​De Burgos, otro a la lista

El árbitro bilbaíno, con cuatro graves errores, se suma a la ya demasiado larga cadena de perjuicios que están lastrando el caminar del Real Zaragoza en lo que va de temporada.

Minuto 13. Jugada de gol mal anulada por fuera de juego a Borja Bastón. Cuando Pedro lanza su pase, Bastón arranca correctamente.  Está un metro más atrás que Peña (17) y en línea con su par, Rueda (6).
​De Burgos, otro a la lista

Ricardo de Burgos Bengoechea, árbitro del Comité Vasco de 28 años que cumple su cuarta temporada en Segunda División, perjudicó ayer gravemente al Real Zaragoza en cuatro decisiones que pudieron haber cambiado radicalmente el sentido del marcador y el rumbo del partido.


El colegiado bilbaíno comenzó su serie de agravios con el equipo aragonés al anular una jugada de gol de Borja Bastón por un inexistente fuera de juego. Era el minuto 13 de partido y el marcador aún señalaba el tempranero 0-1 logrado por el Valladolid. Bastón arrancó en posición correcta, habilitado hasta por dos zagueros pucelanos: el lateral Peña, que estaba un metro por detrás e, incluso, su par, Rueda, al que está pegado y que se encontraba en línea, a su misma altura. Esa acción pudo haber significado el empate y, sin embargo, dio paso al mazazo del 0-2 instantes después.


Porque apenas habían transcurrido 90 segundos más cuando De Burgos concedió como válido el segundo tanto de los castellanos pese a que Óscar, el autor del gol, recibió la pelota tres metros más adelantado que el último defensor zaragocista, en un flagrante fuera de juego. El balón procedía de un rebote, tras una acción dividida entre Leao y Dorca a diez metros del área local. Por más que interpretase que fue Dorca en último en tocarla, De Burgos demostró no conocer la norma vigente en tal caso. Solo hubiese estado habilitado Óscar para marcar un gol válido si hubiera recibido la pelota de un pase atrás voluntario del citado Dorca. Nunca un rebote o una acción casual de un defensor da legalidad a una posición de orsay de un delantero ubicado en fuera de juego. Óscar, cuando anotó, tardó en comenzar la celebración. Sabía que aquello era un fuera de juego indiscutible.


Las dos extorsiones que culminaron la perniciosa actuación de De Burgos Bengoechea con el Zaragoza en la matinal de ayer tuvieron formato de penalti no pitado en el área vallisoletana. El primero, en el minuto 36, cuando Peña agarró durante ocho metros a Ruiz de Galarreta para entorpercer el remate a gol del zaragocista en el área pequeña tras un rechace de Varas a disparo de Bastón. En última instancia, el defensa del Valladolid agarró con fuerza el cuello de la camiseta de Galarreta y lo estiró hasta dejar al aire su hombro derecho. Se vio desde los cuatro costados del campo, por evidente. Pero ni De Burgos, ni sus pasivos asistentes, lo observaron, al parecer.


El estrambote final al menoscabo lo puso el colegiado vasco cuatro minutos después, en el 40, al ignorar una clara mano de Álvaro Rubio en la recepción de un centro al segundo palo de Eldin. El pucelano controló el globo embolsando el balón con el brazo abierto, de manera antinatural, antes de echarlo a córner. La caída de la pelota al suelo, totalmente muerta, era una clara denuncia del control antirreglamentario de Álvaro. Pero De Burgos tampoco lo vio, pese a tanto indicio.


El vasco es el quinto árbitro que perjudica gravemente al Zaragoza en estas 19 primeras jornadas. El catalán Medié Jiménez inició la cadena en Lugo. El andaluz López Amaya la siguió ante el Tenerife. El madrileño Pizarro Gómez la aumentó en Gijón. Y el asturiano González Fuertes continuó agrándandola en Miranda.


Si ayer De Burgos hubiese cumplido el reglamento en puridad, el Zaragoza, en vez de irse al descanso 0-2 abajo, lo habría podido hacer 3-1 arriba. Una diferencia abismal. Como los alrededor de 10 puntos que han volado de las alforjas zaragocistas por los errores graves de los árbitros en estos cinco partidos citados. Lo grave, en este caso que concurre, es que no hay un atenuante compensatorio. Cuesta hallar un partido donde el Zaragoza haya sumado algún punto gracias a un error arbitral que haya perjudicado al adversario.