De la ilusión al escepticismo

Las expectativas altas de inicio de campaña se han diluido.

Durante meses, el Real Zaragoza de Natxo González alimentó con fútbol aseado ilusiones entre el zaragocismo; pero aquel estado de esperanza acerca de un futuro prometedor ha ido cambiando poco a poco, al ritmo de la evolución del equipo, hasta tocar en estos días las arenas conocidas del escepticismo. Ahora mismo, nadie sabe a ciencia cierta qué va a ser de este Zaragoza, si va a romper hacia arriba o se va a complicar la existencia en los laberintos del fondo de la tabla, hacia donde empujan algunas fuerzas, como puede ser, por ejemplo, la falta de eficacia ante la puerta contraria.

Las dudas razonables del seguidor zaragocista se fundan en los datos del presente y, también, en el amargo poso que ha dejado el paso de las últimas campañas, en las que ha sido habitual que el equipo entrara en crisis por estas épocas del año, para dar lugar a algún tipo de revolución de invierno. Llueve sobre mojado. Con entrenador nuevo y plantilla renovada se transita, sin embargo, por las viejas sendas pisadas. Personajes de un pasado que se quiere superar vuelven a aparecer, sea de modo taimado o entre las bambalinas de este gran negocio llamado fútbol. La Copa, que Natxo quiso abordar de otro modo, ha caído en los usos recientes. La cita de este jueves ante el Valencia de Marcelino ya no será ni un premio ni un interesante campo de pruebas. Por supuesto, habrá quien quiera dibujar la realidad desde la palabra. Nada nuevo.