Síntomas de un equipo blando

En el 40% de los duelos disputados en lo que va de liga, el Real Zaragoza ha administrado mal marcadores favorables hasta acabar perdiendo casi una veintena de puntos.

Borja Bastón, el sábado, ante el lateral del Sporting Lora.
Borja Bastón, el sábado, ante el lateral del Sporting Lora.
Asier Alcorta

Los números, las frías y penetrantes cifras, sostienen con fuerza la tesis de que las hechuras del Real Zaragoza de esta atípica temporada 2014-15 ha resultado ser un bloque blando, inmaduro y falto de compostura para atar y cerrar partidos con ventaja en el marcador. Lo ocurrido el sábado ante el Sporting no fue un accidente puntual. Ese inconcebible gol del empate asturiano, apenas dos minutos después de haber logrado Dorca el preciado 1-0, no responde a un hecho aislado o a un golpe de mala fortuna puro y duro.


Al contrario, la jurisprudencia acumulada desde que la liga comenzó a mitad de agosto dice que lo ocurrido ante los gijoneses es solo un eslabón más de la sintomatología de debilidad de carácter táctico que posee este equipo.


En nueve partidos de los 33 jugados hasta hoy, el Real Zaragoza ha dejado escapar marcadores favorables. En ocho de ellos, acabó empatando tras estar en ventaja: en casa ante Osasuna (1-1), Sabadell (1-1), Llagostera (2-2), Alcorcón (1-1) y Sporting (1-1); y a domicilio, en Lugo (3-3), Albacete (2-2) y Miranda de Ebro (1-1). En uno más, el contrario le remontó totalmente el marcador y se volvió a casa de vació: fue en Mallorca (3-2).


A lo largo de esos nueve episodios ligueros de agrios rescoldos, el Zaragoza estuvo arriba en el tanteador en 298 minutos. Casi 5 horas. Y en ninguno logró atar el triunfo final.


El equipo aragonés disfrutó de la victoria momentánea durante más de medio partido en tres de esos choques: frente al Osasuna (53 minutos ganando 1-0), el Sabadell (49 también con 1-0 a favor) y el Alcorcón (51 minutos con el 1-0 en franquicia). Casi la mitad del partido, 43 minutos, el Zaragoza navegó con el marcador de su lado en Lugo, primero 0-1 y más tarde 1-2. Un amplio trecho en ventaja también vivió en Miranda (36 minutos 0-1) y en Albacete (28 minutos con similar 0-1). En ningún caso, ni Víctor Muñoz ni Ranko Popovic, cada uno en sus respectivas eras al frente del vestuario, pudieron imprimir desde la banda el suficiente talante de oficio como para concluir con los 3 puntos en las alforjas.


Tampoco se hallaron las fórmulas en los tres días en los que las ventajas fueron más efímeras. Es decir, en los 18 minutos que estuvieron los zaragocistas arriba tanto ante el Llagostera (desaprovechando dos ventajas, el 1-0 y el 2-1) y en Mallorca, con el 1-2 con el que habían volteado Borja Bastón y Eldin el 1-0 inicial de los isleños. Y, por supuesto, en los 2 minutos escasos en los que, el pasado sábado, el Real Zaragoza disfrutó del 1-0 ante el Sporting, que se derrumbó como un azucarillo en un café hirviendo en un visto y no visto.


Esta mala gestión de los tiempos tácticos y del carácter competitivo de un bloque hecho en aluvión en 20 días al final del pasado verano, ha hecho esfumarse hasta 19 puntos. Un botín que, durante 5 horas reales de fútbol, repartidas en 9 duelos, estuvo eventualmente en poder del Real Zaragoza. Un roto demasiado grande para un bloque que tiene vocación de estar arriba en la tabla.


A esta disección cabe añadir un apéndice del mismo tenor. Se trata de otros cuatro partidos, peleados con cierto criterio en la primera parte, en los que se alcanzó el descanso con idéntico marcador de 1-1, y que al final el Zaragoza acabó entregando de mala manera a los rivales, siendo latigado por una serie de goleadas con tres, cuatro y hasta cinco goles encajados en su portería. Esos casos sucedieron en el campo del Barça B (4-1 al final), Gijón (3-1) y Las Palmas (5-3) y, en casa, frente al Tenerife (2-3). En este póquer de encuentros, unos adecuados planteamiento y reacción tras el intermedio bien pudieron derivar en marcadores favorables partiendo del citado 1-1. Pero todos ellos desembocaron por el peor de los caminos posibles. Sin duda, con una actitud y una mezcla global más cargada de carácter y menos de pusilanimidad, en lugar de sumar cero puntos en estas cuatro citas, otro Zaragoza más ‘canchero’ habría sacado tajada en algún caso.


El revés de este escrutinio, el que hacer referencia a la capacidad de remontar marcadores adversos, apuntala aún más la certeza de que al equipo que armó Martín González -en precario y a toda prisa- no lleva en la genética la virtud de la picardía. Solo en una ocasión, el Zaragoza ha remontado para acabar ganando: fue ante el Girona, superando el 0-1 de inicio con el 2-1 final. En otros cuatro casos, la remontada se quedó solo en el empate: frente a Lugo (3-3), Betis (2-2), Albacete (2-2) y Tenerife (1-1). Y en solo dos partidos, se logró ganar después de ver neutralizado un gol inicial propio: ante Racing (2-1) y en Alcorcón (1-3 ). Escaso bagaje que no compensa el lastre negativo acumulado.