23 días aclaratorios antes del parón de Navidad

El Zaragoza afronta cuatro partidos de alto valor logístico hasta el 19 de diciembre, tres fuera de casa y solo uno como local, asomado a la zona baja de la tabla.

Natxo González y parte de la plantilla al inicio de un entrenamiento de la pasada semana.
Natxo González y parte de la plantilla al inicio de un entrenamiento de la pasada semana.
Guillermo Mestre

El Real Zaragoza raquítico de los 19 puntos en 16 jornadas de liga tiene ante sí un corto tramo temporal en el que va a despejar, lo quiera o no, su ruta apacible o tortuosa a medio plazo. Partiendo de una ubicación delicada, a solo 3 puntos de los puestos de descenso a Segunda B tras este nuevo fin de semana de patinazo (0-0 frente al Reus en La Romareda), los zaragocistas jugarán los últimos 4 compromisos ligueros del año natural -2017-, los que restan por lo tanto hasta las vacaciones navideñas, en los próximos 23 días. 

En poco más de tres semanas las dudas, bien se habrán amainado en positivo, o bien se amplificarán en sentido negativo. Antes de la época del turrón y los villancicos, el Real Zaragoza tiene un lote complicado que lidiar en la liga: tres desplazamientos de dificultad alta a Gijón, Albacete y Valladolid y solo un choque como local, en La Romareda frente al Cádiz, también de los de exigencia máxima por el rango del rival.

El 3 de diciembre, el próximo domingo, los de Natxo González visitan El Molinón. El sábado 9, llegará el Cádiz a Zaragoza. El sábado 16 es el viaje a Albacete. Y el martes 19 (la última jornada de 2017 es en jornadas laborables) se cierra el año en Zorrilla contra el Valladolid. En concreto, son cuatro partidos en 17 días. Un visto y no visto que depositará al Real Zaragoza en el rincón de pensar de la Nochebuena y la Nochevieja con una situación muy concreta en la clasificación. No es de Perogrullo. Es la desembocadura a la actual navegación zozobrante del equipo, que en este corto trecho del torneo necesita certezas, ya sean buenas o malas, que le van a llegar por pura decantación, derivadas de su propio rendimiento y solvencia en estos 360 minutos que lo cruzarán con Sporting, Cádiz, Albacete y Valladolid.

Serán 17 días donde el árbol de la liga va a moverse con consecuencias más sensibles que las vistas hasta hoy. Es lo que siempre ocurre en la recta final de la primera vuelta, cuando la competición cumple su mitad y la clasificación comienza a tener un rostro más definido, con rasgos más firmes, con secuelas más hondas que las que se aprecian, a modo de incidios o sospechas, en los primeros tres meses de liga, cuando todo está aún tierno y las diferencias no son rotundas.

Llegan, a partir de este lunes, 23 fechas muy importantes para Natxo y sus muchachos, para toda el área deportiva del Real Zaragoza. Los planes del verano, las intenciones planificadas en un papel -e in voce- han de acercarse lo más posible a la realidad cuando la Navidad detiene por unos días el vertiginoso ritmo competitivo. Porque, de no ser así, en un club como el Real Zaragoza contemporáneo los subterfugios, los burladeros, son escasos y cabe muy poca gente en ellos.

El Real Zaragoza está, por lo tanto, ante el momento preciso de reaccionar y salir, como sea, de un estado de dudas que empieza a atosigar a los principales actores del curso 2017-18. Lo dice el fútbol, lo subraya la tabla clasificatoria de la Segunda División, los rubrica el desvío existente entre lo previsto y lo real. A fecha de hoy, el equipo de Natxo solo ha ganado 4 de 16 partidos. Y su balance goleador es negativo (19 marcados por 20 encajados). Está a 3 puntos del montacargas del descenso a Segunda B y, mirando hacia arriba (mandato innegociable en esta plaza), la promoción de ascenso dista a 6 y el ascenso directo a 10. En ningún momento ha podido sobrepasar la 10ª posición en la tabla. Acumula cuatro meses habitando la segunda mitad del escalafón de Segunda. No es, en ningún caso, una ruta que estuviera señalada al inicio de la carrera para estas alturas de la película.

Tras las admisibles dudas del inicio de la liga, donde se vieron más intenciones y sensaciones de equipo notable que resultados se obtuvieron, el Real Zaragoza pareció despuntar hacia arriba con los dos triunfos consecutivos ante Numancia (3-0) y Lorca (0-2) en la semana del Pilar. Fue el momento cumbre donde la inflexión positiva amagó con surgir. Pero, sin embargo, desde ahí casi todo discurre en sentido inverso. No solo no han llegado los resultados beneficiosos en cantidad suficiente para el balance semanal del cuadro zaragocista. Es que también se han extraviado la mayor parte de los brillos que se adivinaban detrás de varias individualidades y, sobre todo, del bloque que no logra consolidar Natxo con el paso de las jornadas.

La actual pelea de pareceres, la habitual en momentos como estos donde empiezan a admitirse mal las críticas dentro del entorno del equipo y sus responsables -en todos los niveles- y se combaten con argumentos que cada vez chirrían más con lo que aprecian los ojos de la mayoría y, sobre todo, con los propios números de la insobornable clasificación, tiende a concluir en breve tiempo. Si el equipo es capaz de reaccionar y superar su enorme bache global en los próximos cuatro partidos antes de la pausa navideña, se reconducirá el paso hacia terrenos más respirables para todos. Y si no es así y los derroteros son en sentido a más dudas, más derrotas, más partidos sin victorias y, por ende, con un atasco en la tabla que deje al Real Zaragoza malparado en estas tres semanas de órdago, el fin de año entre espumillón y belenes tendrá carga de zambomba inevitablemente. Son las cosas de la liga cuando un equipo no alcanza el ras que se le presumía en el arranque del curso.

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