Lalo y Natxo, media hora de puesta en común

Arantegui y González, director deportivo y entrenador del Real Zaragoza, analizaron a solas el 0-2 ante el Cádiz en el despacho del técnico en la Ciudad Deportiva.

Lalo Arantegui y Natxo González, a las 11.30 ya con el entrenamiento en marcha hacía muchos minutos, salen del despacho del entrenador en la Ciudad Deportiva.
Lalo y Natxo, media hora de puesta en común
José Vidal

Las derrotas del Real Zaragoza, desde la fatal noche de Huesca el 6 de noviembre, no se digieren con la misma naturalidad que hasta entonces. Ni por cantidad ni por calidad de las mismas. Son ya muchas las acumuladas a estas alturas de liga y, además, el formato de las ocurridas en El Alcoraz, después en Almería y, en las últimas horas, en La Romareda ante el Cádiz, requiere tratamiento intensivo en el interior del club. Es notorio que el equipo hace muchos días que no funciona como se previó y se soñó en agosto y, como la clasificación va ya tomando forma y el Real Zaragoza no reconduce su zozobrante navegar en la liga, cada patinazo sonoro provoca una onda expansiva que se siente en cada milímetro cuadrado de la entidad.

Por eso, tras el 0-2 de la noche del sábado ante los gaditanos, el inicio del entrenamiento matinal del domingo en la Ciudad Deportiva no ha sido ordinario. Los jugadores han charlado entre ellos en el vestuario, desde poco antes de las 11.00 hasta pasadas las 11.15, cuando han saltado al césped para ejercitarse suavemente la mayoría de ellos. Y, 50 metros más allá, en la caseta/despacho del entrenador, Natxo González recibía la visita del director deportivo, Lalo Arantegui, con el que departió a solas durante prácticamente media hora. Tajo tenían ambos responsables de área después de lo acontecido en el estadio municipal frente al Cádiz 12 horas antes.

La puesta en común de ambos provocó que el entrenamiento comenzase sin Natxo, algo inusual. Fueron el segundo preparador, Bernardo Tapia, y el preparador físico, Javier Chocarro, quienes arrancaron la sesión. Tardó un rato largo en asomar por el pasillo de vestuarios Natxo González, todavía en el epílogo de su diálogo con Lalo Arantegui. Tras concluir la plática, Lalo se fue hacia la pasarela para subir al campo de arriba, donde jugaba el Juvenil de División de Honor frente al Manacor, y el técnico vitoriano, ya sí, se incorporó sobre la marcha al entrenamiento de sus hombres, la mitad de los cuales ya se habían ido al gimnasio (los titulares del partido contra los amarillos gaditanos).

A estas alturas de la película ya nadie puede disimular la gran carga de preocupación que envuelve cada día, cada gesto, cada partido del primer equipo zaragocista. Y el batacazo por 0-2 en el envite con el Cádiz ha destruido de un solo golpe la ilusión por repuntar en la clasificación que se generó una semana antes al ganar 0-1 al Sporting de Gijón. Los perseguidores -Albacete, Barcelona B, Alcorcón incluso- se acercan aún más en la clasificación y los miedos reaparecen por propia naturaleza de las cosas.

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