Opinión

Un partido para pensar

Como Manolo Jiménez, el seguidor zaragocista tenía la convicción de que el Real Zaragoza disputaba este domingo, ante la Real Sociedad, un partido “vital”, en el que el cuadro aragonés se jugaba buena parte de lo que podía pasar en lo que resta de temporada.


Era fundamental, sin duda, la posibilidad de dar un salto en la clasificación: poner tierra de por medio con el descenso y asentarse en la zona más tranquila de la tabla. Pero, además, una victoria debía llamar la atención de los rivales, daba realce al estadio de La Romareda y ponía de manifiesto la recuperación apuntada en Málaga.


Todo se frustró en apenas 20 minutos. Tal vez menos, porque el gol de Grizmann puso de relieve la capacidad de noquear de la Real Sociedad, en un partido cruzado para el conjunto blanquillo. Que se remató con la expulsión del debutante Héctor y el segundo gol realista, logrado por Aguirretxe. Total, que en media hora acabó el partido. Sobró más de una hora.


Lo reconocía después Manolo Jiménez, pero a uno le cuesta entenderlo. Porque había demasiado en juego como para no intentarlo al menos. El desglose del duelo nos ofreció un equipo sobre el campo; que no sólo dominaba el marcador, también marcaba el ritmo del duelo e imponía su juego. Delante, la formación de Jiménez bailaba al son de lo que mandaba Montanier desde el banquillo guipuzcoano.


El Real Zaragoza ha diluido en una semana las buenas maneras mostradas en Málaga. Es verdad que no todo puede venirse abajo en una semana y que tiene que quedar el poso de lo que vimos en La Rosaleda. Pero hiere profundamente la marca de la trayectoria que arrastra el Real Zaragoza en La Romareda; y esta nueva derrota deja tocado al zaragocismo. Y exige una reflexión, un partido para pensar.


El fútbol da la oportunidad de resarcirse en poco tiempo. El sábado que viene, el cuadro de Jiménez visita el Reyno de Navarra, en duelo ante Osasuna, en donde no estarán ni Álvaro ni Postiga. Pero se exige la victoria.