Opinión

Un nuevo perfil

Gran Zaragoza. 0-2 en San Mamés. Un abrazo muy fuerte”. Le envié el mensaje a un amigo que pasará la Nochebuena en la cama de un hospital; seguro de animarle, de prestarle una pizca de aliento. “Ya me he enterado por la radio. Estoy encantado”.


Su respuesta me dio estímulo a mí. Y percibí la impresionante dimensión del fútbol; y el valor profundo que ofrecen los éxitos del Real Zaragoza. Porque sus retos son la conexión de los zaragocistas y ofrecen estímulos indiscutibles en las situaciones más comprometidas.


Cierra el equipo aragonés un año marcado por la lucha agónica por evitar el descenso, en esa lucha contra lo imposible, contra el sentido común. Que la escuadra blanquilla hizo realidad gracias a la fe de todos los zaragocistas.


Y desde ahí, de la mano de Manolo Jiménez, el equipo ha ido dando pasos para intentar librarse de esa terrible imagen de la que se impregnó bajo la gestión de Agapito Iglesias. La entidad busca hoy nuevos horizontes, se envuelve de inquietudes distintas.


El triunfo en San Mamés ha supuesto la guinda a un año muy complicado, en que el Real Zaragoza ha sabido sacar la cabeza y en el que, con los altibajos más que previstos, se defiende con mayor dignidad en el Campeonato.


Y el zaragocismo empieza así a disfrutar de los perfiles reales de lo que siempre ha sido el Real Zaragoza. Capaz de hacernos disfrutar de un triunfo de autoridad en la Catedral. Que da sentido al amor a unos colores. “Estoy encantado”. Yo también, querido amigo.