Borja Iglesias, en la deriva

El delantero gallego no marcó, pero su fútbol le dio al Zaragoza dos asistencias y una espalda sobre la que apoyar su victoria y aliviar sus instantes de apuro.

Borja Iglesias pugna un balón con Álex Moreno.
Borja Iglesias pugna un balón con Álex Moreno.
Oliver Duch/Aránzazu navarro

El Rayo cayó en La Romareda con una rotundidad y una energía que levantó un oleaje que borró las coordenadas de navegación del Zaragoza, astillando su casco y quebrando su fútbol en pequeños trozos de juego deslavazado. Al equipo de Natxo González se le han desgajado las tablas de su estructura y ha perdido cuajo y claridad, un asunto que no debe descuidarse y que suele traer más advertencias que promesas.

Le faltaron muchas de las señas que habían configurado su identidad y se aplicó sobre el terreno con cierta desorientación y dudas. El Rayo fue superior en todos los puntos de la escena, salvo en las dos áreas: el Zaragoza fue menos malo en la suya y mucho mejor y efectivo en la contraria. Ganó, así, por pegada y porque de la calidad también se vive. De cualquier fogonazo de algunos de sus mejores futbolistas puede brotar una victoria.

En medio de esa deriva agitada por la electricidad y la ventisca de futbolistas como Trejo, Embarba, De Tomás, Comesaña o Aguirre, al Zaragoza, con el timonel arrancado y la hoja de ruta sumergida en el fondo del partido, se le apareció el madero de un mástil y se subió a él. A Borja Iglesias y su irrefrenable juego anatómico. El delantero centro fue el salvavidas en el temporal.

Una referencia con la que aliviar la presión del Rayo Vallecano y un lugar en el que refugiarse, ganar metros y espacio cuando se convirtió en el único argumento de creación del Real Zaragoza. A Borja le interpretó mejor que nadie Febas y de esa asociación salió el segundo gol. Con Pombo tampoco le fue mal al ariete y entre ambos llevaron al Zaragoza a la orilla de la victoria con el tercer tanto. Borja no marcó y marca poco en casa porque vive demasiado alejado del área. El sistema de Natxo cada vez lo va secuestrando más del remate porque el equipo le necesita en los espacios intermedios para progresar el juego, respirar y avanzar. Pero es un delantero tan poliédrico y tan bueno que siempre produce veneno de uno u otro tipo.

Dos asistencias de gol contra el Rayo Vallecano aun fueron poca cosa si observa el global de su aportación en otros aspectos poco cuantificables, especialmente, en el epílogo, desde el tercer gol hasta el silbido final. Si el Zaragoza, después del empate del Rayo Vallecano, podía ganar ese partido era porque tenía a Borja Iglesias. Perdido su rumbo en la marejada del rival, el punta gallego se destacó como razón principal para sobrevivir.

La jugada del tanto de Pombo abrió la exhibición de Borja. Impuso sobre el césped su cuerpo de elefante y se calzó las zapatillas de bailarina: aguantó balones, los acunó, los gestiono en tiempo, espacio y forma, soportó al equipo con su delicadeza de espaldas a la portería, barrió el frente ofensivo de punta a punta, cayendo de banda a banda, ofreciendo apoyos y continuidades…

Borja pertenece a la estirpe de delanteros en los que su cuerpo y su envergadura solo son un señuelo: nos fijamos en su tamaño cuando deberíamos enamorarnos de sus pies. Juega envuelto de un engañoso telón, desafiando las apariencias: parece lento, pero es rápido, parece estático, pero es móvil, parece pesado, pero es ágil, parece tosco, pero es sutil, parece concreto, pero es variado, parece...

Es mucho más que un delantero de área, donde aún le cuesta resolver los trámites más protocolarios en los remates de presumible sencillez. Es un delantero con sentido del juego y una aguda inteligencia en los contornos del área. Una bendición para sus compañeros. Un castigo para las defensas rivales. Ya hace varias semanas que en las ruedas de prensa de los entrenadores que van a enfrentarse al Zaragoza, como hace unos días fue el caso de Míchel y el Rayo, que el nombre de Borja Iglesias tiene un hueco reservado. Todos lo ven, todos le sienten, todos le temen… Pero apenas lo contienen.

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