Como una exhalación ha pasado la semana de fiesta en la plantilla del Real Zaragoza. El equipo, que se marchó de vacaciones a la conclusión del partido de Valladolid, de donde regresó en la madrugada del miércoles 20, vuelve hoy a los entrenamientos en la Ciudad Deportiva a las 11.00. Atrás habrán quedado siete días de desconexión total, de ruptura con unos momentos de tensión y preocupación en el entorno del vestuario por la persistencia de los malos resultados, que habrán debido quedar atenuados por las vivencias familiares y amistosas de cada uno de los componentes del grupo en fechas tan tradicionales.

Al menos, eso es lo que Natxo González, el entrenador, y los responsables de las direcciones deportiva y general, esperan que haya ocurrido, por el bien general. Nunca la pausa navideña llegó en mejor momento para todos. Hacía falta frenar en seco la inercias de la competición y sus secuelas. Recapacitar, hablar, hacer propósitos de enmienda y disponerse a afrontar el segundo tramo de la competición con otro talante, con otra disposición al rendimiento, con otros niveles de solvencia en cada partido.

Retorna el equipo a los entrenamientos con 10 días por delante para utilizarlos a modo de una pequeña pretemporada incrustada en las fechas que solapan diciembre con enero, el adiós al nefasto 2017 y el nacimiento del esperanzador 2018. No hubo liga el pasado fin de semana por Navidad, como tampoco la habrá este próximo, por Nochevieja y Año Nuevo. Así, la siguiente cita con la competición no llegará hasta el sábado 6 de enero, el día de Reyes, cuando se pondrá punto final a la primera vuelta, en La Romareda ante el Barcelona B.

Natxo dispone de semana y media completa para resetear la mente de sus muchachos. Y va a recuperar las jornadas de doble sesión de ejercicios, que quedaron derogadas hace más de dos meses largos una vez entró la liga en velocidad de crucero y las pautas del verano caducaron. El técnico vitoriano, sabedor de las dificultades que rodean a su Real Zaragoza, no va a dejar de ensayar cosas cada día.

Hoy miércoles es el aperitivo. Mañana jueves, comenzará a lanzar el programa de restauración de ideales y filosofías futbolísticas en su plantilla. Y, tanto el viernes como el sábado, los jugadores pasarán el día entero en la Ciudad Deportiva, con entrenamientos a las 11.00 y a las 18.00. Incluso el domingo, día 31, en las horas previas a las uvas, las campanadas y la despedida del año, el plantel trabajará por la mañana en las instalaciones de la carretera de Valencia.

El momento es delicado y requiere de mucha aplicación, de infinidad de ‘inputs’ positivos que lleguen a los cerebros de los protagonistas cada día, cada hora. Este es el Real Zaragoza de este año y, si han llegado a perder algo de confianza, de fe o de convencimiento en el proyecto que arrancó en verano en Boltaña, es cuestión de volver a hacerles creer en él... y que lo sepan interpretar convenientemente. La semana próxima, hasta que llegue el sábado el Barça B, el esquema de trabajo será similar. Es tiempo de ejercicios espirituales porque, de seguir fallando, las consecuencias que se avecinan ya no serían tan inocuas como hasta ahora.

Todo eso ya está hablado desde la cúpula del club hasta el entrenador, pasando por los demás estratos de la pirámide de gestión del equipo. Hoy, los jugadores serán los últimos receptores del crucial y denso mensaje.

La marcha del Real Zaragoza necesita un giro radical al rumbo descrito hasta Valladolid. Y, dentro de 10 días, en La Romareda, debería nacer un nuevo tiempo dentro de la misma temporada. Este es el espíritu de la Navidad zaragocista esta vez.