Opinión

Perdidos en Segunda

La derrota del Real Zaragoza en La Romareda, ante el Recreativo de Huelva, pone de relieve la falta de alternativas de un equipo sin capacidad de reacción.

Aficionados del Real Zaragoza, poco antes de comenzar el partido de La Romareda
Real Zaragoza - Recreativo de Huelva_7
TONI GALáN / A PHOTO AGENCY

El partido del Real Zaragoza ante Recreativo estaba repleto de intangibles; de elementos que debían contribuir a asentar -a propulsar- al equipo aragonés; a ubicarle por fin en la aristocracia de esta competición de Segunda. La victoria supondría además la tercera muesca seguida y una advertencia para los rivales.


Pero ese castillo de naipes no soportó el primer soplo y se desmoronó con una derrota dolorosa, que alimenta las dudas, abre las heridas y profundiza en la crisis de identidad en la que se encuentra inmersa la escuadra de Paco Herrera. El Real Zaragoza apenas ha funcionado durante un tiempo en el partido ante el Tenerife. El resto de la peregrinaje por la categoría es un deambular plagado de incógnitas que ni siquiera la victoria en Valdebebas, ante el inocente Castilla, logra despejar.


El Real Zaragoza precisa ser una cosa distinta; pero cada partido es igual al anterior. Es incapaz de sorprender, de salir de un estereotipo previsible; en el que se jalonan pinceladas de juego que sirven para alimentar una pizca de esperanza, pero que se apagan cuando el equipo vuelve a caer en la vulgaridad general.


En realidad, cuesta encontrar una visión de conjunto, de equipo. El Real Zaragoza se mueve a base de iniciativas particulares, gotas de calidad en este inmenso océano de mediocridad que es la categoría de plata. Intentan tirar del carro Víctor o Montañés; y se descubre la calidad de Henríquez -con alma de goleador-. Pero se ve poco más allá. No juega a casi nada y da miedo mirar al horizonte. 


El Real Zaragoza ha perdido en casa con el Lugo y el Recreativo y ha empatado con el Mirandés. Terrible.