La noria de Natxo

El técnico del Real Zaragoza ha removido las alineaciones en las tres últimas jornadas con hasta 19 cambios de futbolistas entre jornada y jornada. Simone Grippo y Eguaras, cada vez con más peso en el equipo, son los únicos que han repetido en el once.

Natxo González, en un entrenamiento del Zaragoza.
Natxo González, en un entrenamiento del Zaragoza.
Raquel Labodía

Uno de los modos de explicar la irregularidad e inestabilidad del fútbol del Real Zaragoza es detenerse en la irregularidad e inestabilidad de sus alineaciones durante toda la temporada.

Un reflejo de la agitación incesante de Natxo González en la gestión de hombres y posiciones de un partido a otro se proyecta sobre la naturaleza misma del juego del equipo, sobre su actual estilo despersonalizado y sobre la inconsistencia de su modelo. Esta política rotatoria del entrenador se ha acelerado aun más si cabe en el último mes, concretamente en las últimas tres jornadas. Tomando como punto de origen el once titular del Zaragoza en su derrota contra el Cádiz a comienzos de diciembre, Natxo ha desatado en las jornadas posteriores una revolución imparable y frenética con, de partido a partido, siete cambios en la alineación del duelo contra el Albacete, otras seis modificaciones para jugar en Valladolid y, por último, siete nuevas variaciones en el reciente encuentro contra el Barcelona B.

En total, 19 novedades en solo tres partidos consecutivos, todas ellas por razones tácticas y técnicas, excepto las forzadas por las sanciones de Cristian Álvarez y Verdasca tras el encuentro contra el Cádiz y las lesiones de Borja Iglesias y Mikel González para recibir al Barcelona B.

La noria de Natxo cogió velocidad en Albacete. El equipo, precisamente, venía de conservar su figura en dos jornadas consecutivas. La victoria en Gijón impulsó a Natxo González a estabilizar el once una semana después contra el Cádiz: es la única vez que ha repetido alineación en toda la temporada. En el Carlos Belmonte, y con las bajas de los sancionados Cristian y Verdasca, el técnico armó la revolución: Ratón, Mikel, Benito, Ros, Guti, Pombo y Toquero tomaron sitio en un armazón táctico también reformado. Del 4-4-2, Natxo pasó al 4-3-3, con Eguaras de mediocentro posicional y Ros y Guti de interiores.

Solo 72 horas después, factor que a buen seguro condicionó las decisiones de Natxo González, el Zaragoza jugó en Valladolid con seis cambios en la formación titular. Accedieron al once Cristian, Ángel, Zapater, Febas, Papu y Vinícius, cuya entrada motivó que el entrenador le devolviera al equipo el sistema táctico 4-4-2. Además de los cambios nominales, se produjo otro posicional, con Benito trasladado desde el lateral izquierdo donde jugó en Albacete al carril derecho de la defensa.

Tras el descanso navideño, frente al Barcelona B, Natxo González volvió a zarandear el once e introdujo otras seis modificaciones. Con Mikel y Borja Iglesias lesionados en Valladolid, el técnico reestructuró casi toda la defensa, con el regreso de Delmás, la vuelta de Verdasca tras su sanción de dos partidos y el debut liguero de Dani Lasure. Además, siguiendo el modelo de Albacete, entraron Javi Ros y Guti en el medio del 4-3-3, y Pombo en el extremo izquierdo.

Una agitación habitual

En la retrospectiva de la temporada, se adivina que Natxo González solo ha repetido alineación en dos jornadas consecutiva una vez, contra Sporting y Cádiz. Los cambios han sido abruptos en las últimas jornadas, pero esta gestión de la plantilla va más allá. Una constante todo el año ha sido el componente mudable de sus alineaciones, a las que Natxo González, dentro de su política de vestuario, rara vez ha otorgado continuidad.

El Zaragoza, en este sentido, ni en sus mejores momentos, se definió por un rostro fijo. Jugadores han entrado y salido sin que el equipo se apoyara en una ‘alineación tipo’.

Tampoco en las semanas en las que el juego del Zaragoza alcanzó su mejor expresión: Natxo entendió que había que ampliar la plantilla todo lo posible, de ahí que se diluyeran los rangos entre titulares y suplentes, salvando casos muy concretos como, quizá solo Cristian y Borja Iglesias.

Según Natxo , todos eran titulares: "La línea que separa entrar en el once y pasar a la grada es muy fina", ha advertido en alguna ocasión el entrenador. Esta política de rotaciones ha impedido al Zaragoza consolidar su figura, especialmente, en sectores esenciales del equipo, como el centro del campo. Un ajetreo llamativo en un equipo en fase de construcción, necesitado de asimilar conceptos y mecanismos.

Ni siquiera Zapater, fijo con Natxo durante cuatro meses, ha escapado a esta gestión del grupo y ahora mismo ha perdido el sitio como pivote, en especial, ante el creciente rendimiento de Iñigo Eguaras, cada vez más consolidado en las alineaciones y ahora mismo futbolista indispensable para Natxo González.

El mediocentro navarro ha sido junto al suizo Simone Grippo el único futbolista que ha esquivado las modificaciones introducidas por el entrenador en las alineaciones. Ambos son los únicos jugadores que han partido de inicio en las últimas cuatro jornadas, aunque Cristian sin sanción y Borja sin lesión probablemente se hubieran unido a este reducido grupo de ‘fijos’ de Natxo González.

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