El inesperado dilema de la portería zaragocista

?Víctor Muñoz confía en el canterano Whalley pese a que el marroquí, cedido por el Atlético, llegó con vitola de titular.

Víctor Muñoz dialoga con Bono el día de su primer entrenamiento con el Real Zaragoza
El inesperado dilema de la portería zaragocista
Aranzazu Navarro

Yassine Bounou ‘Bono’, portero de 23 años cedido por el Atlético de Madrid al Real Zaragoza en el último día del mercado estival, se ha convertido sin desearlo en el vértice de un problema inesperado en las entrañas del área deportiva del club. El internacional marroquí vino para jugar y, después de tres semanas en el equipo, en las que se han jugado cuatro partidos oficiales, no ha ido siquiera convocado por Víctor Muñoz. 


El técnico aragonés confía ciegamente en el canterano Óscar Whalley, de 20 años, cuyo rendimiento sustenta en líneas generales su permanencia en la portería. «Whalley dejará de jugar cuando realmente lo diga su actuación. Pero está jugando formidable. Va a seguir jugando», advirtió y aseguró Muñoz el pasado viernes en la previa del partido contra el Alavés cuando se le demandó su opinión sobre este inconveniente que la figura del inquilino de la portería está generando dentro de la entidad.


La gestión del club para contratar un portero, tutelada durante todo el mes de agosto por el director deportivo, Ángel Martín González, concluyó en una  estación imprevista al fallar el fichaje de Toño (en propiedad), arquero veterano de 35 años que respondía cien por cien al perfil que pidió Víctor Muñoz para cubrir el puesto. Esa estación fue el Atlético de Madrid y la pieza elegida Bono, un guardameta sin experiencia profesional, que solo ha jugado en Segunda B con el filial colchonero, al que el equipo rojiblanco presta para que adquiera minutos y crezca en el Zaragoza.


Muñoz siempre creyó en un plan con Whalley como promesa en activo, con el veterano Toño (o un similar) cubriéndole las espaldas y participando solo cuando fuese necesario. Y, por supuesto, con Alcolea cedido fuera del Zaragoza. Al final, nada ha quedado así. De lo previsto a lo consumado media un abismo. No solo Alcolea -en quien no tiene confianza Muñoz- se ha quedado. Sino que el refuerzo, Bono, no responde al retrato-robot que Víctor pretendía manejar en su plantel.


El joven marroquí llegó el día 1 a la Romareda con la promesa de su club de gozar de una alternativa en el fútbol profesional en un club con solera, con minutos y presencia en un escaparate de gran repercusión. El Atlético creyó firmar un préstamo rentable para él, para su jugador y también para el Real Zaragoza. Pero la decisión de Víctor Muñoz de seguir apostando por el incipiente Whalley ha diluido totalmente las intenciones de ambos clubes cuando pactaron la llegada de Bono al cuadro aragonés.


«A Whalley hay que darle ahora confianza y no dudas, porque es el portero del Zaragoza. Solo saldrá si le expulsan un día o su estado indica que le pesan los partidos. Pero por ahora está actuando como un portero con experiencia», subrayó Víctor el viernes para advertir de que no va a modificar su criterio a corto plazo sobre Bono, al que pese a considerarlo «un portero extraordinario», aún no ha convocado. El marroquí no está a gusto porque observa que no se cumple -ni tiende a hacerlo- el rol con el que teóricamente llegó aquí.