Real Zaragoza

De repente, un extraño

Adam Pintér, hasta ahora casi inadvertido a pesar de llevar tres años en el club, se ha establecido en el centro del campo.

Pinter
Zaragocistas por el mundo
HA

No hay mayor misterio en el vestuario del Real Zaragoza que Adam Pintér. Al menos de puertas para fuera, claro. El húngaro, que cumple su tercera temporada en el conjunto aragonés, siempre se ha distinguido por su carácter extremadamente reservado. Ni una entrevista. Ni una rueda de prensa. El solo sonido de su voz es prácticamente desconocido para el aficionado zaragocista. Actitud que, sumada a su poca continuidad en el equipo, le ha convertido prácticamente en un extraño.


No solo en cuestiones personales, claro. Del internacional magiar se ha llegado a dudar, incluso, de su demarcación sobre el campo. Presentado en su momento como un centrocampista de corte defensivo, rol que suele ejercer en su selección, verlo en el eje de la zaga ha sido la estampa más habitual desde que aterrizara en la capital aragonesa. Un debate posicional que ha sido alimentado por todos los entrenadores que ha tenido hasta la fecha. Y, siempre, contando menos que más para todos ellos.


Quizá, quién más ha apostado por él haya sido Manolo Jiménez. Eso sí, sin ninguna rotundidad. En 13 de los 17 partidos de Liga en los que el húngaro saltó al campo la pasada campaña el sevillano estaba en el banquillo. En el presente curso, de momento solo ha jugado en 16 encuentros. Estadística que ratifica su condición de, hasta ahora, pieza residual de la plantilla. Una estatus que, sin embargo, parece haber cambiado por fin. Al menos, desde hace cuatro jornadas. Fecha en la que logró hacerse con un hueco en el once inicial del equipo blanquillo.


Buscando alternativas para sustituir al exhausto Movilla, finalmente el entrenador zaragocista decidió dar una oportunidad a Pintér en el mediocentro. Supuestamente, su demarcación ideal. Confianza a la que el pivote respondió con su habitual juego sobrio. Sin alardes, pero de gran inteligencia táctica. Suponiendo en todo momento el contrapunto necesario al fútbol pasional de Apoño. Una pareja que, poco después, se consolidaría en los triunfos ante Mallorca y Rayo Vallecano. Rendimiento colectivo que parece haberle afianzado en el puesto de manera definitiva.


Por primera vez desde el final de la pasada campaña, el futbolista que vino del MTK parece tener clara su misión en el Real Zaragoza. Cometido que, eso sí, podría variar en el próximo choque debido a la ausencia de Loovens. Frente al Levante, el centrocampista fue el encargado de desplazarse a la retaguardia una vez que el holandés tuvo que retirarse del terreno de juego por molestias. Papel que, quizá, deba repetir el domingo ante el Athletic.


Desde luego, gracias a sus 191 centímetros de altura, el magiar es uno de los pocos futbolistas de la plantilla aragonesa que, al menos por talla, pueden contrarrestar el juego aéreo de los vascos. Faceta que preocupa especialmente al Real Zaragoza, siendo su principal punto débil. Un 'handicap' bien conocido por todos los rivales de los aragoneses, y que este curso ha sido explotado hasta la saciedad por equipos como Deportivo o Celta.


En contra, claro, el tener que variar una medular que funciona para reemplazar a un hombre de la defensa. Motivo por el cuál Jiménez podría optar por mover a Sapunaru al centro de la zaga o, incluso, dar entrada a Paredes, últimamente colocado en un segundo plano en lo que a la rotación defensiva se refiere. Cambios de los que, de momento, el técnico zaragocista no ha querido ofrecer ninguna pista.