Opinión

La inflexión, la obligación

La victoria lograda el sábado ante el Mallorca, después de quince partidos seguidos, debe marcar una nueva línea en el conjunto aragonés, el camino que garantice la salvación.

Los jugadores del Real Zaragoza celebran el triunfo ante el Mallorca
Real Zaragoza - Mallorca_2
TONI GALAN/A PHOTO AGENCY

El zaragocismo se aferra a esa intuición que esbozaba Víctor Rodríguez: “El partido del Mallorca debe ser el punto de inflexión”. Tal y como están las cosas, semejante obviedad –cuestión de Perogrullo estricto- se convierte en asidero fundamental de una afición que mezcla ilusión con cansancio a estas alturas de la temporada y de la vida reciente del Real Zaragoza.


Ganar al Mallorca era vivir; al Rayo es seguir viviendo. En este tramo final de Liga en el que las suspicacias están a flor de piel –con toda razón-, el único camino para allanar la pervivencia en la élite es apelar a la victoria. Se ha roto una racha miserable y se abre ahora el turno del triunfo por imperativo vital.


Hace tiempo que no quedaban excusas para ganar. Por fin, el pasado sábado, el Real Zaragoza recuperó una senda imprescindible, que debe apuntalar con un nuevo salto el domingo. La Romareda volverá a presentar ese aspecto de hogar, ese escenario donde el equipo va a sentirse cómodo, arropado, mimado. Porque, no cansa recordarlo, la afición nunca ha fallado.


Es el Real Zaragoza –ese nuevo Real Zaragoza- el que debe estar a la altura de las circunstanciasy encadenar ya una segunda victoria a través de la que se vean los argumentos de la salvación.


En el complejo tramo del final de Liga, de intereses y desintereses extraños, cualquier resultado es posible. Y, como ya se está poniendo de relieve, ganar se está haciendo más fácil para algunos. El Real Zaragoza no puede permitirse un traspié.  Los tres puntos son imprescindibles. Hemos atravesado el punto de inflexión.