Bono: "La Romareda es emoción, la conozco desde que era niño"

Ha atrapado la titularidad después de cinco meses complicados y ahora enfila una semana en la que debutará ante la grada de un estadio que conoce muy bien, aunque nunca haya jugado en él.

Bono posa en la Ciudad Deportiva
Bono: "La Romareda es emoción, la conozco desde que era niño"
Aránzazu Navarro

La vida da muchas vueltas y hay pocas cosas como el fútbol que aceleren o frenen esa noria. Todo es posible en el planeta del balompié. Hace cinco meses que Yassine Bounou ‘Bono’ (Montreal, 1991) esperaba en el barbecho del banquillo, mientras Whalley levantaba en la portería del Real Zaragoza un inabordable puesto de guardia. Hasta que el fútbol comenzó a girar, Whalley a equivocarse y Bono se vio el domingo pasado en Las Palmas, por fin, titular, aunque con cinco goles encima. Un latigazo excesivo ante el cual apenas pudo oponerse con sus manos y sus pies. Todo ha cambiado para Bono. También la vida. Criado en las calles de Casablanca, en Marruecos, en una familia humilde, su historia esconde una caprichosa maniobra del destino en la que Zaragoza es vértice principal. Este tímido portero de 23 años la relata:


¿Cómo gestiona un guardameta las consecuencias de encajar cinco goles en el día más esperado en meses, su debut en el Zaragoza?


Es difícil. Cuando un portero recibe cinco goles es muy duro. Aunque pueda parecer que no se puede hacer nada más en los goles, siempre se puede. Los porteros pensamos así. Siempre se puede algo más. Hay que intentar ver los goles, si algo se debe corregir o mejorar... No obstante, el mejor modo de superarlo es seguir trabajando de la mejor manera.


¿Qué tal sus sensaciones en el partido contra Las Palmas más allá de los goles? ¿Cómo es el regreso a una portería?


Llevaba cuatro meses sin jugar nada más que tres partidos con Marruecos en las fechas FIFA. Pero me sentí bien, estaba entrenado y concentrado. Es cuestión de entrar y hacer el trabajo como si fuera la cosa más normal del mundo. Sin pensar en si se va a perder o se va a ganar: solo en parar y ayudar.


¿De qué modo ha vivido estos meses, con Whalley fijado a la portería y usted en la suplencia?


Al principio, fue un poco difícil. Aunque creo que es normal. Ahora estoy mejor, más animado, también siento que estoy entrenando mejor. Me he dado cuenta de que el Zaragoza es un club muy familia, hay muy buena gente y con actitud de ayudar. Con el tiempo, me fui acostumbrando a esa situación.


¿Le dijeron que venía al Zaragoza a jugar de titular cuando decidió fichar al final del mercado?


Yo sabía que venía a un equipo hecho, con un entrenador y su manera de ver las cosas. Sabía que era un riesgo. Pero en el fútbol hay que tomarlos. Y ya está. De todos modos, nadie regala nada. Al principio, no iba a salir del Atlético de Madrid. Lo hablé con el Cholo Simeone, ficharon a Oblak y Moyá, y yo quería jugar la Copa de África. Surgió esta oportunidad. Yo vine al Zaragoza a competir, para ganarme el puesto y, luego, es el entrenador quien decide.


¿Se planteó durante ese periodo de suplencia una posible salida del Zaragoza ahora en enero?


Siempre puede pensarse que un jugador que no participa se quiere ir, pero no. Yo estoy ahora a muerte con el Zaragoza. Estoy feliz. Me he encontrado un gran grupo y hay que seguir adelante.


¿Un portero también necesita ritmo de portería como un jugador de campo requiere ritmo después de tiempo parado?


Claro. Es necesario coger el ‘timing’ del juego, manejar las distancias, la comunicación con la defensa u otros futbolistas... Es un proceso igual que el de los demás.


Va a arrancar la Copa de África, pero Marruecos renunció a su organización ante los riesgos del Ébola y fue expulsada de la competición. ¿Le hacía especial ilusión jugar este torneo en su país, verdad?


Sí, pero el fútbol tiene estas cosas. Yo ya no me preocupo en eso. Sigo igual de ilusionado. No me puedo quejar. Estoy en una gran ciudad. Estoy muy cómodo porque conozco Zaragoza desde que era niño.


¿Conoce Zaragoza desde niño?


Sí. Yo aquí tengo mucha familia, cuatro tíos, más todos mis primos. Eso me ha dado mucha confianza.


¿Y esa historia?


Mire. Yo de niño venía a Zaragoza y acompañaba todos los domingos a mi tío al mercadillo que se organizaba a las afueras de la Romareda. Tenía un puesto allí y pasaba con él la mañana. Yo veía ese estadio y sabía que era del Real Zaragoza. Por eso, el primer día que pisé la Romareda fue muy especial. Es muy emocionante para mí ese lugar porque lo conozco desde los cuatro años.


¿Llegó a ver algún partido del Zaragoza?


No, porque siempre veníamos de vacaciones, en verano, con mi familia desde Casablanca. Entonces, ya no había liga.


¿Tener familia en Zaragoza le ha facilitado su experiencia de estos últimos meses?


Claro. Me han ayudado mucho. Cuando no estaba jugando, mis tíos y primos han sido un apoyo fundamental. Ya lo digo: Zaragoza es desde hace tiempo una casa para mí.


¿Siempre fue portero?

No. Yo empecé de delantero. Pero crecí mucho, me gustaba la posición de portero y acabé ahí.


¿Jugaba de portero en la calle?

No. Solo en mi club o cuando nos enfrentábamos a chavales mayores en el barrio. Ahí sí que tenía que ponerme de portero.


Su familia emigró a Canadá, pero regresó a Marruecos...


Sí. Yo nací en Montreal. Mis padres estaban allí por trabajo. Estuvieron ocho años. Cuando yo cumplí cuatro, volvieron a nuestra ciudad, Casablanca. Es una ciudad muy futbolera. Yo empecé en el WAC. Sus derbis con el Raja son impresionantes.


¿Hay mucha diferencia en cómo se vive el fútbol en Marruecos con España?


Bastante. Especialmente fuera de la cancha. Allí casi no puedes ir tranquilo por la calle, sobre todo, cuando hay malos resultados. Recuerdo una derrota en la que los aficionados fueron a mi casa y nos rompieron los coches. Habíamos perdido la final de la Liga de Campeones de África contra el Esperance de Túnez. Estaba todo el mundo enfrente de mi casa, pero yo no estaba. Fue una locura. Hay mucha pasión.


¿Sabe que hubo un portero marroquí que fue un ídolo en el Mallorca entre 1987 y 1992 y que incluso fue Zamora de Segunda?


Sí, Ezaki Badou. Es ahora mi seleccionador nacional en Marruecos. También me entrenó en el WAC Casablanca, donde es una institución. Es una figura muy importante en mi país. Siempre me ha apoyado mucho.


¿Y qué consejos le da?


Que hay balones que son imposibles de atajar. Que hay que tener en cuenta que lo que se puede atajar, se ataja. Pero que hay situaciones imposibles de parar. También que no hay que venderse en las salidas y que esté seguro de cada gesto en la puerta.


¿Su ídolo de niño?


Van der Sar y Buffon. También Casillas.


¿Recuerda sus primeros guantes?


Para nada. Pero seguro que eran malísimos, ja, ja, ja.


Comparte equipo ahora con Borja Bastón. ¿Le entrenó su padre en el Atlético?


Sí. Miguel Bastón. Es curioso. Fue mi preparador de porteros en el filial. A Borja no se le da mal tampoco la portería. El otro día se puso en un entrenamiento y lo hizo muy bien. Algo se le ha quedado en los genes.


De Gea, Joel, Roberto Jiménez... ¿La cantera del Atlético es la que mejor trabaja los porteros?


Es cierto. Salen muy buenos porteros. Cuando llegas allí esto es un incentivo para mejorar más. Te metes presión a ti mismo para crecer.


¿Cómo es discutirle el puesto a un portero de la dimensión de Thibaut Courtois?


Fui su suplente en diez partidos. Solía entrenarme con el equipo de Simeone. Courtois trabaja de forma espectacular. También ahora en el Chelsea. Es de los tres mejores del mundo. Fue muy bonito competir con él porque eso ayuda a mejorar. Siempre te fijas en cosas de un portero de ese nivel.