Real Zaragoza

De vicio a virtud

Desde la llegada de Jiménez al banquillo del Real Zaragoza, los aragoneses han generado todos sus goles a partir de jugadas a balón parado.

Espanyol 0 - 2 Real Zaragoza
Espanyol 0 - 2 Real Zaragoza_7
AGENCIAS

Varios son los problemas que atormentan al Real Zaragoza a lo largo de la temporada. Quebraderos de cabeza que, una y otra vez, martillean al sensible cuadro aragonés. Debilitándolo poco a poco. Hundiéndole en una depresión que le llevó al pozo sin fondo desde el que trata de remontar. Tras la victoria por 0-2 conseguida en casa del Espanyol, el entorno parece un poco más agradable para los blanquillos. El socavón en el que se quedaron atrapados solo se ha reducido un punto respecto a la salvación, pero la esperanza hace ver las cosas desde otro prisma. Un hueco para la esperanza parece haberse abierto por fin.


Tras él, sin duda, el trabajo llevado a cabo por Manolo Jiménez. En su sexto partido como técnico zaragocista, el de Arahal ha conseguido dar la vuelta a la tendencia arrastrada por el conjunto aragonés cortando la que tenía todas las papeletas de ser la peor racha de resultados en la historia de la institución. Su secreto; trabajo. Mucho trabajo. Tanto en el aspecto anímico, especialmente tras el palo recibido contra el Rayo Vallecano, como en el táctico. En estos momentos, los del león rampante ya no son ni los más goleados ni los menos goleadores. Dos fatídicos títulos que llegaron a poseer de manera simultánea.Jugadas a balón parado

De todas las mejoras destaca, especialmente, la realizada en las jugadas a balón parado. El principal punto negro del juego del Real Zaragoza. Aquel que obsesionaba hasta la extenuación a Javier Aguirre, que le llegó a dedicar sesiones de trabajo íntegras, y que Jiménez identificó como uno de los principales problemas a su llegada. El hispalense no ha dudado en ensayar una y otra vez diferentes situaciones con la pelota detenida, tanto de ataque como defensa. Llegando a convertirlas en una de las principales armas de los suyos.


Desde su aterrizaje en en banquillo aragonés, todos los goles anotados por el cuadro blanquillo poseen una raíz común. Una situación de balón parado como raíz y el gol como su más bella flor. La tendencia comenzó ante el Getafe, con un testarazo inapelable de Lanzaro en la salida de un córner. En cierto modo, muy similar al protagonizado por Da Silva en Cornellá – El Prat. La manera más directa de abrir la lata en choques de gran igualdad o en los que, incluso, el rival se muestra algo superior. Cabe recordar que, a pesar de haber puntuado en ambos encuentros, los dos estuvieron marcados en parte por el buen hacer de Roberto cuidando la portería.


Mucho en común poseen también el gol conseguido en el Bernabéu con el que cerró el triunfo ante el Espanyol. Dos faltas, sacadas con rapidez que pillaron despistadas a la zaga contraria. En el coliseo blanco, servida para el desmarque de Aranda, que centró para que Lafita rematara el trabajo. En Barcelona, un pase en profundidad que Juan Carlos no desaprovechó. Dos jugadas de pillo, de equipo listo que, finalmente, parece tener la mente despejada.


Por último, quizás la más cuestionable, es el tanto endosado al Rayo Vallecano. Todo nace tras un saque de banda, si bien es cierto que hasta dos jugadores tocaron el balón, sin amasarlo eso sí, antes de que Postiga engatillase con un acrobático remate. Casualmente, los saques de banda fueron los causantes del inicio de la debacle zaragocista. El desastre se originó en el Reyno de Navarra y Osasuna logró dos redes a través de esta situación de juego. A priori, una de las que menos incidencia deberían tener en el juego. El comienzo de una oscura etapa en la que, por fin, parece entrar el sol.