Real Zaragoza, el león naciente

El rey de la selva de Segunda División pretende escapar de un hábitat que no le corresponde. Regirá desde el fútbol de toque y la luz del japonés Kagawa.

Posible once titular en el Real Zaragoza
Posible once titular en el Real Zaragoza
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Optimismo, ilusión, esperanza... Sensaciones inherentes al inicio de toda singladura. Se persigue un destino. Si se puede, además se pretende disfrutar de las experiencias acaecidas durante la travesía. Conocido lo angosto del camino en Segunda División, incluso nos conformaríamos con alcanzar exclusivamente la meta anhelada, el ascenso a Primera, el territorio que le corresponde a un club como el Zaragoza y a una ciudad como Zaragoza. La espera de seis años no ha hecho sino multiplicar el deseo. De ahí la extraordinaria capacidad de reilusionarse del equipo que aglutina el sentir de la inmensa mayoría de los aragoneses. De ahí la trascendencia de nuestro Real Zaragoza.

Los datos de la presentación del japonés Shinji Kagawa se ajustan a la dimensión real del Real Zaragoza, un gigante caído a Segunda División en tiempos de despilfarros globales (no solo aquí...) y que cuando pretende levantarse se ha topado con una época nueva gobernada por el control presupuestario de la Liga del Fútbol Profesional. Por eso, por la abultada deuda heredada por la actual propiedad, el Zaragoza continúa lastrado por un presupuesto impropio de una entidad con una masa social superior a la media de Primera División (27.000 abonados). Pese a su limitado presupuesto, pese a sufrir la obligación de vender a sus mejores talentos para sobrevivir, el ascenso permanece como objetivo irrenunciable.

Para alcanzarlo, en el actual curso repite como entrenador Víctor Fernández, técnico que no necesita presentación en Zaragoza. Su tiempo de gloria en el Real Zaragoza pertenece al pretérito (ya han pasado 25 años de la Recopa); pero el año pasado asumió la dirección del equipo en una situación muy complicada y al final logró la permanencia. Ahora, el reto es otro. No basta con mejorar los resultados inmediatos: ascender a Primera División es el desafío.

Aunque la economía ha obligado a vender a Alberto Soro y a Pep Biel. notable y sobresaliente operación, respectivamente, el propio Víctor Fernández afirma ahora que confía en las posibilidades del colectivo que gestiona. Atravesó Víctor por un bajonazo moral tras la venta de Pep Biel, pero ahora se le ve contento. Mucho más tras el comportamiento de su equipo en el único test verdaderamente estimativo del verano, el encuentro ante el Alavés en el Memorial Carlos Lapetra. Allí vimos un Zaragoza mucho más consistente que en el pasado curso. Su portero, Cristian, y su afición continúan constituyendo las principales fortalezas de un conjunto que se declaró creyente ante un rival consolidado en Primera como el Alavés.

Los hechos de los últimos días han confirmado la magnitud del club. Reunir siete mil personas en una presentación al sol de la una de la tarde (13.00) en un 13 de agosto (y martes...) está al alcance de muy poquitos. En Segunda, solo del Zaragoza. Esta afición es de Primera y merece estar en Primera. Kagawa, además de un futbolista con un currículo formidable, solo representó un motivo para expresarse a una afición maravillosa como la zaragocista. Ahora solo queda que Víctor Fernández y sus jugadores alcancen la altura de la afición de La Romareda. Para ello, el Zaragoza deberá construir un conjunto competitivo, sólido, ambicioso. Kagawa, la nueva ilusión venida del país del sol naciente, supone un estímulo más. El león, el rey de la selva, se introducirá mañana en la ídem de la Segunda División. Aguarda el Tenerife. Ha llegado el momento de transformar las ilusiones en realidades.

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