Borja Iglesias, el indicio de que las constantes vitales no son las mejores

Natxo González admitió en Albacete su preocupación propia y la del mismo delantero a causa del extravío de los goles y el juego rentable del gallego.

Borja Iglesias controla un balón en el área del Albacete durante el partido del sábado.
Borja Iglesias, el indicio de que las constantes vitales no son las mejores
Josema Moreno

Hubo un par de semanas, quizá 20 días, hace mes y medio, en donde señalar con el índice a Borja Iglesias para reseñar que su aportación al equipo, que su mezcla con el resto, que su rentabilidad en jugadas combinativas -especialmente en La Romareda- no era la adecuada, era visto como un sacrilegio. Anatema. Razón de hoguera. No era posible criticar a un delantero que sumaba 7 goles (8 con el penalti que marcó en Copa al Granada) y era el abanderado ofensivo del Real Zaragoza construido en verano en torno a su figura emergente, tras los mas de 30 tantos que firmó el año pasado en el Celta B de Segunda B que lo pusieron en primera línea del escaparate de los equipos de plata a ojos de agentes y representantes.

Pasadas 8 jornadas sin que Borja Iglesias haya visto puerta, con la certeza de que su fútbol diferente se ha desvanecido en los últimos dos meses de forma indiscutible, subrayar esta cuestión o abundar sobre ella ya no es pecado. Ya no pisa callos. Ya no ofende a quienes se dan por aludidos por esas cosas que tiene el fútbol profesional últimamente, tan a tres bandas. El asunto de Borja Iglesias lo admite y reconoce hasta el utillero. Es el “efecto Santo Tomás”, que suele traer con retardo, con más o menos diferido, las situaciones que desde otros prismas menos expuestos al óxido se observan con antelación. Como sucede en los observatorios astronómicos con el universo. Aire puro entre el telescopio y el espacio estelar.

Borja celebró su último tanto, el séptimo en liga (3 de ellos de penalti, cuando le hacían penaltis al principio de todo), en la noche de Sevilla frente al filial hispalense. Logró un doblete en aquella inhóspita Ciudad Deportiva el 21 de octubre. Aún con las ferias pilaristas montadas en Valdespartera. Y, desde entonces, secano. Ni gota. No le ha marcado ni a la Leonesa, ni al Huesca, ni al Rayo Vallecano, ni al Almería, ni al Reus, ni al Sporting de Gijón, ni al Cádiz, ni, hace unas horas, al Albacete. En ese octete de obturación de cañones del gallego solo cabe rescatar como bueno el partido contra los rayistas, donde Borja se erigió en un excelente asistente para donar sendos goles a Febas y Pombo, a la postre decisivos para el triunfo milagroso por 3-2 en una tarde con viento de cola. El resto, para pasar un rato largo en el diván junto a él.

Natxo González, el entrenador del Real Zaragoza, ya no pudo ocultar bajo la alfombra el caso tras el 0-0 de este sábado en el Carlos Belmonte albaceteño. “Lo que me preocupa es que Borja esté preocupado. Me preocupa que a Borja le preocupe el problema y que eso le genere esa sensación de precipitación”. O sea, que la preocupación es preocupante. Y preocupa a todos los que están preocupados, que no es uno solo, sino muchos. El propio afectado y todos los demás. Hasta los del anatema. Porque, claro está, lo que está sucediendo no es normal. Una cosa son las rachas, siempre aleatorias con todos los delanteros, y otra un apagón de este calibre en un futbolista que no tiene demasiados recambios ni apoyos alrededor para suplirlo en su misión principal: golear.

Ahí el asunto traspasa la piel de Borja Iglesias. Y hasta la del entrenador preocupado. Se va más hacia arriba. “Depender de un jugador te lleva a que pase esto. No podemos depender de un solo delantero”, denunció Natxo González en Albacete. En la plantilla hay varios delanteros según el patrón dispuesto en verano. Borja Iglesias, Toquero, Vinícius y Raí Nascimento, estos dos, brasileños, las dos fichas extracomunitarias de la plantilla por más señas. El problema ya no se queda solo en Borja Iglesias. Se alarga y retrata el papel y uso que se ha otorgado a los demás en el plan de ruta del equipo. Es el que es. Toquero marcó 3 goles en dos arreones al principio de curso y también se apagó. Vinícius está por estrenarse. Y a Raí lo derivaron hace más de un mes de nuevo al filial. Hechos objetivos.

“Estamos haciendo todo lo posible para solucionar esto. No podemos depender siempre de un solo futbolista para el gol. No podemos pretender que Borja meta todos los partidos. El resto tiene que aportar también”, redundó Natxo en Albacete, disparando al horizonte balas perdidas.

Así pues, la patología que afecta a la generación del gol en el actual Real Zaragoza y que empezó a dar síntomas hace más de dos meses a ojos de algunos observadores, ya es un caso clínico que necesita tratamiento de mayor calado. La ceguera en los últimos cinco partidos (cero goles ante Almería, Reus, Cádiz y Albacete y solo un tanto, del lateral Delmás, en Gijón y a balón parado) ha puesto las alarmas encarnadas y a tope de decibelios dentro del club. Es hora de hallar soluciones y aplicar paliativos inmediatos porque se trata de un asunto mayor.

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