Como en los viejos tiempos

La afición de La Romareda se vuelca con el Real Zaragoza, generando un extraordinario contexto de fútbol. Ambiente de Primera entre dos equipos con entidad de Primera.

La tribuna del estadio estaba casi llena.
Como en los viejos tiempos
José Miguel Marco

El fútbol adquirió trascendencia social desde el instante en que la consumación del gol engendró una expresión de júbilo. Este juego representa un sentimiento colectivo desde que el gol lo celebra unido un equipo. La dimensión del gesto crece exponencialmente cuando lo festeja la afición. Desde esa perspectiva, la noche de ayer constituyó un triunfo rotundo del zaragocismo. Es bueno que los jugadores y el entrenador crean en el Real Zaragoza actual. Mucho más importante es que la afición, que La Romareda, que su gente crea por fin en el equipo del león rampante. Una sola letra diferencian creer de crear. Suele resultar más sencillo crear desde la creencia. No, el enunciado anterior no es trabalenguas, sino el estado de una afición que por fin se siente totalmente identificada con su equipo. Afición y equipo, zaragocistas en la grada y sobre el césped, todos se han declarado creyentes.

Trazado un objetivo común, ayer unos y otros, aficionados y jugadores, lo defendieron en perfecta comunión. Ambiente de lujo. Estaba preciosa La Romareda. Cuánto tiempo hacía que no se vivía algo semejante... Quizá desde el partido de promoción de ascenso a Primera ante el Las Palmas, esto es, desde junio de 2015. Gradas pobladas, público arremangado... Quizá influyera Osasuna, aunque esto último no lo tengo muy seguro, pues el zaragocismo vive solo para su Zaragoza. Atrás, muy atrás, quedaron los años en que los goles de Osasuna se celebraban en La Romareda, años en que las dos aficiones acudían unidas al campo, como años después ocurrió con el Numancia de Soria. El buen rollito comenzó a cambiar cuando el sector radical de la afición de Osasuna cambió las banderas rojillas por las ikurriñas. Dicen que son minoría en El Sadar de Pamplona, pero era a los que más se escuchaba. La fractura total llegó cuando este sector radical profirió cánticos contra la Virgen del Pilar mientras la mayoría del Sadar callaba. Era finales de los 80. Lógicamente, la ofensa dolió en Zaragoza. Últimamente, los ánimos parecen mucho más serenos. El encuentro de ayer queda como ejemplo de la nueva convivencia. Solo fue un partido de fútbol. Eso sí, un precioso partido de fútbol.

Había seguidores navarros en una esquina del fondo sur. Llegaron dos horas antes a los aledaños del estadio. La Policía Nacional, en un trabajo nuevamente magnífico, los acompañó hasta dentro del estadio. No hubo que lamentar ningún incidente destacable. En La Romareda se escuchó a los hinchas osasunistas a las 19.55, cuando su equipo saltó a calentar. Desde que el Zaragoza pisó al prado a las 20.00 también para calentar, solo se oyó a la afición zaragocista, entregada como en los viejos tiempos, como en esos tiempos que seguro regresarán. Ayer quedó muy claro que el zaragocismo lo merece. Se vivió ambiente de Primera, y de los buenos de Primera.

En volandas

Ya metidos en la harina del encuentro, la afición llevó en volandas al Zaragoza. Complicado que el Zaragoza pierda en un contexto semejante al de ayer, muy complicado... Ahí estuvo su gente para empujar ante un señor equipo, como ayer demostró ser el cuadro navarro, sin duda el mejor rival que desde hace tiempo ha pisado Zaragoza. El zaragocismo ayudó a resistir al equipo cuando David le pegó a la madera en el minuto 7, cuando más apretaba Osasuna. Después, vibró con las coladas de Febas, con el penalti bien buscado por Buff, con el gol de Borja Iglesias. En la reanudación, la grada remó con su Zaragoza frente a un contrario con hechuras de Primera. Empató Oier. La tuvieron para ganar unos y otros. Se cantó el himno, se recordó voz en grito que Zaragoza nunca se rinde. Se empató. ¿Y qué? Si el zaragocismo juega en la grada como ayer, al Real Zaragoza se le escaparán muy poquitos puntos de La Romareda en este curso. Ambiente de Primera. Pronto seremos de Primera. Mejor dicho, ayer ya lo fuimos...

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