Real Zaragoza

Aquel 26 de mayo de 2006...

Los empresarios Emilio Garcés y Agapito Iglesias formalizan la compra del Real Zaragoza. ¿Cómo se vivió aquel gesto oficial? Así lo narra el periodista Miguel Gay en el libro ?La sombra de Agapito?.

Agapito Iglesias, en la sede del Real Zaragoza.
El camino de vuelta
MAITE SANTONJA

Ese 26 de mayo –la fecha que quedará fijada como el de cambio de manos del Real Zaragoza- la actividad era frenética en las oficinas del club y en la sala de prensa del estadio de La Romareda. Para la puesta de largo, un puñado de profesionales trabaja en las tareas de protocolo, un empeño singularmente llamativo para lo que se destila en un club de fútbol, por mucho que sea de la entidad del Real Zaragoza. ¿Las formas de una nueva era?


Es el momento de ofrecer a los seguidores blanquillos las líneas básicas del acuerdo, desvelar por dónde han ido las conversaciones, dar a conocer cómo se han resuelto los flecos. Va a ser una puesta de largo a lo grande.


-¿Puede venir un momento, señor Garcés? –quedan apenas unos instantes para que se desarrolle la escena-.


-Dígame… -responde el empresario a quien parece ejercer de maestro de ceremonias-. (La parafernalia la ha puesto en marcha el Gobierno de Aragón).


-Creemos que sería mejor que usted no apareciera en la rueda de prensa; dejar el peso de la intervención a Agapito Iglesias. Así, todo se centraría en dos personas, en Alfonso Soláns y en Agapito, que les representaría a los dos.


Emilio Garcés se queda aún más desconcertado, si esto fuera posible. Apenas se lo piensa y responde casi con desconsideración: “¡De ninguna manera!”. Toda esa puesta de largo discurrirá con un único pensamiento que pesa como una losa sobre la cabeza del empresario aragonés: me quieren quitar de en medio. Pero, ¿quién?, ¿por qué? El empeño de Emilio Garcés, motor y alma de la operación que se está fraguando, será, por encima de todo, resistir. ¿Por cuánto tiempo?


La rueda de prensa cumple con los requisitos, con las exigencias, con el guión. Los movimientos –incluidos los políticos- y un cierto distanciamiento entre los impulsores de la compra, Agapito Iglesias y Emilio Garcés, han generado incertidumbre en el entorno del zaragocismo. La presentación debía poner de relieve las bondades de la venta. Y nadie escatima elogios.


De salida, es el propio Alfonso Soláns el que sale a la palestra: “El futuro del Real Zaragoza es fantástico y esperanzador. Estamos en vías de un total saneamiento económico del club. Y hay una ciudad en expansión de cara al próximo futuro”. Emocionado después de una década en la primera línea del Real Zaragoza, Soláns sigue con sus reflexiones: “Ahora, por fin, se abre un nuevo horizonte. Esperanzador y, además, real. Ha habido una reacción del gobierno de la Comunidad Autónoma. Ha habido una reacción de la nueva televisión autonómica para colaborar de manera estrecha con el Zaragoza. Hasta ha habido reacción municipal”.


Las frases del presidente saliente sirvieron de antesala de la exposición de intenciones de los nuevos rectores. En el estrado, Agapito Iglesias y Emilio Garcés –que no tomó la palabra en todo el acto-: “Es nuestra intención hacer algo nuevo. Por eso, les pido a todos un plazo de confianza”. Ese fue el marco general de un puñado de frases estudiadas, medidas: “Acabo de adquirir este capital y para nosotros es un reto en el que ponemos toda la ilusión. Este es un gran club, que debe estar a la altura de la ciudad y de Aragón. Sabemos que el tiempo que acaba de pasar lo ha intentado. Nosotros vamos a invertir todo nuestro empeño en crear ilusión en los aficionados y los accionistas de este club. Para que se sientan a gusto y bien representados”. ¿Y cuál será el camino? “Quiero asegurarles algo: que en las decisiones que se tomen en este club a partir de ahora, la única guía que se va a tener en cuenta es lo que sea mejor para el Real Zaragoza y su afición. Sin ningún condicionante, tanto en lo deportivo como en lo económico”.


Del libro "Real Zaragoza. La sombra de Agapito". Miguel Gay-Pobes. Editorial Delsan