Real Zaragoza 1-0 Atlético de Madrid

Apoño devuelve la vida al Real Zaragoza

El Zaragoza consigue el triunfo de penalty en el último minuto. Da igual. El conjunto aragonés abandona el farolillo rojo y se acerca a la permanencia.

Imágenes del partido en La Romareda
El partido en directo_3
TONI GALAN

Tres puntos de oro. Será un tópico, pero no hay otra forma de calificar el botín matutino obtenido por el Real Zaragoza ante el Atlético de Madrid gracias a un penalti transformado por Apoño en el último minuto. Una victoria vital tras un partido tan feo como intenso que ha lanzado un mensaje muy claro a la zona baja de la clasificación: los de Jiménez siguen muy vivos y no van a dejar de luchar hasta el último partido.


Arrancó dubitativo el Zaragoza, que tuvo que repeler como mejor supo los primeros intentos del Atlético al arco defendido por Roberto. Tampoco es que el conjunto colchonero dominara con claridad, si bien es cierto que en los primeros lances del juego supo trenzar mejores jugadas, abriendo el juego por las bandas e intentando hacer llegar varios balones laterales a Falcao y Adrián.


El Zaragoza, por su parte, se limitó durante los primeros treinta minutos a mantener el rigor defensivo mientras Postiga se hartaba de recibir lanzamientos largos, que en la mayor parte de las ocasiones sacó con facilidad la defensa rojiblanca. En el centro del campo aragonés, muy bregador durante todo el primer periodo, apenas Apoño daba algo de sentido e intención al juego.


Algo más animado fue el último tramo de la primera mitad. Empujado por una Romareda prácticamente llena, los de Jiménez enlazaron varias llegadas consecutivas, avisando a los madrileños de que en cualquier momento podían llevarse una sorpresa. Las mejores ocasiones blanquiazules llegaron de cabeza, con la firma de Dujmovic y Pintér. Sin embargo, la llegada más clara durante la primera parte llevó la rúbrica colchonera, con dos disparos de Adrián y Falcao en el minuto 28. Lanzamientos que, afortunadamente, se encontraron con el larguero y el palo derecho de Roberto, respectivamente.

Apoño, de nuevo

Los primeros compases del segundo periodo anunciaban un guión calcado al de la primera mitad. Apenas habían transcurrido unos minutos y Jiménez introdujo el primer cambio: Dujmovic por Micael. Un claro intento por buscar mayor combinación en el centro del campo. El portugués ocupó posiciones más avanzadas que el croata.


Tuvo que esperar La Romareda hasta el 61 para ver la primera ocasión de gol del Real Zaragoza en la segunda parte. Postiga, en semichilena, lanzaba fuera -por escasos centímetros- un buen centro de Luis Garcia. Hasta entonces, todo el bagaje ofensivo del conjunto aragonés se resumía en un tiro lejano de Pintér. Entre tanto, Edu Oriol ocupaba el puesto de Lanzaro.


Ya en el 70, los zaragozanos comenzaron a acusar el desgaste físico. Embotellados atrás, apenas lo intentaban a través de contrataques puntuales. Todos ellos infructuosos.


A falta de diez minutos, una inoportuna lesión de Mateos obligaba al técnico andaluz a realizar el tercer y último cambio. Entraba Juan Carlos, quien volcado en la banda izquierda consiguió penetrar con peligro en un par de ocasiones.


A partir de ese momento, el partido se convirtió en un correcalles. Zaragoza y Atlético se repartían las llegadas, sin llegar a generar verdadero peligro. En La Romareda había más intensidad que fútbol. El choque entraba en su fase final y el respetable sabía del importante papel que disputaba. Animados por su gente, y en una última intentona, Hélder Postiga entró con todo en el área pequeña, siendo derribado por Godín. Éxtasis en las gradas y sangre fría desde los once metros, donde Apoño demostró que es todo un especialista. Tres puntos, emoción desbordada, y a otra cosa.