Los cinco balances mensuales del Real Zaragoza, un libro abierto

19º en agosto. 18º en septiembre. 11º en octubre. 14º en noviembre. Y 15º en diciembre. El ritmo competitivo del equipo de Natxo pasó de la novatada a la ilusión, y de la esperanza a la decepción.

Simone Grippo, desolado tras la derrota última del Real Zaragoza, el pasado día 19 en Valladolid.
Los cinco balances mensuales del Real Zaragoza, un libro abierto
Fernando Blanco

Las 20 jornadas de liga transcurridas hasta el parón de Navidad, hasta el paso de 2017 a 2018 en el ecuador de la liga de Segunda División, permiten revisar el libro de balances mensuales del Real Zaragoza y observar su curva de rendimiento y solvencia en cada tramo de la misma. Y esos apuntes de contabilidad hablan de manera cristalina, son un libro abierto en lo referente a datos, cifras, dinámicas y realidades.

El equipo que dirige Natxo González cerró el acta de agosto, donde se disputaron las dos primeras jornadas, en el puesto 19º (cuarto por la cola), con tan solo 1 punto.

El mes siguiente, septiembre, se clausuró solo un puesto más arriba, el 18º, con 5 puntos, tras haber consumido 6 jornadas.

El único momento de repunte que se vivió en torno al actual Real Zaragoza lo refleja la página de octubre, que acabó con el equipo en el 11º escalón de la tabla, con 15 puntos al término de la 12ª jornada.

En noviembre, el índice cayó ostensiblemente hasta el puesto 14º en el escalafón de la división, con 19 puntos al final de la 16ª jornada.

Y hace una semana, cuando se cerraron las cuentas de diciembre, el Zaragoza se quedó un pasó más abajo, en el 15º lugar, con 23 puntos después de jugar la jornada 20ª.

Los partidos ante el Granada (agosto), Nástic de Tarragona (septiembre), Leonesa (octubre), Reus (noviembre) y Valladolid (diciembre) fueron, en cada caso, los hitos de referencia del remate de cada mes. Entre ellos quedó marcado el pulso cardiaco de este Real Zaragoza de Natxo González. Y, con la excepción del único momento de expectación ilusionante de octubre, el resto de parámetros son insuficientes para mantener unas constantes vitales adecuadas para un club como el aragonés, números que denuncian problemas.

El punto de partida, el breve tramo agosteño de dos partidos para abrir boca, fue de un solo punto de 6 posibles: derrota en Tenerife y empate en casa con el Granada.

De ahí al siguiente balance, el de septiembre, la suma solo fue de 4 puntos más sobre 12 dirimidos: victoria en Córdoba, derrotas ante Alcorcón y Lugo, y empate ante el Nástic en La Romareda.

El tránsito de octubre dejó 10 puntos de 18 en disputa, lo que mejoró ostensiblemente las sensaciones y el sustanciamiento del juego exhibido por los blanquillos. En el bloque con más partidos en 30 días, el Zaragoza obró dos victorias, ante Numancia y en Lorca. Además, empató en Oviedo y Sevilla y, como local, frente al Osasuna y la Leonesa. Es decir, no perdió en octubre. Hilvanó seis partidos invicto, aunque predominasen las insuficientes igualadas, pues sabido es que, cuando un equipo camina por la zona media-baja, sumar de uno en uno no luce lo suficiente como para alcanzar ubicaciones de brillo en la clasificación.

Pero, de ese mes esperanzador se acabó pasando, inexplicablemente, a los síntomas de desvanecimiento que aún están rigiendo hoy en día. Llegó noviembre y, como en septiembre, la adición de puntos se quedó en 4 sobre 12. Muy pobre. Se dio la victoria ante el Rayo Vallecano, las hirientes derrotas en Huesca y Almería, y el empate en La Romareda con el Reus.

Y el actual diciembre, lejos de significar la salida de esa crisis, la reafirmó con idénticos guarismos por parte de los de Natxo. Es decir, volvieron a sumar 4 puntos de 12 en liza. Una escasa renta que llegó tras el triunfo en Gijón, el empate en Albacete y las derrotas ante el Cádiz en casa y, finalmente, el último día en Valladolid.

Es decir, el marcapasos mensual del Real Zaragoza indica una cadencia de puntos con este diapasón: 1+4+10+4+4. Solo octubre cumple con los mínimos para optar a algo notable en la liga. El resto muestran palpitaciones que anuncian problemas serios de respiración a corto plazo, de ausencia de oxígeno. Con esa línea de beneficios, obviamente, el futuro solo puede estar en la parte baja de la tabla.

El equipo presenta síntomas de tener alguna disfunción seria en su salud futbolística. Y, por ello, necesita tratamiento urgente, mejorar su salud con la máxima celeridad como sea posible. Es perentorio un reconocimiento exhaustivo de su estado. Verificar todos los parámetros de su sangre, de su orina, de sus deposiciones, la espirometría, pasarlo por el departamento de radiología desde la punta del pie hasta el último pelo de la cabeza.

Si no logra romper ese paupérrimo ritmo de 4 puntos sumados cada mes como pauta más repetida, el futuro no es nada halagüeño. Algo no está bien y debe ser sanado. Los test mensuales desembocan en un diagnóstico inevitablemente preocupante. Esta es la principal tarea en estos días que juntan diciembre con enero de 2018. Discernir cuál es el problema para poder atacarlo y curarlo. Saber cuál es la medicina adecuada y aplicarla convenientemente para acabar con la afección que impide al equipo rendir por encima de sus actuales prestaciones. El historial clínico, a estas alturas, no deja demasiados resquicios a la discusión.

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