"Estamos en la puerta, pero aún hay que darle el empujón"

A un paso de atar el primer objetivo de la temporada, la sexta plaza, el técnico del Real Zaragoza repasa la evolución del equipo, ofrece su perspectiva sobre el tramo decisivo de la temporada y analiza las claves del cambio de sistema táctico.

Ranko Popovic posa para Heraldo
Ranko Popovic posa para Heraldo
O. Duch

¿Le permite enfocar el final de Liga de otra manera estar a solo dos puntos del objetivo?


Lo bueno es que estamos sextos en este momento de la temporada. Hemos peleado para ello. Ha sido importante la tranquilidad que se me ha transmitido desde el club, incluso en momentos malos como cuando solo ganamos un partido en diez jornadas. Eso nos ha dado mucha fuerza . No obstante, aún no hay nada confirmado. Hemos hecho mucho, pero aún no hemos hecho nada. Falta poco y por eso es mejor contener la euforia. Hay que mantener la serenidad.


¿Lo ideal es cerrar la sexta plaza contra Las Palmas y así gestionar con más calma y margen las citas claves de la temporada?


Yo y los jugadores solo pensamos en Las Palmas. Matemáticamente, aún no tenemos nada. Después, ya vendrá lo que toque, sería una buena recompensa, pero lo primero es sumar tres puntos más. Jugamos en casa y me gustaría que la afición viniese al campo a apoyarnos, no esperar a la promoción. Les pido unidad. Estamos en la puerta, pero aún hay que darle el empujón.


¿Ha alcanzado el equipo su madurez competitiva en el momento justo?


Estamos bien, pero solo repitiendo se puede confirmar. Incluso cuando no hemos ganado, el equipo ha estado a la altura en los últimos partidos. Hay veces que no se nos valora por los sucedido en el campo, sino solo por el resultado. En Valladolid, ganamos 1-3, pero con 1-1 nuestro juego hubiera tenido el mismo valor: creamos oportunidades y alejamos a un rival brillante de nuestra portería.


Pero el fútbol del Zaragoza no es redondo. En algunos partidos ha transmitido que, aunque ha ganado aplomo y orden, con la pelota acusa una falta de plan de ataque colectivo, como si dependiera demasiado de la inspiración individual...


Hay que tener en cuenta que hemos estado obligados a cambiar en casi todos los partidos. Así es complicado que un plan tenga continuidad. Antes nos faltaban defensas, y ahora nos han faltado esos futbolistas que comenta: los de fantasía, último pase, gol, creatividad... No los hemos tenido. Y son futbolistas que en un momento dado te deciden un partido. No es lo mismo formar una segunda línea con Eldin, Pedro, Jaime o Álamo que con Insa, Basha o Ruiz de Galarreta. Son jugadores diferentes, cada uno con unas cualidades para un puesto. Lo importante es que ahora somos un equipo sólido, conjuntado, compacto y muy competitivo. Eso no significa que no trabajemos lo demás, como ser combinativos y dominar desde la posesión de la pelota.


¿Subraya el tamaño competitivo que está adquiriendo el equipo? El Zaragoza del último mes y medio no es sencillo de ganar.


Me gusta que se observe esto desde fuera. Al equipo, cuando llegué, le faltaba regularidad. Hubo momentos en los que la tuvimos, pero hemos debido cambiar demasiado. Y no es sencillo mantener la regularidad cuando varías tanto el equipo. Hay que valorar estas circunstancias también. Hemos sufrido muchas lesiones y dificultades. Cada semana es un shock para nosotros. Nos ha costado mucho adaptarnos a este proceso.


Tantas lesiones, tan seguidas, no es consecuencia de la casualidad y el infortunio. Más allá de la falta de una base de pretemporada, ¿por qué sucede esto?


Sé que ya se duda del médico, del preparador físico... Son tonterías. Es mucho más sencillo. Cuando haces la plantilla en 20 días, cuando los jugadores llegan de la playa, entrenan un poco y se ponen a competir, y cuando no tienes pretemporada, pasan estas cosas. Estamos entrenando al límite para aguantar sanos. También tenemos jugadores de riesgo como Mario o Jaime. La situación no es habitual, pero tratamos de llevarlo de la mejor manera posible.


Es innegable que las lesiones han limitado de modo extremo al equipo, pero, ¿no le ha faltado también a usted autocrítica en el discurso?


El primer crítico conmigo mismo soy yo. Nadie me exige tanto como yo. Acepto las críticas de fuera, pero no las dirigidas a los jugadores porque ellos solo cumplen mis órdenes. Yo me pongo el primero cuando las cosas van mal y el último cuando salen bien.


Usted llegó al Zaragoza con una declaración de principios que le ha costado implantar. Anunció una idea de juego que no gozó de continuidad. Ha cambiado sistemas, futbolistas, matices en su modelo... ¿Cree que su equipo posee una identidad?


Yo creo que sí.


¿Cuál es?


Nuestra fuerza para la adaptación. Dígame un equipo que después de tanto cambios las cosas le funcionen como a nosotros. Dígame un equipo donde se hagan esos cambios por capricho... Antes de venir al Zaragoza, siempre me manejé con dos sistemas. Un 4-2-3-1 y un 3-4-3 o 3-4-2-1. Pero hay que tener los jugadores adecuados y no sufrir determinadas circunstancias. Hemos estado muy condicionados, obligados a transformarnos.


¿Ha tenido que traicionarse?


No. Simplemente, he debido cambiar cosas.


¿Y entrenar no consiste también en eso?


Yo me he adaptado a la situación y las circunstancias del equipo, también a sus baches de confianza. Yo nunca he abandonado mi intención de jugar desde la pelota, saliendo de atrás, con personalidad... Nuestro fútbol nunca ha sido de balonazos. Tampoco hemos salido nunca a defendernos ni a apostar por el contraataque. Ni hemos puesto a diez hombres en nuestro área. Nunca hemos jugado así. Y, conmigo, el Zaragoza seguirá sin hacerlo. Con nuestros problemas, quizá todo eso hubiera sido lo normal. Pero no lo hemos hecho. Ni siquiera ahora nuestro sistema con cinco defensas significa que tengamos una intención defensiva. Hemos cambiado, pero gracias a nuestros laterales atacamos con mucha gente.


Hasta ahora ha empleado su sistema de cinco defensas con una óptica reactiva, condicionado por unos rivales en teoría superiores, más como una solución alternativa. ¿Valora ya asentarlo como el plan principal?


Vamos a verlo. De momento, la respuesta es positiva. En Gerona, cogimos mucha confianza. Solo lo habíamos trabajado día y medio. Los futbolistas tienen que ir confiando en ese esquema y sintiéndose importantes en él. Recuerdo cuando Mancini en el Manchester City hizo el mismo cambio, con estrellas como Kompany, Zabaleta... Los jugadores lo pararon, le dijeron que no eran capaces, que desconocían ese sistema. ¡Cracks de ese nivel! Adaptarse a este dibujo exige mucho tiempo y esfuerzo. Si se consigue, puedes cambiar de sistema con facilidad.


En Valladolid no fue igual que en Gerona. La entrada de Willian José dio otro contenido a la propuesta en su fase de ataque. Aunque la base era la misma, el equipo concentró más gente dentro y atacó con dos referencias más nítidas.


Es que en Gerona apenas lo habíamos entrenado. Lo importante de un cambio así es cuándo vas a utilizar el sistema nuevo la primera vez. ¿Sabe por qué? Porque si fallas la primera vez surgen dudas entre los jugadores. Y eso, en caso de repetir, genera desconfianza. Este es uno de mis sistemas favoritos. Elegí que fuera contra el Girona porque, de paso, les matábamos con su misma arma. Nos faltó poco. Si llegamos a jugar así contra el Betis y fallamos, hubiera sido complicado que ahora nos diera resultados.


¿Qué le condujo a esa variación de sistema?


Ya le he comentado que el partido contra el Girona fue determinante. Éramos de los pocos equipos que les había ganado con un 4-2-3-1 en la primera vuelta, pero miré los partidos y vi que sus rivales sufrían mucho con sus dos delanteros y con la cantidad de gente con la que llegan arriba. Había que cerrar espacios. Pero también han influido otros factores.


¿El perfil de sus laterales?


Exacto. Sus características principales no son defensivas, sino ofensivas. Rico y Fernández, si tienen buenas coberturas, van bien para arriba. Están más cómodos y seguros.


El Zaragoza ha sufrido todo el año la defensa en la banda. ¿Puede esa debilidad evolucionar hacia una virtud?


Insisto: este sistema no lo quiero para defender, sino para atacar. Por supuesto, debemos defender también, pero quiero estar mucho en campo contrario. Cuando tienes jugadores como Jaime, Pedro, Willian o Eldin este modelo puede ser muy peligroso.


Es un sistema que evoca mucho a su etapa de futbolista y a la escuela yugoslava...


Es cierto. Yo solo jugué con cuatro defensas en España, siempre con tres centrales y dos carrileros, centrales, eso sí, con toque y salida de centrocampista, como Vallejo ahora. Intento que lo haga así, tiene esa cualidad: empuja, conduce... Yo jugaba así, ¿eh?


Pierde a Borja y el relevo natural es Willian José. La estrategia del palo y la zanahoria no le ha funcionado con el brasileño. Pero ahora su figura gana relevancia, y en Valladolid emitió signos de reacción...


Y tanto. Hizo el mejor partido de la temporada.


¿No tiene la impresión de que ha infrautilizado a un futbolista, con carencias competitivas decisivas, pero con un notable potencial?


Lo hemos probado todo. Los últimos cuatro partidos ni un minuto le metí. Ha sido un último intento. Da un poco de rabia. Yo hablo siempre con él y últimamente apenas lo hice. Lo dejé como en blanco. A ver si así lo veía de otra manera. No me quedaba otra. Me dolió, porque a mi me gusta tener contactos con todos. Pero sabía que con este nuevo sistema Willian puede ganar mucho valor. Cuando le anuncié que jugaba vi en sus ojos algo que aún no le había visto. Y después de Valladolid, me dio un abrazo que parecía mi hijo. Era pura felicidad.


Es su momento...


Pero Willian ya ha jugado estando Borja. No es solo una solución o un sustituto. Willian se está ganando jugar por su trabajo, no solo porque tenga que relevar a Borja. Tiene confianza. Su partido en Valladolid es el mejor del año.


¿Es un drama la baja de Borja?


Es un drama humano. Pero también puede ser un motivo de reacción para sus compañeros. Podemos demostrar que no dependemos de solo un jugador, por muy importante que sea, y Borja lo es. Queremos ser un equipo que esté por encima de los futbolistas.


¿Vio sus lágrimas en Valladolid?


Ese gesto lo dice todo de esta plantilla. Refleja un estado de ánimo: unión, compromiso... Nadie quiere perder la ocasión de ayudar al equipo y pelear por el ascenso. Hace poco era un sueño, pero ahora estamos más cerca.