El Real Zaragoza no consigue encontrar el camino

Después de sus estimulantes dos primeras jornadas, el equipo aragonés ha caído a posiciones de desceso a Segunda División B

Víctor Muñoz en un entrenamiento del Real Zaragoza.
El Real Zaragoza no consigue encontrar el camino
Aránzazu Navarro

Atrás quedan las buenas pinceladas de Huelva y la victoria moral frente a Osasuna. Esas buenas sensaciones se han diluído en una semana con tres resultados amargos que han dejado al Zaragoza eliminado de la Copa del Rey y en posiciones de descenso a Segunda B. 


El equipo aragonés no arranca en dirección al camino adecuado. Conforme pasan las jornadas y los partidos, más complicado se hace apreciar  las certezas de un grupo competitivo. En esencia, el Zaragoza aparece atascado en lo que sería la evolución natural de un equipo al que han rodeado circunstancias especiales en su composición. 


El conjunto de Víctor Muñoz sigue sin encontrar respuestas dentro del proceso de construcción que atraviesa, una configuración tardía y singular debido a las difíciles coordenadas económicas, temporales e institucionales en las que se ha movido el club en apenas mes y medio. Todas esas variables están condicionando a este Real Zaragoza de comienzo de temporada, un equipo al que Víctor Muñoz no ha terminado aún de detectarle  el pulso. 


No hay mejor fotografía del presente en un equipo de fútbol que su clasificación. Y el Zaragoza fondea en estos momentos en puestos de descenso a Segunda División B. Con tres puntos de doce posibles ocupa la decimonovena posición. La Liga, más en la kilómetrica Segunda División actual, está aún en sus albores y las distancias son testimoniales por abajo, pero el Zaragoza ya ha dejado que se abra una brecha generosa con las posiciones de cabeza. Los puestos de promoción quedan a cinco puntos y el ascenso directo a 7. 


En todo caso, el Zaragoza de Víctor Muñoz tiene margen suficiente para corregir su trayectoria en las próximas semanas y recuperar el buen tono del tramo inaugural de la temporada. Entonces, el tierno Zaragoza puso pie en la Segunda División con un trabajado empate contra el Recreativo. Un punto valioso dada la precariedad aún del grupo. Una semana después, el Zaragoza se estrenó en La Romareda contra Osasuna con otro empate. Este punto rebosó de dulce los paladares. El rival era sólido y mayor. Y el juego del equipo, bien cimentado en el orden defensivo, alcanzó en algunas fases puntos elevados en cuanto a eficacia, estética y rigor. 


El Zaragoza avanzaba bien, crecía, se iban reconociendo las primeras claves de su identidad y aún le faltaba rematar la plantilla con las últimas horas del mercado de fichajes. Ese remate, en cambio, no salió según lo previsto en el club. Aun así Víctor Muñoz proclamó que esa plantilla era algo mejor que la que manejó la pasada temporada y que era suficiente para batallar en Segunda División de acuerdo a las exigencias históricas que marca el Real Zaragoza. Desde ese momento, el equipo se ha ido diluyendo. Perdió contra el potente Barcelona B de forma sonora (4-1), se vio fuera de la Copa del Rey frente al Albacete y dejó escapar una victoria contra un Sabadell con 10 hombres. 


Paradójicamente, el equipo se ha atascado cuando dos de los factores que se presumían fundamentales para que describiera una progresión han entrado en funcionamiento. Primero, el campeonato ha seguido su curso. El Zaragoza ha jugado más partidos para que las ideas de Víctor Muñoz se asienten con mayor firmeza y convencimiento. Y segundo, las nuevas (y numerosas piezas) de los últimos días de mercado han consumido más entrenamientos y minutos de juego para integrarse al colectivo, aumentar su conocimiento y sintonía sobre compañeros y modelo... 


Los próximos partidos se antojan claves en este sentido para que el Zaragoza consolide definitivamente un modelo de juego reconocible, para que sus jugadores completen su aclimatación y para que las primeras victorias lleguen. Hasta el momento, ha tenido dos en la mano, contra Osasuna y Sabadell, pero los problemas para cerrar los resultados impidieron cuatro puntos que vestirían al Zaragoza actual con un traje mucho más vistoso y acompañarían el tono de ilusión que marcaba el equipo. Por esa capacidad para manejar el devenir de los partidos se le abre al Zaragoza un punto de mejora.