Un quiebro al peligro

El Real Zaragoza atrapa una victoria vital y escapa a cinco puntos de la frontera del descenso. Además, muestra una nueva capacidad competitiva.

Santos presiona a Ángel Martínez.
Santos presiona a Ángel Martínez.
Arnaldo García

En la receta de las victorias siempre se suelen encontrar propiedades terapéuticas. Sea cual sea el envase, el prospecto del triunfo en todo caso reúne valores rehabilitadores. Los puntos en sí mismos los representan con su inmediata traslación numérica a la tabla clasificatoria. Durante un buen número de minutos, antes y después del gol, costaba hallar ayer bondades en un Zaragoza superado por el fútbol y las oportunidades del rival. Delmás demostró una vez más que goles no se merecen; los goles se meten, y si no se meten, evidentemente no son goles. Un gol, su primer tanto con el Real Zaragoza, le dio el triunfo al equipo del león rampante en El Molinón.

Después de pensar que los males se pasan mejor con puntos, en el Real Zaragoza cabe encontrar más motivos de esperanza. Incluso una vez acabado el partido. Esa celebración final, con Javi Chocarro, Mikel Inchausti y Bernardo Tapia estrujando a Natxo González aglutina una valía probablemente superior a los mismos puntos. El equipo perdía, pero, desde luego, no estaba roto, aunque la clasificación amenazara ruina. La alegría no solo invadió la banda cuando el árbitro señaló el final. También hubo corro de los jugadores sobre el césped. Lo dicho, que juguemos mejor o peor, el colectivo permanece unido.

Para entender el marcador, obligatoriamente hay que mirar al portero. Sin Cristian, la victoria de ayer habría sido improbable. Quizá, más que improbable: imposible. No era la primera opción de Lalo Arantegui para cuidar la gatera, ni siquiera se ajustaba al perfil dibujado por el director deportivo para el inquilino de la portería del Zaragoza, pues Cristian no venía de jugar recientemente. Ayer, como en otros tantos careos de este curso, el arquero argentino demostró que es un porterazo. Ayer ganó el Zaragoza por él y por algo esencial: porque se dejó la vida en el campo. La razón responde a la misma causa por que perdió en Huesca y Almería.

Entre el gato Cristian, la taba de Delmás y la lucha de todos, el Zaragoza supo ganar en un campo dificilísimo ante un rival al borde del ataque de nervios. Y de paso, con los tres puntitos, alejarse de un descenso que ya queda a cinco puntos. Eso sí, no nos engañemos, para dejar de mirar hacia abajo y mirar hacia arriba hace falta bastante más que Cristian, Delmás y luchar. Solo esa mejora imprescindible disparará al Zaragoza. Ayer solo fue un imprescindible primer paso, el del quiebro al peligro.

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