.

Al margen se ha visto aParedes y Aranda, los dos lesionados. Ambos han salido a trotar durante una media hora, evidenciando que su recuperación comienza a alcanzar la recta final. El lateral izquierdo lo ha hecho a un mayor ritmo, por lo que su vuelta podría adelantarse respecto a la del delantero.

En la sesión, además de la primera plantilla, han participado los jugadores del filial habituados a subir con los mayores. Esto es, Kevin Lacruz, Joel Valencia, Jorge Ortí, Sergio Maestre y Pablo Alcolea. De esta manera, Jiménez sigue contando con los canteranos con más proyección de la Ciudad Deportiva, a pesar de haber desaparecido, aparentemente, de los planes de Juan Eduardo Esnáider, entrenador del equipo B.